Tras recibir anestesia luego de haber sufrido un accidente, un hombre pudo experimentar “Noesis”, tras lo cual afirma haber entendido cómo funciona el cosmos.
Para Aristóteles, Noesis, se refiere a aquella capacidad de la razón de intuir de forma inmediata el conocimiento, de los primeros principios del conocimiento, si, y solo si, es de la realidad inmediata, contraria a la compresión de las Ideas de Platón.
Un psiquiatra de la University of Warwick ha intentado desvelar la validez científica de las experiencias místicas describiendo su propio encuentro trascendental mientras salía de la anestesia general. Al detallar el extraño fenómeno en el Journal of Nervous and Mental Disease, el profesor Swaran Singh explica cómo llegó a “comprender el cosmos, no en un sentido cognitivo de conocimiento, sino de una manera experiencial, que es difícil de articular”.
El suceso ocurrió hace casi 40 años, el 4 de abril de 1984, durante la recuperación postoperatoria de un grave accidente de tráfico. Desde entonces, el profesor Singh se ha dedicado al estudio de la ciencia objetiva, pero insiste en que la experiencia “se ha convertido en algo cada vez más destacado en mi sentido del yo y en mi comprensión de la relación entre lo empírico y lo trascendental”.
Al describir la experiencia en sí, revela que estuvo impregnada de una “cualidad noética”, que se define como “una sensación de revelación y comprensión completa”. Según el autor, el extraño suceso duró entre diez y doce minutos, y le permitió “conocer algo completa y totalmente, que nunca antes había conocido.”
Singh dijo en un comunicado:
“No sé cómo lo sé, pero sé que lo sé”, escribe, antes de pasar a explicar cómo llegó a comprender por completo la interacción entre ‘espacio, tiempo, energía, materia y vida’.
La vida cambia de una forma a otra, pero la cantidad total de fuerza vital permanece constante y fija. El aumento de una forma es a costa de otra, y en el caso de la vida, una forma de vida aparece a costa de que otra desaparezca”.
(Public domain)
Una base neuronal
Intentando averiguar el origen y la legitimidad de esta descarga inesperada, Singh insiste en que “debe haber una base neuronal en estos fenómenos”. Profundizando en la cuestión, relata cómo la activación de regiones cerebrales como la ínsula, la corteza premotora y el lóbulo parietal inferior se han visto implicadas en la generación de experiencias místicas durante la meditación o mientras se está bajo la influencia de drogas psicodélicas.
También señala que cualquier cambio de este tipo en su propia actividad cerebral fue probablemente provocado por “un estado confusional inducido por tóxicos u otras sustancias”, pero al mismo tiempo mantiene que el conocimiento obtenido durante la experiencia fue válido y auténtico. De este modo, encapsula el abismo existente entre la ciencia empírica y el poder indefinido de la experiencia pura y argumenta que, aunque la actividad neuronal determina innegablemente nuestros procesos mentales, ciertos niveles de conciencia pueden derivarse de algo más profundo que la mera actividad cerebral.
Singh escribe:
“Los estados cerebrales son mecanismos. No confieren significado. Y el significado subjetivo no puede reducirse a un estado cerebral, independientemente de la fuerza de la asociación estadística entre ambos”.
En última instancia, pues, el artículo sirve para poner de manifiesto una paradoja filosófica que amenaza con frustrar nuestra búsqueda de una explicación científica de la conciencia, la experiencia y, en última instancia, la propia realidad. Tras esbozar este conflicto aparentemente fundamental, Singh concluye que “no puedo saber qué realidad experimenté: la inducida por la anestesia, el sueño lúcido o algo más”.
La experiencia relatada en este artículo ha sido detallada en una investigación publicada en Journal of Nervous and Mental Disease.
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Genial,el tema y el artículo,que más da, a la ciencia le corresponde demostrar que estos fenómenos son mensurables,para su propio sociego.Sin embargo,en el fuero interno de quienes hemos experimentado este estado,las explicaciones tienen un valor cercano al cero absoluto.Al fin al cabo parafraseando a Matus de Castaneda ” Somos un manojo de sentimientos encerrados en estos envases ” y sería.