Cuando se habla de mitología griega, es normal mencionar a los dioses; Zeus, Hades, Poseidón y el resto del Olimpo… sin embargo, muy pocos saben que dentro de sus leyendas existía peligrosa mujer catalogada como un monstruo depredador: Lamia, la vampira.
La mitología griega está plagada de mitos y leyendas fantásticas, tantos que, seguramente, hay muchos de los que ni siquiera hemos escuchado. Especialmente cuando se habla de los hijos menos conocidos de los dioses.
Poseidón tuvo una hija junto a Libia, una mujer tan hermosa que fue capaz de seducir al propio Zeus, y no al revés como solía ser. Sin embargo, este personaje oculta un aterrador secreto; detrás de su belleza casi angelical se escondía un monstruo cazador que se alimentaba de niños.
Lamia es, sin duda, un personaje tanto maravilloso como grotesco que, desgraciadamente, sufrió la ira de Hera, la hermana y esposa de Zeus.
Lamia y la maldición de Hera
Hera, la diosa del matrimonio y esposa de Zeus siempre fue una mujer sumamente agresiva con las amantes de Zeus y con los hijos que tenía con ellas. Obviamente, Lamia no sería la excepción.
El castigo a Lamia fue el peor que se le puede hacer a una madre; asesinar a sus hijos y obligarla a presenciar todo. Sin embargo, su castigo eterno fue el de nunca poder cerrar los ojos, así, la imagen de sus hijos muertos se quedaría grabada para siempre en su memoria.
Aun así, Zeus, en un acto de compasión, le otorgó un don especial; poder quitarse los ojos cuando quisiera. De esta forma, la mujer podría descansar normalmente.
A pesar los intentos de Zeus, Hera había provocado que naciera un monstruo. Un cazador de infantes que, por dolor o despecho, sentía la necesidad de castigar a las madres que si podían tener a sus hijos.
La Reina de Libia
De acuerdo a las versiones que se puedan leer de la leyenda, Lamia, después de haber sido castigada por Hera, volvió a Libia donde fue nombrada reina.
Rápidamente se volvió una reina temida por las personas, especialmente por su capacidad de transformarse en serpiente y escurrirse en lugares remotos como la peor de las plagas.
Pero lo que generó verdadero terror a los habitantes de Libia eran los castigo que aplicaba, especialmente a las madres con hijos. Lamia desarrolló una envidia desproporcionada contra aquellas mujeres que podían cuidar a sus hijos.
Usando su habilidad para transformarse en serpiente, se colaba en las casas de las madres por las ventanas y así sacrificaba a los pequeños, alimentándose de su sangre como una vampira.
Sin embargo, lo que comenzó por un acto que no podía controlar se convirtió en una práctica que disfrutaba. De hecho, su legado fue tal que, aún en la actualidad, existe la tradición de amenazar a los niños que se portan mal con que la reina Lamia se los llevará.
Representaciones artísticas de la reina
Lamia no es ajena al arte griego, de hecho, es representada en muchas obras con su particular forma de serpiente, abrazando a o mordiendo a niños.
Otros artistas con estilos más románticos la representaban con una belleza dulce, casi infantil y cautivadora con la cual hipnotizaba a los caballeros griegos.
Se cree que Lamia es la principal inspiración para otros espectros, como «La llorona»; una mujer que se escucha llorando por sus hijos y que, de un momento a otro, se adentra en los hogares de los pueblos para llevarse a los niños pequeños.
Historias de entidades similares son populares en todo el mundo y todas se mueven por el mismo motivo, la muerte de sus hijos y su sed de venganza.
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Aun así, Lamia, por sus características sensuales y cautivadoras, sumado a su sed por la sangre humana es, fácilmente, uno de los primeros casos de vampirismo de la historia junto a Lilith, de la mitología hebrea. Una leyenda poco conocida, pero sumamente interesante…
Por: Erick Sumoza
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