Una gota de ámbar antiguo, de 35 millones de años, ha dado lugar a un nuevo grupo de insectos para la ciencia con la ayuda de una tecnología diminuta.
Gracias a la microtomografía (Micro-CT), los investigadores han podido confirmar la existencia del género Calliarcys contenido en el ámbar báltico del Eoceno, lo que representa una rara oportunidad para aprender más sobre las antiguas moscas de mayo, que apenas se conservan en el registro fósil de las rocas sedimentarias.
El ámbar no sólo tiene un tono amarillo, sino que pueden contener delicadas curiosidades que, en el caso de los fósiles de ámbar, pueden tener cientos de millones de años.
Los árboles tienen muchas formas raras y extravagantes de defenderse (las ofrendas de las hormigas troyanas son una de las favoritas) y una de ellas incluye la producción de resina, la sustancia pegajosa que finalmente se convierte en ámbar. La resina rezuma por las grietas de la corteza, por lo que los insectos desprevenidos a menudo son absorbidos por ella, lo que da lugar a fósiles que tienen la ventaja adicional de preservar especímenes suaves y delicados con gran detalle.
Calliarcys, un nuevo género
Gracias a estos deslumbrantes fósiles, conocemos gran parte de la evolución de ciertos grupos de insectos, como las moscas de mayo, que se conocen en gran medida gracias a los especímenes extraídos del ámbar báltico del Eoceno y de los ámbares dominicanos y mexicanos del Mioceno. Los especímenes extraídos de esos lugares pertenecen en su mayoría a las subfamilias Leptophlebiinae y Atalophlebiinae, pero ahora podemos añadir un nuevo y brillante género a la mezcla: Calliarcys.
Sin embargo, el misterioso espécimen no puso las cosas fáciles a los investigadores que lo descubrieron, ya que se volvió translúcido en ciertas partes que eran fundamentales para la identificación. Sin embargo, el rompecabezas no fue rival para un equipo de científicos internacionales con una tecnología impresionante.
Mediante el uso de Micro-CT, pudieron producir una imagen en 3D del insecto utilizando rayos X que captaban incluso las estructuras más pequeñas con detalles de hasta 0.5 micrómetros. A continuación, pudieron compararlo con las especies existentes de moscas de mayo y realizar estudios moleculares para situarlo adecuadamente en el árbol evolutivo.
Javier Alba-Tercedor, coautor del estudio y laborando en el Departamento de Zoología de la Universidad de Granada, dijo a Phys.org:
“En resumen, todo empezó con el descubrimiento de un bello insecto conservado en ámbar, que atrajo la atención de los ojos expertos de un científico. Y que, en última instancia, requirió la colaboración entusiasta y el trabajo detectivesco de cinco científicos basados en centros de investigación ubicados en cuatro países, que, tras aplicar las técnicas más modernas, pudieron finalmente nombrar y describir un insecto que ha permanecido encerrado dentro de una gota de ámbar durante millones de años”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Scientific Reports.
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