Muchas culturas antiguas fueron testigos de un encuentro con entidades que podrían catalogarse como más que humanas. No solo leyendas, también registros y relatos ancestrales evidencian una misteriosa conexión con algo que va más allá de nuestra imaginación, y el antiguo Egipto fue uno de esos lugares en que estos hechos fantásticos se desarrollaron.
En el corazón del delta del Nilo, el implacable viaje de un escarabajo pelotero, deja un diminuto rastro de apenas unos centímetros de ancho en el suelo del desierto. Este peculiar insecto de cinco centímetros de largo, con su aparentemente mundana dieta de estiércol, sirve tanto de fuente de alimento como de depósito de sus huevos.
Sin embargo, lo que hace realmente extraordinario al escarabajo es su capacidad para hacer rodar su bola de estiércol en línea recta, desafiando todos los obstáculos. Aún más asombroso es el hecho de que es el único insecto conocido en la Tierra capaz de navegar siguiendo la débil luz de la Vía Láctea. Este extraordinario descubrimiento no fue realizado por biólogos hasta 2013.
Símbolo sagrado
Avanzamos 5.000 años y nos encontramos en el antiguo Egipto, una civilización que parecía tener al escarabajo en la más alta estima. Lo consideraban un símbolo sagrado, un vínculo directo con los propios dioses. Resulta intrigante que una civilización de tal grandeza pudiera atribuir tal significado a un insecto aparentemente insignificante.
Sin embargo, la presencia del escarabajo es omnipresente en la cultura egipcia, adornando templos y jeroglíficos por igual. En particular, un colosal escarabajo se cierne sobre el lago sagrado del templo de Karnak, donde los faraones recibían su coronación, simbolizando al dios egipcio Khepri.
Los antiguos egipcios observaban el recorrido diario del sol por el cielo, semejante al implacable camino del escarabajo pelotero por las arenas del desierto. Para ellos, la fuerza que impulsaba al sol no era otra que el dios escarabajo gigante Khepri.
Para ellos, el sol representaba el “Ojo de Ra”, el carro de Ra o quizás su nave celeste, y Khepri, el dios con cabeza de escarabajo, era el piloto que navegaba esta nave cósmica.
¿Era Khepri un alienígena ancestral?
Pero, ¿podemos ofrecer una explicación alternativa a la veneración de Khepri como piloto por parte de los egipcios? Los teóricos de los antiguos astronautas proponen una idea intrigante, sugiriendo que la representación de Khepri como un escarabajo, y a veces como un humano con cabeza de escarabajo, podría haberse inspirado en encuentros reales entre los antiguos egipcios y seres de otro mundo.
Curiosamente, los antiguos egipcios documentaron meticulosamente su historia en innumerables paredes y superficies, dejando tras de sí un rico tapiz de las creencias y encuentros de su civilización.
Según la teoría de los antiguos astronautas, los orígenes de la humanidad están entrelazados con la manipulación genética deliberada. Desde este punto de vista, resulta totalmente plausible que algunas de las criaturas representadas en estos relieves y tallas pudieran haber existido realmente en el pasado.
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