Hay una escena fascinante al principio de la película Interstellar en la que Brand (Anne Hathaway) dice que para las criaturas de cinco dimensiones, el tiempo es como las montañas y los valles. Puedes avanzar en el tiempo como si escalaras una montaña. Puedes retroceder en el tiempo como si te adentraras en un valle. Esta frase contiene toda una nueva teoría de la percepción de la física como tal. No es de extrañar que el director consultara a científicos cuando trabajaba en la película.

El tiempo en física siempre ha sido una sustancia controvertida y se percibía como algo entre una comprensión filosófica de la realidad y una cantidad física real.

Qué es realmente el tiempo, nadie puede decirlo hasta ahora. Le atribuyeron las propiedades del campo cuántico próximo e intentaron percibirlo como una sustancia física. Incluso buscaron cronones hipotéticos.

Crédito: Paramount Pictures

Pero entre tantas teorías, apareció una que designaba el tiempo como una cantidad inexistente. Bajo esta percepción, resulta algo interesante.

El tiempo es una cantidad mensurable, según la cual se puede estimar el tiempo de vida del universo o del mundo como tal. Al mismo tiempo, el mundo simplemente existe de algún modo milagroso para siempre. Es muy difícil decir qué es la eternidad en sí y, más bien, es muy difícil comprenderla.

Mientras tanto, este planteamiento no anula la teoría de la aparición del universo como resultado del Big bang y otras investigaciones similares. Estos conceptos tienen poco que ver entre sí. Simplemente aceptamos el hecho de que el espacio puede seguir midiéndose así.

En consecuencia, el pasado puede diferenciarse del futuro sólo por el hecho de que en aquel momento existía tal estado de la materia, y en otro momento cambió. Aquí llegamos a la frase cinematográfica antes mencionada.

Imaginemos un plano de coordenadas. Tiene coordenadas x y z y existen para siempre, como una propiedad del espacio disponible. El espacio puede dibujarse en este número de dimensiones. El tiempo, según esta teoría, actúa como un plano de coordenadas adicional. Su existencia es simplemente una propiedad del espacio, u otra forma de medirlo.

Cuando buscamos el principio o el final del tiempo con esta lógica, es lo mismo que intentar encontrar el momento de aparición del plano de coordenadas 3D. Puede que haya un principio, pero está definitivamente más allá de la línea de conciencia del tiempo y el espacio en sí.

Según esta lógica, resulta que si existe una criatura que percibe el espacio-tiempo no como 3 + 1 dimensiones, sino como 4 dimensiones en toda regla, entonces será capaz de desplazarse por el tiempo de la misma manera que nosotros nos desplazamos verticalmente, en 3 + 1. Al mismo tiempo, viajar en el tiempo no será algo descabellado. Será la habilidad más común. La criatura simplemente será capaz de ir en el tiempo del punto A al punto B.

Este planteamiento pone todo en su sitio y lo coloca en las estanterías. Si comparamos el tiempo con una película infinita en la que se graba una película, todo cobra aún más relevancia.

En efecto, cada punto del plano de coordenadas corresponderá a algún estado del espacio. Del mismo modo, cada fotograma de la película corresponde a un momento determinado.

Einstein expresaba la misma lógica, pero todo se complica por el hecho de que entonces todas nuestras acciones ya están predestinadas, como en un videojuego cuando nos comunicamos con los NPC (personaje no jugador). Esto nos acerca a la teoría de la simulación.

Pues bien, el tiempo como tal es infinito y no hay langoliers que se coman la imagen que queda en el pasado.

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