¿Somos observados por entidades de otra dimensión? Al parecer, es probable desde el punto de vista de uno de los principales miembros de una institución internacional de mediumnidad y ciencias psíquicas.
Arthur Findlay, uno de los fundadores del Instituto Internacional de Investigación Psíquica, declaró:
“A lo largo de los años, he observado interacciones con otro reino que está entrelazado con el nuestro. Esto me ha convencido de que aquellos a los que nos referimos como difuntos persisten en una forma etérica secundaria y, dadas ciertas circunstancias, pueden manifestarse una vez más en el mundo físico”.
En 1918, Arthur Findlay se encontró con el médium John Sloan, famoso por su capacidad de voz directa. Una vez seguro de la legitimidad de Sloan, Findlay planteó numerosas preguntas sobre la vida después de la muerte y obtuvo información a través de la mediumnidad de Sloan. Findlay difundió estas revelaciones en sus escritos, en los que no sólo hablaba de la mecánica de la vida después de la muerte, sino también de la importancia de ese conocimiento para los vivos.
“Al principio, creí que no estaba ante un médium, sino ante un actor extraordinario”.
En diciembre de 1918, la esposa de Arthur Findlay cayó gravemente enferma. Tuvo que ser operada, por lo que Findlay tuvo que dejar de lado sus negocios y trasladarse con su esposa a Glasgow. Allí permaneció hasta que ella se recuperó por completo.
Arthur Findlay declaró:
“En Glasgow me encontré con un hombre que me invitó a participar en una sesión con John Sloan. Mi curiosidad me llevó hasta allí. Aquella noche, en la residencia de Sloan, me acompañaron doce personas. Nos dispusimos en círculo. El anfitrión no nos presentó a ninguno de nosotros al dueño de la casa”.
Aquella noche, John Sloan se comunicó con cincuenta y tres voces distintas. Todas las declaraciones sobre los presentes eran exactas. Arthur Findlay se preguntó cómo pudo Sloan obtener información tan detallada sobre los asistentes y sus parientes fallecidos.
Arthur Findlay declaró:
“Cada voz que imitaba John Sloan tenía su propio carácter. Al principio, creí que no estaba presenciando a un médium, sino a un actor extraordinario. Sin embargo, cuando Sloan se dirigió a mí, mencionó a mi padre, Robert Findlay. Sloan transmitió detalles que sólo conocían tres personas, y como dos de ellas habían fallecido, yo seguía siendo la única persona viva que tenía conocimiento de lo que transmitía la voz”.
A lo largo de cinco años, Arthur Findlay participó en treinta y nueve sesiones con Sloan. A lo largo de estas sesiones, recibió un total de ciento ochenta mensajes de diversas voces, que le transmitieron hechos que Sloan no podía conocer.
Un mundo más allá de nuestra vista
Durante las sesiones de Sloan, Arthur Findlay adquirió conocimientos sobre el funcionamiento del mundo etérico. Se refería a sus habitantes como etéreos. Un etéreo explicó a Findlay la razón por la que nuestro mundo permanece invisible para ellos.
Arthur Findlay declaró:
“El mundo invisible está entrelazado con el nuestro, pero sigue siendo imperceptible debido a su estado vibratorio superior. En consecuencia, no podemos percibir el mundo de los etéreos, ni ellos el nuestro a menos que reduzcan su frecuencia vibratoria”.
Comparó nuestro mundo con una habitación oscura en la que sólo son visibles resplandores dispersos, que parecen ser las únicas realidades.
A medida que la luz inunda la habitación, nuevos objetos se hacen visibles, pero los resplandores que antes destacaban en la oscuridad se desvanecen. Findlay creía que, en nuestra forma física, percibimos el mundo como lo harían quienes se encuentran en una habitación oscura.
Arthur Findlay sostenía que la explicación material del Universo no es razonable porque sólo considera el aspecto físico, mientras que el verdadero Universo es etéreo, y la materia física no es más que un reflejo de él. Describió el éter como el espacio donde existe el verdadero Universo.
Un mundo etéreo parecido al nuestro
Según Findlay, el mundo etéreo es tan tangible para sus habitantes como nuestro mundo lo es para nosotros. Creía que los etéreos viven en un mundo con campos, bosques, árboles, casas, escuelas, ropa y libros, todo ello con una belleza que supera a cualquier cosa de la Tierra.
Findlay también afirmaba que los etéreos tienen un cuerpo etéreo, un duplicado de su forma terrenal, que se compenetra con el cuerpo físico. Al morir, el cuerpo etérico se separa de la forma física y continúa la vida en el mundo etérico, funcionando a través del cuerpo etérico igual que nosotros lo hacemos a través de nuestros cuerpos físicos en la Tierra.
A través de las sesiones con John Sloan, Findlay aprendió que los etéreos pueden interactuar con nuestro mundo a voluntad, y cuanto más avanzado es un etéreo, menos probable es que busque el contacto con nuestro mundo.
Arthur Findlay observó:
“Otra pregunta planteada a los etéreos se refería a si la existencia terrenal de una persona repercute en la vida de su cuerpo etérico en otro reino. Las condiciones de vida de los habitantes del mundo etérico dependen de su estado mental y su carácter. Los individuos con inteligencia limitada y pensamientos malévolos reciben un entorno que refleja su mentalidad.
Por el contrario, los etéreos que albergan pensamientos puros llevan vidas impolutas y rebosantes de sabiduría. Por lo tanto, es crucial centrarse en el desarrollo adecuado de nuestra mente y carácter en el presente. La forma en que abandonamos el mundo físico dicta cómo entraremos en el reino etérico”.
Un mundo etéreo es algo que es intangible o poco definido y, a la vez, sutil o sublime. No es perceptible para nosotros, tampoco podemos palparlo; pero eso no significa que no exista.
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Crédito imagen de portada: depositphotos.com
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