La historia del quinto planeta perdido: Dea, Nibiru y la reconstrucción del sistema solar
Publicado el 10 Abr 2025
© Imagen: cheetah3d - Edición: codigooculto.com

Por: CodigoOculto.com

Existen pruebas que sugieren que un quinto planeta, llamado provisionalmente Dea, ocupó en su día un lugar dentro de nuestro Sistema Solar, caracterizado por un período de rotación equivalente a 5.25 años terrestres. Hace aproximadamente 154.000 años, este cuerpo celeste sufrió una importante transformación orbital, cambiando su trayectoria de tal manera que hoy se distingue como la entidad conocida como Nibiru, que ahora sigue un período orbital de aproximadamente 3600 años alrededor del Sol.

La idea de que un planeta adicional debería residir entre las órbitas de Marte y Júpiter se originó ya en el siglo XVI, cuando los astrónomos especularon por primera vez sobre el aparente vacío en la secuencia planetaria. Esta noción ganó aún más credibilidad con la formulación de la ley de Titius-Bode en el siglo XVIII, un modelo matemático que sugiere que las distancias de los planetas al Sol se adhieren a una progresión geométrica.

Según esta ley, la órbita de cada planeta sucesivo se sitúa aproximadamente a una vez y media más lejos del Sol que la órbita del planeta que le precede. Por ejemplo, Mercurio es el planeta más cercano al Sol, seguido de Venus, aproximadamente a una distancia de 1.5 veces la de Mercurio, la Tierra, a una distancia de 1.5 veces la de Venus, y así sucesivamente. Sin embargo, entre Marte y Júpiter, donde cabría esperar un planeta basándose en este patrón, no existe tal cuerpo. En su lugar, esta región está ocupada por el cinturón de asteroides, una vasta colección de desechos rocosos que ha intrigado durante mucho tiempo a los científicos.

Nibiru

Un antiguo recorte periodístico relacionado a Nibiru. Crédito de imagen: Public domain

Se cree que el cinturón de asteroides, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter, está formado por los restos fragmentados de la primera luna de este quinto planeta, conocida como Luticia o, alternativamente, Lucifer, un nombre históricamente asociado con la estrella de la mañana. Se cree que la destrucción de esta luna esparció su material por esta zona.

Los objetos más grandes conocidos dentro del cinturón de asteroides incluyen Ceres, Palas, Juno, Vesta, Astra, Hebe, Iris, Flora, Metis e Higía. En conjunto, estos cuerpos representan apenas el 4 % de la masa de la Luna de la Tierra, lo que subraya la naturaleza fragmentada del cinturón y sugiere que representa los restos de una estructura más grande y cohesiva que existió en el pasado.

Datos según antiguos textos sumerios, acadios y babilonios

A partir de las interpretaciones de los antiguos textos sumerios, acadianos y babilónicos realizadas por el investigador Zecharia Sitchin, se postula que nuestro Sistema Solar alberga una entidad celeste adicional más allá de los nueve planetas reconocidos por la ciencia contemporánea (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, aunque el estatus planetario de Plutón es objeto de debate), junto con el Sol y la Luna de la Tierra.

Zecharia Sitchin

Zecharia Sitchin. Crédito de imagen: Wikimedia Commons

Este duodécimo cuerpo, llamado Nibiru, o el “Planeta del Cruce” en la tradición sumeria, se describe como si siguiera una órbita elíptica excepcionalmente alargada con un alto grado de excentricidad. Su período orbital alrededor del Sol se estima en 3.600 años terrestres, una duración denominada «sar» en los textos antiguos. Este ciclo prolongado implica que Nibiru pasa gran parte de su tiempo lejos del sistema solar interior, acercándose solo periódicamente a las regiones cercanas a la órbita de la Tierra.

Se dice que hace aproximadamente 153.380 años ocurrió un acontecimiento crucial que alteró fundamentalmente la configuración del sistema solar. Se cree que Dea, que se encontraba entre Marte y Júpiter, sufrió un destino catastrófico cuando su luna, Letinitsa (a veces llamada Lititia), chocó con ella. Se cree que este impacto hizo añicos a Dea en innumerables fragmentos, formando el cinturón de asteroides que se observa hoy en día. Otras teorías sugieren que la destrucción del planeta pudo haber sido el resultado de una fuerza externa, como un arma poderosa o una colisión con otro objeto celeste, aunque no existe consenso sobre el mecanismo preciso.

Tras este suceso, otra luna asociada a Dea, conocida como Fatta, fue reubicada en la órbita de la Tierra, convirtiéndose en un satélite de nuestro planeta. Se cree que la fuerza explosiva generada por la desintegración de Dea tuvo consecuencias de gran alcance, como la eliminación de la atmósfera de Marte. Esta pérdida atmosférica habría hecho inhabitable Marte, lo que podría haber llevado a sus hipotéticos habitantes a buscar refugio en otro lugar, siendo la Tierra un destino plausible.

Para contextualizar cronológicamente estos acontecimientos, consideremos dos puntos de referencia hipotéticos: un periodo marcado como hace 143.008 años (correspondiente a 140.990 a. C.) y otro hace 153.384 años (151.336 a. C.). La diferencia entre estas fechas asciende a 10.346 años. Si dividimos este intervalo entre tres, obtenemos un ciclo aproximado de 3.449 años, una cifra sorprendentemente cercana al período orbital propuesto de 3.600 años de Nibiru, con una discrepancia de 151 años, o aproximadamente el 4.2 %.

Este porcentaje podría reflejar un ajuste en la órbita de Dea tras la transferencia de Fatta a la Tierra, una aceleración del ciclo de Nibiru o incluso la masa relativa de Fatta en comparación con Dea antes de su destrucción. Si se hace un seguimiento desde el año 140.990 a. C. hasta la actualidad (10 de abril de 2025), 39 ciclos completos de 3.600 años equivalen a 140.400 años, con 2.608 años adicionales transcurridos desde el último ciclo completo.

Si restamos 2.608 de 3.600, obtenemos que faltan 992 años para que Nibiru vuelva a acercarse a la órbita de la Tierra. Los pasajes históricos de Nibiru podrían entonces calcularse como ocurridos hace unos 2.608 años (600 a. C.), 4.200 años (4200 a. C.) y 7.800 años (7800 a. C.), aunque estas fechas son especulativas y dependen de la precisión del ciclo de 3.600 años.

¿Faltan 900 años para que Nibiru vuelva a acercarse a la Tierra?

¿Faltan 900 años para que Nibiru vuelva a acercarse a la Tierra? Crédito de imagen: archivo

Destrucción de Dea: ¿un acto deliberado?

Se teoriza que la destrucción de la primera luna de Dea, Luticia (o Lucifer), fue un acto deliberado, posiblemente con un arma de inmenso poder utilizada en respuesta a una fuerza agresiva que intentaba tomar el control de Dea. Esta detonación no solo destruyó la luna, sino que también desató una onda de choque que devastó Marte, despojándolo de su atmósfera y aniquilando cualquier luna que pudiera haber tenido. Esto hizo que la superficie de Marte fuera casi incapaz de soportar la vida, dejando atrás el árido y rojo planeta que conocemos hoy en día.

El cinturón de asteroides sirve como una reliquia tangible de la destrucción de Luticia, y sus escombros dispersos son un testimonio de la violencia de ese antiguo acontecimiento. Mientras tanto, Nibiru persiste como un planeta errante, atravesando su órbita de 3.600 años, con su próximo paso cerca de la órbita de la Tierra —o la antigua órbita del quinto planeta— proyectado para ocurrir en aproximadamente 990 años. Después de estos trastornos, la Tierra adquirió una tercera luna, potencialmente Fatta, que permanece en órbita como un vestigio persistente de este período turbulento.

El disco celestial de Nebra.

El disco celestial de Nebra.

Las secuelas de estos acontecimientos pueden haber provocado migraciones de hipotéticas poblaciones de Dea y Marte a la Tierra. Los supervivientes de Dea, posiblemente incluyendo una proporción significativa de mujeres, podrían haberse asentado en regiones como Siberia, adaptándose a los diversos entornos de la Tierra. Del mismo modo, los habitantes de Marte, si es que existían, podrían haberse trasladado a la Tierra, integrándose sus descendientes en la historia humana.

Otros grupos, posiblemente aliados o cautivos desplazados por el conflicto, podrían haber encontrado refugio en las zonas ecuatoriales de la Tierra, atraídos por climas similares a los de sus mundos perdidos. Estas migraciones, aunque especulativas, sugieren una reorganización de la vida en todo el Sistema Solar en respuesta al cataclismo.

En resumen, esta narrativa postula una historia dinámica para nuestro Sistema Solar, marcada por la existencia y destrucción de un quinto planeta, Dea, ahora representado por el cinturón de asteroides. La desaparición de su luna Luticia, la posterior reubicación de Fatta en la órbita de la Tierra y la ruina atmosférica de Marte pintan colectivamente un cuadro de agitación cósmica. Nibiru, con su ciclo de 3600 años, emerge como un remanente superviviente de esta saga, y sus regresos periódicos son un recordatorio de estos antiguos acontecimientos.

Aunque se basa en una mezcla de observación científica, conjetura histórica e interpretaciones alternativas de textos antiguos, este relato ofrece un marco para comprender el pasado del Sistema Solar y sus posibles encuentros futuros.

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Por: CodigoOculto.com

Redacción CODIGO OCULTO

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La verdad es más fascinante que la ficción.

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