No es la primera vez que se sugiere que 2025 podría ser el año de la revelación extraterrestre. Ahora, un astrónomo de la Cornell University ha expresado que el Telescopio Espacial James Webb podría confirmar la existencia de vida extraterrestre en 2025.

Las probabilidades de que encontremos vida extraterrestre pronto son muy escasas. Pero si hay algo que pueda darnos una señal de la existencia de extraterrestres, hay que apostar por el Telescopio Espacial James Webb (JWST).

Como el observatorio orbital más grande y potente del mundo, el James Webb ha puesto sus ojos en la estrella TRAPPIST-1, una enana roja fría que está a sólo 41 años luz de distancia. La estrella está rodeada por siete exoplanetas rocosos del tamaño de la Tierra, tres de los cuales orbitan en la zona habitable de TRAPPIST-1, donde se dan las condiciones idóneas para albergar agua líquida y, por tanto, vida.

Resulta alentador que el James Webb ya haya realizado mediciones de temperatura en uno de estos exoplanetas, lo que supone la primera vez que se capta radiación de un planeta similar a la Tierra fuera de nuestro Sistema Solar.

Con un poco de suerte, el próximo vistazo del telescopio al sistema TRAPPIST-1 podría suponer un gran avance para SETI.

Lisa Kaltenegger, directora fundadora del Carl Sagan Institute y profesora de astronomía en la Cornell University, escribe en Wired:

“En 2025, el JWST probablemente arrojará más luz sobre estas tentadoras detecciones, y es de esperar que confirme, por primera vez, si hay vida en mundos alienígenas a años luz del nuestro”.

Sistema TRAPPIST-1. Crédito de imagen: NASA

Ligereza insoportable

Los exoplanetas son increíblemente difíciles de encontrar, por no hablar de examinar de cerca, porque prácticamente no producen luz propia y se ven eclipsados por las estrellas cercanas.

Sin embargo, las enanas rojas frías como TRAPPIST-1 son buenas candidatas para el estudio, ya que su luz es bastante débil. Aún así, el reto sigue siendo importante, sobre todo porque las enanas rojas son mucho más volátiles que las estrellas estables como nuestro Sol.

Y según Kaltenegger, el siguiente conjunto de observaciones que los astrónomos tienen en mente va a ser una tarea difícil incluso para el James Webb: estudiar la composición de la atmósfera de los planetas cercanos.

Kaltenegger explica:

“Cada vez que un planeta pasa entre nosotros y su estrella -cuando transita-, la luz de la estrella es filtrada por la atmósfera del planeta y choca con las moléculas en su camino, creando características de absorción espectral que podemos buscar.

El JWST necesitará recoger suficientes datos de varios tránsitos planetarios para suprimir la señal de la estrella anfitriona y amplificar las características moleculares en la increíblemente delgada atmósfera de los exoplanetas rocosos”.

Lisa Kaltenegger, directora del Carl Sagan Institute. Crédito de imagen: Cornell University

Opción de reserva

Si los astrónomos detectan las moléculas adecuadas, podría ser un indicio de la presencia de formas de vida extraterrestre. El escenario de éxito más probable es que confirmemos que el planeta alberga agua, lo que sería un descubrimiento asombroso por derecho propio.

Pero si TRAPPIST-1 nos decepciona, también existe una tentadora perspectiva SETI en nuestro propio Sistema Solar. Se cree que Europa, la cuarta luna más grande de Júpiter, alberga un océano subterráneo muchas veces más voluminoso que toda el agua marina de la Tierra.

Se espera que la sonda espacial Europa Clipper de la NASA, lanzada en octubre, llegue al gélido mundo líquido en 2030. Una vez allí, tomará imágenes de Europa y tal vez nos envíe señales prometedoras de su posible habitabilidad. O tal vez incluso extraterrestres.

[FT: wired]

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