Hace poco más de un año, durante el segmento de un programa de la cadena BBC, la científica espacial británica Dame Maggie Aderin-Pocock se refirió a que esperarían saber los astrónomos en 2024. La astrónoma ofreció una tentadora predicción: “Creo que vamos a descubrir vida extraterrestre”.

Pocock no fue la única en afirmar que la respuesta a uno de los mayores interrogantes de la humanidad podría estar pronto en el horizonte. Otros destacados astrónomos del Reino Unido hicieron comentarios similares por esas mismas fechas, todos los cuales parecían apuntar a la publicación de un artículo científico en algún momento de 2024 que presentaría las pruebas más sólidas hasta la fecha de la existencia de vida extraterrestre en algún exoplaneta distante lejos de la Tierra.

Las insinuaciones de que el descubrimiento de vida extraterrestre podría ser inminente siguieron a las noticias de principios de ese año, cuando la NASA reveló que el telescopio espacial James Webb había detectado moléculas portadoras de carbono, incluidos metano y dióxido de carbono, en el exoplaneta K2-18 b.

Dame Maggie Aderin-Pocock, científica espacial británica reveló a fines de 2023 que “en el año 2024 se descubriría vida extraterrestre”. Crédito de imagen: habstrustsouth.org.uk

NASA informó en aquel momento:

“El descubrimiento de Webb se suma a estudios recientes que sugieren que K2-18 b podría ser un exoplaneta Hycean, uno que tiene el potencial de poseer una atmósfera rica en hidrógeno y una superficie cubierta de océanos de agua”.

De particular importancia fue la aparente detección de sulfuro de dimetilo en el exoplaneta, que los astrónomos reconocen como un indicador potencial de vida.

NASA informó en el descubrimiento:

“En la Tierra, esto sólo lo produce la vida”.

Un estudio cambiaría las cosas

Sin embargo, todo cambió un poco más tarde, en 2024, con la publicación de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en Riverside que analizaba si este gas potencialmente indicador de vida podía acumularse en K2-18b hasta niveles detectables. Según el equipo de la Universidad de California en Riverside, los hallazgos de Webb no llegan a ser una prueba concluyente de la existencia de vida en el exoplaneta, aunque no descartan la posibilidad de que los avances en las capacidades de detección ayuden a confirmar tal descubrimiento en el futuro.

En la Tierra, el sulfuro de dimetilo (DMS) suele ser producido por el fitoplancton oceánico, lo que da lugar a la principal fuente de azufre en el aire de nuestro planeta. Desde su posición a 120 años luz de la Tierra, K2-18b destaca entre los exoplanetas por su potencial habitabilidad, especialmente porque el planeta presenta varias similitudes con el nuestro. Entre ellas, que recibe una cantidad similar de radiación solar sin interferencias atmosféricas y que mantiene una temperatura comparable a la de la Tierra.

Actualmente se especula con la posibilidad de que existan océanos de agua bajo la atmósfera de K2-18 b, dominada por el hidrógeno, lo que sugiere que podría tratarse de lo que los astrónomos denominan un mundo «hioceánico», donde la prometedora combinación de una atmósfera de hidrógeno con sus océanos de agua podría reforzar aún más las posibilidades de que exista vida en él.

No obstante, los modelos informáticos elaborados por el equipo de la Universidad de California en Riverside a principios de este año generaron simulaciones del entorno del exoplaneta que determinaron que era poco probable que los datos del Webb indicaran de forma concluyente la presencia de DMS.

Según Shang-Min Tsai, coautor del estudio del equipo de la Universidad de California en Riverside, “la señal coincide en gran medida con la del metano, y creemos que distinguir el DMS del metano está fuera del alcance de este instrumento”.

Aunque sus hallazgos cuestionan la idea de que se haya descubierto una fuerte bioseñal en ese momento, los investigadores no descartan la posibilidad de que el DMS se acumule hasta niveles detectables en K2-18b. Sin embargo, para que esto ocurriera, cualquier forma de vida que habitara K2-18b debería producir 20 veces más DMS que el que hay actualmente en la Tierra.

Los hallazgos del equipo contribuyeron a ilustrar las complejidades de la detección de vida en exoplanetas, sobre todo teniendo en cuenta que el muestreo físico es imposible y debe basarse en el análisis de datos atmosféricos procedentes de decenas de años luz de distancia. Sin embargo, también apuntan a algunos potenciales prometedores.

Telescopio Espacial James Webb podría revelar lo que esperamos en 2025

Representación artística del Telescopio Espacial James Webb. Crédito de imagen: Wikimedia Commons

Este año se esperaba que el telescopio Webb desplegara su sensible instrumentación en nuevas observaciones de K2-18 b a finales de 2024. Cualquier dato adicional que Webb obtenga en sus observaciones en curso podría permitir determinaciones más definitivas sobre la existencia de DMS en K2-18b, ofreciendo potencialmente un paso adelante crucial en la búsqueda de vida extraterrestre.

Así pues, ¿podría ser 2025 el año en que por fin desvelemos la mejor prueba de la existencia de vida extraterrestre que los científicos han visto hasta la fecha? Aunque nada es seguro, ya podemos admitir que, con la ayuda de los sensibles instrumentos de Webb, los astrónomos están más cerca que nunca de realizar un descubrimiento de este tipo, aunque sigue sin saberse exactamente qué podría suponer.

Eddie Schwieterman, autor principal del estudio del equipo de la UC Riverside publicado a principios de este año y astrobiólogo, dijo en un comunicado:

“Las mejores biofirmas de un exoplaneta pueden diferir significativamente de las que encontramos más abundantes en la Tierra hoy en día. En un planeta con una atmósfera rica en hidrógeno, podríamos tener más probabilidades de encontrar DMS fabricado por la vida en lugar de oxígeno fabricado por plantas y bacterias como en la Tierra”.

En otras palabras, una determinación concluyente de la presencia de DMS en la atmósfera de K2-18 b podría revelar mucho sobre la vida que pueda existir allí, así como sobre el hábitat en el que prospera.

Para investigadores como Shang-Min Tsai, también de la UC Riverside, todo ello forma parte de la emoción de la búsqueda.

Tsai reflexiona:

“¿Por qué seguimos explorando el cosmos en busca de señales de vida? Imagina que estás acampado en Joshua Tree por la noche y oyes algo. Tu instinto es encender una luz para ver qué hay ahí fuera. Eso es lo que estamos haciendo nosotros también, en cierto modo”.

¿Se revelará la existencia de vida extraterrestre en 2025? No hay nada seguro, pero debemos aceptar que existen muchos rumores que vienen de la comunidad científica. Uno de esos rumores indica que investigadores están ahora mismo tratando de obtener mayor evidencia de la supuesta vida encontrada en un exoplaneta utilizando el Telescopio Espacial James Webb. Así que es posible que algunos científicos ya lo sepan, pero lo anunciarán cuando hayan culminado los estudios y estos hayan sido revisados.

[FT: thedebrief]

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Crédito imagen de portada: depositphotos.com