La Tierra ha pasado por incontables etapas, cataclismos, extinciones y reinicios; y sería lógico pensar que muchas civilizaciones tecnológicas y avanzadas nacieron y terminaron, antes que nosotros.
Vivimos en un universo donde la materia se distribuye en cien mil millones de galaxias, cada una de las cuales contiene cien mil millones de estrellas, formadas por campos cuánticos donde el espacio y el tiempo no existen, que se manifiestan en forma de partículas, como electrones y fotones, o como ondas. Escondido en la historia de 14 mil millones de años de este vasto universo observable con 100 mil millones de planetas, hay un punto azul pálido repleto de vida y una civilización tecnológica creada por una extraña especie conocida como Homo sapiens.
Homo sapiens: ¿una aberración o uno de los millones de seres en evolución?
¿Somos una aberración, un accidente evolutivo, o somos uno de los millones de seres en evolución esparcidos por los lejanos confines del cosmos?
En junio de 2016, The New York Times intentó responder a esta gran pregunta sin respuesta de la especie humana, publicando un artículo de opinión titulado «Yes, There Have Been Aliens» o en español «Sí, ha habido extraterrestres».
Es casi seguro que las civilizaciones extraterrestres existieron en un momento u otro en la evolución del cosmos.
En una brillante exhibición de intuición versus evidencia, el astrofísico Adam Frank de la Universidad de Rochester y autor de ‘Light of the Stars: Alien Worlds and the Fate of the Earth‘, propuso que ‘aunque no sabemos si alguna civilización extraterrestre avanzada existen en nuestra galaxia, es casi seguro que existieron civilizaciones extraterrestres en un momento u otro de la evolución del cosmos’. El grado de pesimismo necesario para dudar de la existencia, en algún momento, de una civilización extraterrestre avanzada roza lo irracional. Ahora tenemos suficiente información para concluir que es casi seguro que existieron en algún momento de la historia cósmica”.
Un estudio de caso de los habitantes de la Isla de Pascua sirvió en parte como base para un modelo matemático que muestra las formas en que una población tecnológicamente avanzada y su planeta podrían desarrollarse o colapsar juntos. El astrofísico de Rochester Adam Frank y sus colaboradores crearon su modelo para ilustrar cómo los sistemas civilización-planeta coevolucionan. Crédito: Universidad de Rochester / Michael Osadciw
Diez mil millones de millones de veces el universo ha realizado su experimento con planetas y vida.
Adam Frank escribe que esta probabilidad no es una abstracción, no es solo un número puro. En cambio, dice, representa algo muy real:
“10 mil millones de millones de planetas que existen en el lugar correcto para que la naturaleza los tenga. Cada mundo es un lugar donde los vientos pueden soplar sobre las montañas, donde la niebla puede elevarse en los valles, donde los mares pueden agitarse y los ríos pueden fluir. (Tenga en cuenta que nuestro sistema solar tiene dos mundos en la zona Ricitos de oro, la Tierra y Marte, y ambos han tenido vientos, mares y ríos). Cuando tienes esa imagen en tu mente, ves algo extraordinario: la línea de pesimismo en realidad representa los 10 mil millones de millones de veces que el universo ha realizado su experimento con los planetas y la vida”.
El contraargumento: «No sabemos si los organismos básicos evolucionan de manera confiable a seres como nosotros».
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El argumento de Frank tiene su atractivo, respondió Ross Andersen en The Atlantic, pero es un llamado a la intuición:
“El simple hecho es que no importa cuánto deseemos vivir en un universo que está lleno de vida, y muchos de nosotros deseamos fervientemente —No tenemos la menor idea de con qué frecuencia evoluciona. De hecho, ni siquiera estamos seguros de cómo surgió la vida en este planeta. Tenemos nuestras historias sobre relámpagos y respiraderos volcánicos, pero nadie se ha acercado a duplicar la abiogénesis en un laboratorio. Tampoco sabemos si los organismos básicos evolucionan de manera confiable a seres como nosotros”.
Representación de una civilización alienígena tecnológica.
El biólogo evolutivo Wentao Ma y sus colaboradores, observa Frank, utilizaron simulaciones por computadora para mostrar que las primeras moléculas en replicación podrían haber sido hebras cortas de ARN que eran fáciles de formar y que rápidamente llevaron a una «toma de control» por parte del ADN. Y, como neurobióloga y experta líder en la evolución de la inteligencia, Lori Marino ha argumentado, la inteligencia humana evolucionó sobre estructuras cognitivas que ya tenían una larga historia de vida en la Tierra. Por lo tanto, nuestro tipo de inteligencia ya no debería verse como completamente separada de lo que evolucionó antes.
«Homo sapiens un accidente genético»
¿Con qué propósito evolucionó el cerebro humano? Es una pregunta que ha desconcertado a los científicos durante décadas, y fue respondida en 2010 por Colin Blakemore, un neurobiólogo de Oxford que argumentó que una mutación en el cerebro de un solo ser humano hace 200.000 años se convirtió en primates intelectualmente capaces como una especie superinteligente que conquistaría el mundo. El Homo sapiens parece ser un accidente genético.
Reconstrucción de un Homo sapiens. Crédito: Natural History Museum, Vienna (Austria)
Somos la única especie de los miles de millones de especies que han existido en la Tierra que ha mostrado aptitud para las radios e incluso no pudimos construir una durante el primer 99% de nuestros 7 millones de años de historia, según Charles Lineweaver de la Universidad Nacional de Australia.
Una dramática mutación espontánea
Los estudios genéticos sugieren que cada ser humano vivo se remonta a una sola mujer llamada «Eva mitocondrial» que vivió hace unos 200.000 años, dijo Blakemore en una entrevista con The Guardian. Sugirió que «la expansión repentina del cerebro hace 200.000 años fue una dramática mutación espontánea en el cerebro de Eva mitocondrial o un pariente que luego se extendió a través de la especie. Un cambio en un solo gen habría sido suficiente».
Blakemore enfatizó que la plasticidad con la que se mejoraron nuestros cerebros cuando ocurrió esta mutación. Algunos científicos, señaló, «creen que habilidades como el lenguaje tienen una fuerte base genética, pero mi teoría enfatiza lo contrario, que el conocimiento, adquirido por nuestros ahora poderosos cerebros, es el componente mental crucial. Significa que tenemos un don único en nuestra capacidad de aprender de la experiencia y transmitir esto a las generaciones futuras».
(Public domain)
La enorme y lógica desventaja de la teoría de Blakemore es que dentro de una sola generación hambrienta de conocimiento, gracias a algún desastre global de Six Mass Extinction, por ejemplo, se devolvería a la Edad de Piedra.
“Todo, observa Blakemore, se desharía. Por otro lado, no hay señales de que el cerebro humano haya alcanzado su capacidad de acumular conocimiento, lo que significa que las maravillas que ya hemos creado, desde naves espaciales hasta computadoras, representan solo el comienzo de nuestros logros”.
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«El Universo puede ejecutar el experimento muchas, muchas veces»
Frank escribe:
“El universo puede ejecutar el experimento muchas, muchas veces. Entonces, si quieres argumentar que la Tierra es única, entonces tienes la responsabilidad de mostrar por qué se selecciona tan fuertemente la inteligencia tecnológica”.
No podemos extrapolar nuestra existencia en la Tierra, contraataca Andersen, porque es solo un punto de datos. Podríamos ser los únicos seres inteligentes en el universo, escribe, «o podríamos ser uno entre millones, y de cualquier manera la historia natural de la Tierra se vería exactamente igual. Incluso si pudiéramos sacar algunas inferencias burdas, las conclusiones podrían no ser tan tranquilizadoras. Se necesitaron dos mil millones de años para que la vida simple y unicelular engendrara nuestro linaje primordial, los eucariotas.
Representación de un exoplaneta que acoge a una civilización alienígena.
Los seres humanos no parecen ser una de las soluciones de la evolución
“Y por lo que sabemos, continuó, solo sucedió una vez. Se necesitaron otros mil millones de años para que los eucariotas iniciaran la vida animal compleja, y cientos de millones de años más para el desarrollo del lenguaje y la fabricación de herramientas sofisticadas. Y a diferencia del ojo, o de los cuerpos con piernas (adaptaciones que han surgido de forma independiente en muchas ramas del árbol de la vida), la inteligencia del tipo de construcción de naves espaciales solo ha surgido una vez, en toda la historia de la Tierra. Simplemente no parece una de las soluciones de la evolución”.
En 2012, el profesor de ciencias astrofísicas de Princeton, Edwin Turner, y el autor principal David Spiegel, del Institute for Advanced Studies, analizaron lo que se sabe sobre la probabilidad de vida en otros planetas en un esfuerzo por separar los hechos de la mera expectativa de que exista vida fuera de Tierra. Los investigadores utilizaron un análisis bayesiano, que sopesa qué parte de una conclusión científica proviene de datos reales y cuánto proviene de las suposiciones anteriores del científico, para determinar la probabilidad de vida extraterrestre una vez que se minimiza la influencia de estas presunciones.
«Una decepción bayesiana»
Su estudio argumentó que la idea de que la vida ha surgido o podría surgir en un entorno similar a la Tierra tiene solo una pequeña cantidad de evidencia de apoyo, la mayoría extrapolada de lo que se sabe sobre la abiogénesis, o el surgimiento de la vida, en la Tierra primitiva. En cambio, su análisis mostró que las expectativas de vida en los exoplanetas, los que se encuentran fuera del sistema solar de la Tierra, se basan en gran medida en la suposición de que sucedería o sucederá en las mismas condiciones que permitieron que la vida floreciera en este planeta.
De hecho, concluyeron los investigadores, el conocimiento actual sobre la vida en otros planetas sugiere que es muy posible que la Tierra sea una aberración cósmica donde la vida tomó forma inusualmente rápida. Si es así, entonces las posibilidades de que el planeta terrestre promedio albergue vida serían bajas.
Turner dijo:
“La evidencia fósil sugiere que la vida comenzó muy temprano en la historia de la Tierra y eso ha llevado a la gente a determinar que la vida podría ser bastante común en el universo porque sucedió muy rápido aquí, pero el conocimiento sobre la vida en la Tierra simplemente no revela mucho sobre el probabilidad real de vida en otros planetas”.
En conclusión, parece que la elección entre intuición o evidencia es suya.
Como lo veo, un día nos tomamos en serio la vida, dejamos a un lado la carrera armamentísta que sólo sirve para estar ocupados y nos dedicamos a desarrollar la ciencia en conjunto y quien sabe cuantas sorpresas nos llevamos con solo mirar nuestro mundo.
De momento es una pena que la carrera armamentísta va ganando 1 a 0 a la razón.
Hubo un oscurantismo, una Inquisición y no aprendimos, en estos momentos la fabricación de armas es el nuevo oscurantismo.