La inmortalidad de los dioses antiguos: su secreto reside en elixires exclusivos que han sido llamados: ambrosía, amrita o Fruto del Árbol de la Vida.

Los dioses antiguos no tenían una capacidad natural de inmortalidad, ellos tenían desarrollada una fórmula o receta para ese misterioso elixir de la vida eterna, también llamado ambrosía, amrita o Fruto del Árbol de la Vida. Al ser humano se le prohibió tomarlo, para que no fuéramos igual de poderosos que ellos. Sin embargo, el secreto podría estar en el oro.

Secreto de la inmortalidad de los dioses: el elixir de la vida eterna

Uno de los ejemplos más emblemáticos está en la mitología griega, donde el alimento de la eternidad se llama ambrosía. Cuando una persona consumiera ambrosía, su sangre se transformaría en Icor, un líquido dorado y etéreo. Esta sustancia mitológica curaba enfermedades, subsanaba cicatrices y embellecía el cuerpo.

Inmortalidad, vida eterna. Cortesía: medium.com

Se encontraba abundante en los Jardines de las Hespérides, un lugar enigmático ubicado en el extremo occidental de la Tierra. También se piensa que la ambrosía era la energía espiritual que emanaba de los muertos.

En la mitología sumeria, los Anunnaki y los reyes sumerios bebían la leche materna de Ninhursag, diosa madre o Madre Tierra. Asimismo, en la Epopeya de Gilgamesh se narra una travesía relacionada al elixir. Gilgamesh llega donde Ziusudra, el único ser humano inmortal y este le dice que una planta en el fondo del océano es el secreto de la inmortalidad.

El Fruto del Árbol de la Vida en la Biblia

En muchas otras mitologías del mundo se encuentran historias de este elixir de la vida eterna. En la mitología egipcia, el dios Tot y Hermes Trismegisto bebían un «oro líquido» que podría ser el oro monoatómico.

En la Biblia se menciona el crucial Fruto del Árbol de la Vida (prohibido para Adán y Eva). La historia del Jardín del Edén se percibe similar a la de los Jardines de las Hespérides (puede ser la misma historia y mismo lugar).

Árbol de la Vida de la Biblia. Crédito: PublicDomainPictures / Pixabay

Cuando Adán y Eva comen del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, Yahvé le dice a otros dioses (o ángeles) que se debe tener cautela para que Adán y Eva no coman del fruto del Árbol de la Vida:

Ahora el hombre y la mujer son como uno de nosotros, pues conocen el bien y el mal. Si llegaran a comer algún fruto del árbol de la vida, podrían vivir para siempre. – Génesis 3:22″.

En la mitología china se habla de unos elusivos «melocotones de la inmortalidad». En la mitología hinduista védica la sustancia de la eterna juventud era el Soma o Haoma, extraída de una planta tóxica. Dhanvantari, dios hindú de la medicina tenía una olla con amrita, la bebida de la longevidad perpetua. Hay que destacar que amrita está relacionada etimológicamente con ambrosía (tal vez eran la misma sustancia).

Secreto de la inmortalidad: ¿está en el oro monoatómico?

En la alquimia, un objetivo principal es desarrollar la Piedra Filosofal, el mismo elixir de la vida eterna. Aristóteles pensaba que el oro era el metal más perfecto. La naturaleza de forma intrínseca busca un estado perfecto, así que los metales buscan transformarse en oro.

Representación del Oro monoatómico. Crédito: Yon World / YouTube

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Por eso también se ha expuesto que la sustancia secreta de la vida eterna es el oro monoatómico. Se ha informado que en la antigüedad se fabricaban alimentos con oro, como el llamado mfkzt de Egipto, un pan mezclado con oro en polvo. También se dice que Moisés conocía eso y que él fabricó el maná bíblico con oro monoatómico.

El alquimista chino Wei Po-yang dio detalles sobre la preparación de una «Píldora de la inmortalidad» a base de oro. Asimismo, Nicolás Flamel es un alquimista muy famoso que habría logrado desarrollar la fórmula de la Piedra Filosofal, llegando a ser inmortal.

Así que el secreto de la inmortalidad de los dioses antiguos está en este elixir de la vida eterna, llamado con distintos nombres por varias civilizaciones antiguas, como ambrosía, amrita o Fruto del Árbol de la Vida. Quizá ciertos alquimistas como Wei Po-yang y Nicolás Flamel sí supieron dar con la fórmula que podría estar en el oro monoatómico.

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