Hoy vamos a repasar uno de los mitos más representativos del mundo andino, nada menos que Amaru, famosa divinidad serpiente. Aunque Amaru es conocido como sello de realeza incaica, tras su arquetipo simbólico se esconde una figura cuya decodificación, es motivo de debate por parte de los académicos peruanos. Propongo nos adentremos en sus misterios.
Ajusten sus cinturones, se avecina un viaje movido.
Amaru – Orígenes de un mito y la visión colonial
“A siete kilómetros de Huanta, bajo el cielo límpido, se levanta Un inmenso cerro que históricamente le llamaron Amaru. Bajo él se desliza un río no muy caudaloso, que por contener cloruro de sodio fue denominado Cachi, en castellano “sal”. Los antiguos moradores de los pueblecillos afirman que aquel cerro está encantado, que en él crece indefinidamente una planta muy estimada en la alimentación: el ají, que emplea el hombre como condimento. Se dice que crece sin que mano humana lo cultive y se multiplica más y más y que aún forma una especie de bosque, inspirando por lo tanto la curiosidad de la gente de los alrededores”. José María Arguedas. Mitos, Leyendas, y Cuentos Peruanos, 1947.
Antes de lanzarnos de lleno hacia este misterio, pequeño inciso introductorio. Dijimos tratamos con un misterio, y agregamos, además, sin las claves correctas no será posible abordar una solución aceptable a sus innumerables interrogantes.
Como primera pista para avanzar debemos atender las observaciones legadas por antiguos cronistas españoles, teñidas todas de una grave intencionalidad y donde Amaru representa un mito condenatorio. Una segunda pista remite a su carácter oculto, donde lo sagrado es preservado y no revela su real contenido, aunque si tenemos algunos destellos sobre su verdadera finalidad. Expresadas estas líneas ahora sí podemos avanzar.
El tratamiento colonial ya señalado presenta Amaru o Amaro (término quechua comunicando serpiente), como un símbolo atado al mal, más en concordancia con las ideas cristianas. Amaru dentro de esta concepción se interpreta como el demonio expulsado del inframundo o subsuelo. Un ejemplo de esta adhesión es la narrativa entregada por Garcilaso de la Vega en sus célebres Comentarios Reales, donde escribe:
“En estas provincias de los Antis comúnmente adoraban por dios a los tigres y a las culebras grandes (llamadas amaru: son mucho más gruesas que el muslo de un hombre y largas de 25 y de 30 pies, otras hay menores; todas las adoraban aquellos indios, por su grandeza y monstruosidad. Son bobas y no hacen mal. Dicen que una maga les encantó para que no hiciesen mal y que antes eran ferocísimas”. (Garcilaso de la Vega, 1991, p. 234).
En su excelente ensayo La imagen simbólica del amaru en el espacio textual colonial: Nueva crónica y buen gobierno y Comentarios reales la estudiosa Francesca Ximena Gonzales Muñoz da cuenta de esta distorsión.
“Si bien es cierto que Garcilaso no opera semánticamente sobre la figura del amaru y se limita a su traducción en quechua, la monstruosidad, la magia y la ferocidad a las que se refiere el escritor parecen tener correlación con la apariencia del dragón europeo, descrito como una serpiente muy corpulenta con cuatro pies y alas, que era conocida como la serpiente alada, la mayor serpiente de todas y que en la Edad Media se vinculaba con el demonio, la tentación y los desastres (Lizárraga, 2016)”.
Otro texto en sintonía con esta visión es el del Felipe Guamán Poma de Ayala, que Nueva crónica y buen gobierno publicado en el siglo XVI, Amaru es reseñado como parte de un mito ilusorio e integrado a un bestiario andino fantástico, muy a la usanza europea de ese entonces.
Escribe:
“Que en esta tierra primero vivían serpientes —AMARO— salvajes, sacharuna uchuc ullco, tigres, otorongo, duendes, hapiñuño, poma, león, atoc, zorra, osos, acumari, luychoy venados, estos dichos primeros indios Uari Uiracocha los mataron y conquistaron la tierra y señorearon ellos y se entraron en este reino de las Indias por mandado de Dios”
Corriéndonos de estas referencias malditas legadas por los cronistas, indaguemos sobre su verdadera naturaleza y funcionalidad, que en el intento de su desciframiento ocupa varias aristas. Veamos.
El Antecedente Wanka. Culto a los antepasados
“Chíchic o Huanca llaman una piedra larga, que suelen poner empinada en sus Chácaras, y la llaman también Chacrayoc, que es el Señor de la Chácara, porque piensan que aquella Chácra fué de aquella Huaca, y que tiene a cargo su augmento, y como tal la reverencian, y especialmente en tiempo de las cementeras le ofrecen sus sacrificios”. Referencia del cronista español Pablo José de Arriaga publicada en La Extirpación de la Idolatría del Perú, 1621.
En 1947 se va a conocer un texto clave para nuestra búsqueda. Se trata de Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos, dado a luz por los compiladores, José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos. El libro ofrece un recopilatorio de leyendas y narrativas de todo el Perú, haciendo un rescate precioso tanto de testimonios originales como documentos poco conocidos. Tal es su importancia que actualmente resulta marco referencial para muchas historias que circulan sobre el pasado andino.
Acerca de Amaru. Arguedas e Izquierdo Ríos transmiten varias pistas sobre el caso. Una de ellas apunta a huanca (wanka en quechua y significando piedra).
En su capítulo Origen de la Palabra Wanka, los autores comentan esta leyenda:
“Las provincias de Jauja y Huancayo fueron en remotos tiempos cubiertas por las aguas del río Mantaro, que no teniendo por donde desaguar, cubrir todo el valle, formando un inmenso lago. Dícese que en este enorme lago existía una peña de grandes dimensiones, a la que llamaban los vecinos habitantes Wanka, y que sólo era visible en las primeras horas de la aurora. Sobre la piedra aparecía un venerable anciano con ‘barbas de felino, acompañado de dos misteriosos personajes. El peñón estaba ubicado en la hoy plaza de Huamanmarca, de la ciudad de Huancayo”.
Debemos decir que el término wanka comenzó a popularizarse en el siglo XX difundido por arqueólogos como Julio C. Tello y Federico Gálvez Durand. Estos antiguos informes establecieron wanka como origen de culturas anteriores. No obstante, hoy día se reconoce que wanka en realidad el término debe ser interpretado como “huaca”, conectando su comprensión a la ritualización de rocas o piedras sagradas, siendo la misma, personificación de custodios ancestrales.
LECTURA RECOMENDADA: Túpac Amaru II: “Regresaré y Seré Millones” – Crónica de un Redentor
Retomando Mitos, Leyendas y Cuentos Peruanos otro capítulo agrega más datos para nuestra investigación. Se trata de La Aparición de los Seres Humanos en la Tierra, donde sobre Amaru leemos:
“En tiempos remotos, el actual valle de Jauja o del Mantaro estaba cubierto por las aguas de un gran lago en cuyo centro sobresalía un peñón llamado Wanka, sitio de reposo del Amaru, monstruo horrible con cabeza de llama, dos pequeñas alas y cuerpo de batracio que terminaba en una gran cola de serpiente. Más tarde el Tulunmaya (Arco Iris) engendró en el lago otro Amaru para compañero del primero y de color más oscuro, éste último nunca llegó a alcanzar el tamaño del primero que por su madurez” había adquirido un color blanquizco. Los dos monstruos se disputaban la primacía sobre el lago, cuyo peñón, aunque de grandes dimensiones, no alcanzaba ya a dar cabida para su reposo a los dos juntos. En estas frecuentes luchas, por cuya violencia se elevaban a grandes alturas en el espacio sobre trombas de agua, agitando el lago, el Amaru grande perdió un gran pedazo de su cola al atacar furioso al menor”.
La referencia continúa marcando la destrucción de Amaru por el dios Tikse, no siendo otro que Wiracocha, deidad ya mencionada en un pasado artículo, y que esta escritora cree punto central para ir desandando este misterio. De echo tras el fallecimiento de Amaru, va a nacer la primera pareja humana, Mama y Taita, que hasta entonces habían permanecido bajo tierra, siendo Amaru también señalado como morador subterráneo. Nuevamente enfrentamos una tradición primordial perdida, marcando la existencia de un antiguo centro del mundo, donde Amaru juega el papel como iniciador o piedra sagrada. Un templo en sí mismo.
El Uku Pacha y el legado de los Amaru Serpientes
“El Amaru suele estar asociado con el mundo subterráneo, la tierra y los movimientos sísmicos. De acuerdo con la cosmovisión andina, el mundo se divide en tres regiones: Hanan Pacha, el mundo de arriba, habitado por los dioses y los pájaros; el Kay Pacha, el cual es el mundo presente, habitado por los hombres; y el Uku Pacha, el mundo subterráneo de los muertos. Es precisamente en esta última región donde habita el Amaru, del cual se dice suele provocar terremotos y deslizamientos de tierra al salir de las profundidades de las cavernas a causa de su gran tamaño”. El Mito de Amaru, 2014.
Una de las conexiones transcendentales tras el mito de Amaru, es su asociación subterránea, el mundo de abajo, mejor conocido en quechua como Uku Pacha, en sintonía con su carácter primordial. Visto así Amaru representa el símbolo de conocimiento encarnando tras su representación como serpiente, dragón, o culebra arquetípica. Nada menos que realeza pura, concepción que luego sería adoptada por todos los emperadores incas marcando su linaje como herederos de Amaru o el clan serpiente.
Para comprender mejor esta cuestión repasemos los aportes del cronista peruano Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua que en su Relación de las antigüedades de este Reyno del Perú, dada a luz en el siglo XVI, revela:
“Y en Poma Cocha, antes de llegar a Uillcasguaman, que es lugar muy caliente que mira hacia el Cuzco, allí nació un hijo barón ilegítimo y mayor llamado Amaro Yupanqui en donde estuvo algunos días. En este tiempo dicen que llegó la nueva como en el Cuzco hubo un milagro que como un yauirca o amaro había salido del cerro de Pachatusan muy fiera bestia, media legua de largo y grueso de dos bracas y medio de ancho, y con orejas y colmillos (y barbas) (por causa de este amaro puso por nombre a su hijo Amaro Yupanqui)”.
Amaru dentro visión sería portadora de otro atributo, ya que su andar serpentino es causante de actividad sísmica (terremotos).
Sus dominios se extienden también, hacia otros elementos naturales tal cual lo expresa el estudioso argentino Xuan Pablo González en Sueños Tupamaros, 2010.
“La Amaru Anphisbena de dos cabezas, simboliza que la vida y la muerte están el comienzo y la vida y la muerte están en el final. También la serpiente con dos cabezas representa los elementos fuego y agua, creando juntos, complementando sus propiedades opuestas”.
El Oráculo de Pariacaca. Tras la Huella de Amaru
“Pariacaca era una de las principales deidades del Tawantinsuyu, junto a Pachacamac constituyen los más importantes wakas del Chinchaysuyu. Su origen, las luchas contra sus enemigos, sus hazañas y amores, su relación con las comunidades que lo veneraban, y otros relatos se encuentran contenidos en el Manuscrito Quechua de Huarochirí, valioso documento recopilado a inicios del siglo XVII, que es el testimonio más importante acerca de la religión andina”. César W. Astuhuamán Gonzáles. Pariacaca: un oráculo imperial andino.
Cerca de las provincias de Yauyos y Huarochirí, se alza la cordillera de Pariacaca (montaña rojiza) que desde tiempos inmemoriales ostenta un carácter sagrado. Desde su entraña se extienden cuatro vertientes acuosas los ríos Cañete, Mala, Lurín, Rímac y Mantaro, explicando su posterior asociación como centro adoratorio, según refiere el documento quechua Manuscrito de Huarochirí, siglo XVII.
Y es que allí dentro de esas inmensidades nevadas, se extiende una enigmática escalera, que tras un interminable ascenso finaliza en una esplanada. Una vez allí el buscador se topará con un conjunto de rocas gigantes, donde se halla el oráculo ceremonial. Todo el sitio configura una geografía no solo sacra, sino con vestigios de una ingeniería olvidada, que parece escapar al patrimonio inca, indicios tal vez de una civilización ya desaparecida.
En un texto datado de 1609 llamado Carta Annua, se nos ofrece indicios de su real función:
“Y llegados a un lugar señalado se confiesan con Pariakaka… ofrecen al ídolo varios mates de chicha… y luego prosiguen su camino… y hacen composición de lugar de que el mismo Pariakaka sale al recibimiento y se encuentra con ellos… los (oficiales) nuevamente electos se humillan a tres pedrezuelas que están allí para esto… se acaba la fiesta en aquel lugar.”
En el mismo documento se menciona la existencia de una cueva importante, Chutinhuaque, donde al parecer se llevaban cabo sacrificios (sitio señalado por la cercanía de tres pedruscos).
La escalera simbolizaría la cabeza del ofidio, o mejor dicho una representación del Amaru petrificado, porque en aquel oráculo adoratorio, y según los rumores, se buscaba vencer la muerte. Nuevamente un antiguo centro del mundo. Hasta Aquí.
Conclusión
Esperamos con este trabajo posibilitar al estudioso una mejor compresión acerca del concepto de Amaru, que como vimos, se ve rodeado de mucha complejidad en su desandar, debido especialmente a la intrusión colonial como elemento desestabilizador y motor de confusión. El símbolo de Amaru no responde a una entidad negativa, pecaminosa o diabólica al estilo cristiano tal como quisieron interpretar los primeros cronistas europeos. Se trata de un eje poderoso y de carácter iniciático. El Amaru refiere a la luz consciente. Nada menos que el despertar divino.
Bibliografía
Artículos:
- Astuhuamán Gonzáles, César W. Pariacaca: un oráculo imperial andino.
https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/libros/CSociales/ensayos_ciencias/v1n2/a01.pdf - Gentile Lafaille, Margarita E. El Amaru como emblema de los incas del Cusco. (SIGLOS XVI – XVII).
https://www.bfa.fcnym.unlp.edu.ar/catalogo/doc_num.php?explnum_id=552. - González Muñoz, Francesca Ximena. La imagen simbólica del amaru en el espacio textual colonial: Nueva crónica y buen gobierno y Comentarios reales.
https://orcid.org/0000-0002-5288-3269
Libros:
- Albornoz, Cristóbal. Instrucciones para descubrir todas las guacas del Perú y sus camayos y haciendas. ed. Pierre Duviols. En: Molina y Albornoz. Fábulas y mitos de los incas. ed. Henrique Urbano y Pierre Duviols. Madrid: Historia 16, 1989.
- Anello Oliva, G. ([1631] 1998). Historia del reino y provincias del Perú y vidas de los varones insignes de la Compañía de Jesús. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
- Arguedas, José María; Izquierdo Ríos, Francisco. Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Perú: Dirección de Educación Artística y Extensión Cultural del Ministerio de Educación Pública, 1947.
- Ávila, Francisco de ([1598] 1966). Dioses y hombres de Huarochirí. Narración quechua recogida por Francisco de Avila. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
- Garcilaso de la Vega, I. (1991). Comentarios reales de los incas. Tomos I y II. Fondo de Cultura Económica.
González, Xuan P. Sueños Tupamaros. Buenos Aires: Kiphus Wuj, 2010. - Guamán Poma de Ayala, F. (1980). Nueva crónica y buen gobierno. Fundación Biblioteca Ayacucho
Pinkham, Mark Amaru. Los Guardianes del Santo Grial. España: Robinbook, 2006.
Sitios web:
- Auros Words
Aurosjnc. El Mito del Amaru.
https://auroswords.com/2019/04/14/el-mito-del-amaru/ - End of the Age
América/Amaruca – Tierra de la Serpiente Emplumada.
http://endoftheage.blogspot.com/2013/10/americaamaruca-land-of-plumed-serpent.html - Historias Perdidas en el Tiempo
Los Amaru de Junín o Amaru Aranway.
http://www.historiasperdidaseneltiempo.com/2014/06/amarus-de-junin-o-amaru-aranway.html - Institut Français d’études Andines
Los dioses del manuscrito de Huarochirí.
https://books.openedition.org/ifea/6532?lang=es - Serpents Sanctum
¡Amaru! Serpiente alada de la revolución
http://serpentsanctum.com/amaru-winged-serpent-of-revolution/ - Turtle Gang NYC
En Perú… este Dios se llamaba Amaru y el territorio conocido como Amaruca.
http://turtlegang.nyc/in-peru-this-god-was-called-amaru-and-the-territory-known-as-amaruca/ - Turismo Junín
El Amaru.
http://www.turismojuninperu.com/el-amaru
Artículo escrito por: Débora Goldstern, colaboradora de CodigoOculto.com
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