Según recientes análisis se ha podido determinar que el agujero en la capa de ozono, que una vez fue un poderoso símbolo para evidenciar el daño del humano al ambiente, ha alcanzado ahora su menor tamaño en casi 30 años.
¿Esto significa una buena buena noticia para el medio ambiente? Podría decirse que sí, pero no es tan simple como parece.
La NASA y la NOAA anunciaron que el agujero de ozono fue el más grande este año el 11 de septiembre, cubriendo un área de aproximadamente 2.5 veces el tamaño de los Estados Unidos: 19.6 millones de kilómetros cuadrados (7.6 millones de millas cuadradas). Esa cifra es de 3,3 millones de kilómetros cuadrados (1,3 millones de millas cuadradas) más pequeña que en 2016 y se ha reducido aún más desde septiembre.
Esto se obtuvo a través de un amplio monitoreo por parte de la NASA y la NOAA, utilizando una combinación de información satelital, globos meteorológicos y observaciones en el terreno.
Sin embargo, no todas son buenas noticias. Como dijo la NASA en un comunicado: «La menor extensión del agujero de ozono en 2016 y 2017 se debe a la variabilidad natural y no a una señal de curación rápida».
Este agujero de contracción también está asociado con las condiciones climáticas cálidas e inestables en la estratósfera antártica, así como también con temperaturas globales más cálidas.
La capa de ozono es una región de la estratósfera de la Tierra que contiene concentraciones relativamente altas de ozono (O3). El agujero en esta capa fue detectado oficialmente en 1985, según la NASA.
Uno de los principales sospechosos son los clorofluorocarbonos (CFC), compuestos sintéticos que solían usarse con frecuencia en refrigeradores, aire acondicionado, aerosoles y solventes. Cuando los CFC alcanzan la atmósfera superior, se degradan debido a los rayos ultravioleta, liberando cloro. El cloro reacciona con los átomos de oxígeno en el ozono y descompone las moléculas de ozono.
La capa de ozono es efectivamente el protector solar de la Tierra. Dado que ayuda a absorber hasta el 99 por ciento de la luz ultravioleta del sol, hubo temores generalizados de que el agotamiento del ozono podría conducir a un aumento en el cáncer de piel, daños a los cultivos y otros problemas ambientales.
Afortunadamente, el miedo al agotamiento de la capa de ozono generó una gran voz de alerta, lo que eventualmente movilizó un gran esfuerzo ambiental y la eliminación mundial de los CFC.
Aunque las preocupaciones se han reducido desde la década de 1990, todavía hay mucho trabajo por hacer. Los científicos esperan que el agujero de ozono antártico se recupere a los niveles anteriores a 1980 aproximadamente en el año 2070.
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