En la saga de antiguos instructores andinos, Bochica, ocupa un lugar de honor. Su rastro se pierde en la noche de los tiempos, y son muchos los enigmas aún por resolver. Para algunos estudiosos tras su identidad, se oculta un mito profundo, aunque no de naturaleza real, sin embargo, en la memoria de los pueblos originarios de Colombia, Bochica pertenece al panteón de los héroes presentes, aunque sus hazañas parezcan desafiar las leyes conocidas. Vayamos tras su pista.
Ajusten sus cinturones, se avecina un viaje movido.
Bochica, y el enigma de los Muiscas
“Según las leyendas chibchas, Bochica era un hombre barbudo que venía del oriente. Enseñó al primitivo pueblo chibcha normas éticas y morales y les dio un modelo para organizar sus estados, con un líder espiritual y otro secular. Bochica también enseñó a la gente agricultura, metalurgia y otras artesanías antes de partir hacia el oeste para vivir como un asceta . Cuando los Muisca más tarde abandonaron las enseñanzas de Bochica y se entregaron a una vida de excesos, una inundación sepultó la sábana de Bogotá, donde vivían. Al pedir ayuda a su héroe, Bochica regresó en un arcoíris y con un golpe de su bastón, creó las Cataratas del Tequendama, a través de las cuales las aguas de la inundación podrían drenarse”. Christopher Buck y Kevin Locke. Bochica, Indígena Mensajero de Dios en Colombia, 2021.
Para entender el mito de Bochica debemos remontar nuestra pesquisa hacia los Muiscas. Muy poco es lo que se conoce de este antiguo pueblo que habitara desde tiempos inmemoriales el altiplano cundiboyacense, centro de la actual Colombia. Los arqueólogos datan los primeros registros Muiscas desde el siglo VI a.c., y se cree las primeras migraciones arribaron a esta zona desde América Central.
Una primera aclaración es que los Muiscas también llamados Chibchas, no señalan lo mismo, ya que este último término, chibchas, refiere a las lenguas habladas por estos. De ahí que Muisca, deformación de Muexca o Moxca, en idioma chibcha signifique hombre. Su organización gubernamental se regía por una confederación dividida en cuatro unidades territoriales (Zipazgo), al mando de un jefe llamado Zipa como jefe supremo. Los Muiscas estaban muy vinculados con el elemento agua, en rituales entregados a su adoración.
También son considerados uno de los primeros pueblos en practicar la cirugía craneal, dato no menos que curioso. La Leyenda del Dorado encuentra en los Muiscas una de sus pistas claves, con Laguna de Guatavita como eje central de estos misterios. Y aquí empieza nuestro derrotero, porque estas ceremonias celebrando la llegada de un nuevo gobernante al trono, con sus cuerpos cubiertos de oro, tienen al sol como centro de su actividad, y donde Bochica es referenciado dentro de este contexto, como un enviado del mismo astro.
Para sumergirnos aún más en este misterio atendamos a los mitos cosmogónicos de los Muiscas, según narra Marcelo Rodríguez Durán en su interesante abordaje.
Leemos:
“Al principio todo era oscuridad. En el año de la nada, antes que hubiese días, noches y tormentas, todo era caos y misterio, solo había enormes rayos de luces iluminando la tierra hasta el infinito. Cuando la luz alcanzo las mayores alturas del cielo, mandó distintas señales, creando con ellas distintas aves para que fuesen por el mundo a cubrirlo de aire, aliento, vida, plantas, animales y todo lo que vive en la tierra. La luz de la creación tenía nombre de dios poderoso e infalible: se llamaba CHIMINIGAGUA. Al momento de la creación, la luz, que estaba ‘metida’ en CHIMINIGAGUA comenzó a salir para iluminar el universo. CHIMINIGAGUA era ‘una cosa grande, esencia creadora’, que infundía su luz resplandeciente a las cosas. La única luz que existía era la suya, una divinidad bondadosa y universal. Creó el universo con sus estrellas y el mundo con sus tierras y aguas. Era la oscuridad del espacio, en la noche del infinito. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzo al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo. En el proceso de creación de todo lo existente en el universo, CHIMINIGAGUA Creó a SÚA (el sol – masculino) y a CHÍA (la luna femenina), que eran esposos. Él era el benefactor de los hombres y dispensador de la fecundidad de la tierra. Ella, la representación de la hermosura de la mujer y de la luz en el firmamento en las horas de la noche. Se veneraba a través de las aguas y de las lagunas”.
Aunque la religión solar pareció dominar a los Muiscas desde sus orígenes, la adoración lunar jugó también un papel fundamental en sus posteriores creencias. Aunque estamos ante una cosmogonía conocida, la misma luego va a sufrir una alteración importante, dando paso a una compleja demarcación territorial, regida por conocimientos astronómicos de avanzada. Estas revelaciones, comienzan lentamente a emerger asombrando a los estudiosos, tal como se revela en un trabajo realizado por el investigador escocés Ashley Cowie, quién en 2020 se adentró en tierras Muiscas llevando a cabo descubrimientos sorprendentes en materia arqueo astronómicas, así como hallazgos de alineaciones geodésicas.
En un artículo de su autoría Redescubriendo a la Diosa Luna de El Dorado de Colombia, Cowie hace público sus charlas con chamanes Muiscas, custodios de la misteriosa Laguna de Guatavita, quiénes le entregaron la siguiente información:
“La astronomía fue traída a la Tierra y enseñada a los xeques por un gran ‘dragón cósmico’, y otros mitos dicen, que una serpiente dorada brillante habita las partes más profundas de la laguna sagrada, así como otras dos serpientes: una negra y otra blanca”.
Para Cowie la serpiente dorada representaría la Astronomía legada y también la producción de oro, ya que en la Laguna de Guatavita este metal se lograba producir, según intuye el estudioso escocés, mediante el uso de aleaciones, y porque no, utilización de antiguos secretos alquímicos, convertidos estos últimos en artilugios mágicos para impresionar al pueblo.
En cuanto al papel de Bochica dentro de este contexto, según Cowie:
“El mito Camino de Bochica describe el viaje del antiguo dios civilizador, Bochica, manifestación mitológica del Sol y esposo de la diosa luna Chia. Llegando desde el oriente, Bochica se apareció por primera vez al pueblo Chibcha en el pueblo de Pasca en el departamento de Cundinamarca al sur de Bogotá y viajó al noroeste enseñando: cultura, derecho moral y ética, hilado y producción textil, producción artesanal, astronomía, agricultura y habilidades de pesca y los secretos de la metalurgia y la magia. Después de predicar en Sogamoso, donde luego se construyó el gran Templo del Sol en su honor, Bochica regresó al cielo desde el pueblo de Iza”.
Bochica ¿Enviado de otro mundo?
“Casi paralelo a la tradición de Tonapa [Tunupa] y Viracocha está el mito de Bochica o Nemquetheba (Nemtherequeteba), también llamado Zuhé, entre los indios Muysca o Chibcha de Colombia. Los cuatro nombres se aplican, según Piedrahita, a un solo individuo. Fray Pedro Simón, que escribió algo antes, discrimina entre Bochica y Nemtherequeteba. Piedrahita afirma que, según la tradición chibcha, Bochica ‘vino’ al altiplano de Bogotá —de dónde, no dice—. Lo describe con una barba larga y vestido con ropas largas, que había caminado descalzo y andado predicando y enseñando a los indios un mejor modo de vida. En Sogamoso, en el altiplano colombiano, Bochica vivió dos mil años, y murió allí después de hacer muchos milagros, entre los cuales el más notable es la apertura de la hendidura en Tequendama”. Christopher Buck y Kevin Locke. Bochica, Indígena Mensajero de Dios en Colombia, 2021.
Bochica parece remontarse a los tiempos míticos, cuando los dioses se dicen habitaron con los hombres. Y es que la magnitud de sus hazañas así lo decretan. Pero a diferencia de personajes similares registrados en la historia, etiquetados como héroes civilizadores, Bochica, destaca por la confusión en el armado de su identidad. Y es que son muy diversas las interpretaciones sobre sus acciones, dependiendo del redactor, y teniendo en cuenta la tradición oral dominante.
Las apropiaciones sobre Bochica son muchas, especialmente atendiendo las crónicas españolas, y el fervor religioso católico, en su intento por combatir el indigenismo, dando paso a narraciones tergiversadas. Teniendo en cuenta esta dificultad, trataremos de encauzar su biografía trayendo al lector algunos de los pasajes más extraños protagonizados por Bochica, y desde ya no exentos de controversia.
Así tenemos una de las primeras menciones de Bochica circula desde 1540, cuando un anciano cacique muisca convertido al catolicismo, confió a Gonzalo Jiménez de Quesada y Rivera, (nada menos que el descubridor del Reino de Nueva Granada actual Colombia), la leyenda hasta entonces inédita del mítico Bochica. Narró en tiempos muy lejanos mientras se celebraba la Fiesta de Huan (festividad donde se honra al sol por su favorecimiento a las cosechas), en Serranías de Pasca, oriente de Santa Fe de Bogotá, sucedió en medio de aquella multitud, fue observada descender una casita brillante y luminosa, ante el asombro de los presentes.
El artefacto pareció chamuscar la hierba a causa de un fuego invisible, que no parecía desprender humo ni fuego. A continuación de aquel extraño objeto, posado a unos centímetros del suelo, (más tarde descrito como similar a la plata batida, conformación circular, y grandes dimensiones), un hombre se presentó ante la atónita multitud, quién luego lo bautizara con el nombre de Bochica (Supremo Dios de la Tierra, y Patrono de los Caciques), tal su definición. Otra de sus acepciones lo registran como Suamox, término chibcha que alude a la morada del sol. Más tarde se fundaría la ciudad de Sogamoso (Ciudad del Sol), donde se dice Bochica edificara su estancia espiritual. En los recuerdos del antiguo cacique muisca, Bochica es presentado como un hombre de elevada estatura, rostro afable y pacífico, y portador del don de lenguas, permitiendo al enigmático visitante su comunicación sin problemas. Su edad se calcula en sesenta años.
Bochica decidió quedarse a vivir con los Muiscas, a quién acompañó por espacio de setenta años, para así instruirlos en diversas ramas de la ciencia, agricultura, astronomía, cosmogonía, tejido, así como normas éticas. Predicó también la bondad, y buenas costumbres. Pasado ese tiempo, un día Bochica desapareció. Otras características que sobreviven sobre Bochica dan cuenta de su piel blanca, barba alargada, ojos azules, cabellera atada atrás con una cinta, vestido con una túnica blanca sin cuello. Al parecer Bochica tenía también la facultad de levitar. Otras crónicas mencionan Bochica podía curar tan solo con el tacto, y devolver la vista a los ciegos, haciendo recordar los milagros del Cristo.
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Un dato no menos clave, es la asociación de Bochica con el importante observatorio astronómico Muisca, que los españoles apodaron El Infiernito. La misteriosa construcción se alza en Villa de Leyva (noreste de Bogotá), cuyo paisaje parece evocar los antiguos megalitos franceses, conocidos como Crónlech. En El Infiernito, reputado actualmente como el Stonehenge precolombino, destacan también presencias de piedras al estilo fálico, haciendo pensar en un ancestral culto dedicado al control de la fertilidad, aunque tal tesis parece ser resistida. Cerca de esta construcción se alza la Laguna de Iguaque, señalada por los Muiscas como la cuna de la humanidad. Según narra Miguel Roberto Forero García en Bochica, El Extraterrestre Precolombino, 1992, en El Infiernito se desenterró una estatua reproduciendo un hombre de notables dimensiones, y facciones nobles, que por desgracia sufriera la destrucción de pobladores locales asustados por sus implicancias en el imaginario demoníaco. Tan solo sobrevive una mano de aquella efigie, alguna vez localizada tal vez cerca del mentón o del pecho. ¿Se trató de Bochica?
Salto del Tequendama. El caso de una ingeniería hidráulica imposible
“El salto del Tequendama, al sur de Bogotá, tiene una caída de 145 metros. Según los indios, Bochica utilizó su vara de oro para producir tal prodigio. Pero ¿qué era realmente aquella vara? ¿qué instrumento en aquella época era capaz de originar un efecto de tal magnitud? O lo que es más impactante: ¿Acaso aquel personaje utilizó un tipo de energía con suficiente poder para pulverizar las rocas que retenían las aguas, formando de esa manera el salto del Tequendama?” Bochica. El Enviado Precolombino, 2013.
Una de las primeras crónicas sobre el Salto del Tequendama proviene del naturalista alemán Alexander von Humbold, quién en 1801 durante su estancia en Colombia, va a documentar sus observaciones sobre la imponente cascada, inserta en Viajes de Humboldt por Colombia y el Orinoco. No hay duda Humbold, como bien se refleja en su obra quedó asombrado, y porque no también intrigado ante esa maravilla natural llamada Salto del Tequendama. Sus primeras sensaciones se reflejan en la extensa niebla que parece acompañar la cascada, no muy común en otras de su especie.
Escribe:
“Yo he visto cascadas más ricas en agua y sin embargo, nunca observé sobre ninguna un nubarrón tan permanente y espeso como sobre el Tequendama”.
Y aquí atención:
“Al lado del Salto se eleva una pared rocosa que es muy nombrada porque parece en realidad haber sido labrada en forma vertical por manos de artista. Como los estratos de arenisca caen allí extendidos, por eso parece tener aún más forma de muralla. El gran perfil desnudo de esta pared rocosa contrasta bellamente con la espesa vegetación boscosa del abismo rocoso inferior. Aquí y allá descuellan palmas entre los matorrales, verdaderas palmas, no Polypodium arboreum, una señal (no como dice comúnmente de la desmesurada altura de la caída”.
La pared rocosa con forma de muralla referida por Alexander von Humbold, es la de Bochica. En su obra de 1814, Investigaciones sobre las Instituciones y Monumentos de los Antiguos Habitantes de América. Con Descripciones y Vistas de Algunas de las Escenas Más Impresionantes de las Cordilleras, Humbold escribe sobre Bochica, al que llama el Buda de los Muiscas, aunque el sabio alemán pone en entredicho la leyenda que se le atribuye al mensajero divino en cuanto a Tequendama, considerado por los Muiscas como su real ejecutor.
Sobre este punto informa:
“Al viajero que contempla el tremendo paisaje de la catarata del Tequendama, no le extrañará que tribus rudas hayan atribuido un origen milagroso a rocas que parecen haber sido cortadas por la mano del hombre; a ese angosto golfo en que cae de cabeza la masa de aguas que sale del valle de Bogotá; a esos arco iris que reflejan los colores más vivos, y cuyas formas varían a cada instante; a esa columna de vapor, que se eleva como una espesa nube, y que se ve a cinco leguas de distancia, desde los paseos por Santa Fe”.
Humbold también llama la atención sobre una antigua tradición Muisca, que refiere la llegada de Bochica a nuestro mundo en tiempos preselenitas, cuando Luna aún no alumbraba nuestro firmamento. Para Humbold esta revelación Muisca acerca de la Luna, encuentra su reflejo en viejas crónicas históricas, como por ejemplo, la fábula griega de Arcadia.
Despidámonos de Alexander Humbold, y demos paso al misterio. Fue el cronista español Fray Pedro de Simón que su obra Noticias Historiales del Nuevo Reino de Granada, publicada en 1624, relata la creación del Salto del Tequendama. Según escribiera desde épocas remotas la sábana de Bogotá estaba convertida en un inmenso lago, y que en épocas de lluvias torrenciales provocaba terribles inundaciones, afectando las cosechas, y vida diaria de los pobres Muiscas. Desesperados y angustiados por su situación, los Muiscas reclamaron a Bochica su intervención para así acabar con tal sufrimiento. Invocando la fuerza del Arco Iris, Bochica decidió a poner fin a tales inundaciones.
Escribe Fray Pedro de Simón:
“Subido a una pequeña eminencia del terreno, Bochica extendió su brazo y arrojó entonces la vara de oro que tenía en las manos, abriendo esta brecha suficiente en las rocas del Tequendama, por donde se precipitaron las aguas dejando en junta la llanura, y más fértil por el limo acumulado”.
Algunos estudiosos suelen interpretar esta narrativa como cuentos del Diluvio, donde instructores divinos parecen jugar el mismo protagonismo, si se atiendan otros relatos históricos, muy semejantes en su resolución. Pero es claro que para los Muiscas, Bochica estaba muy lejos de ser un mito, o leyenda, sino alguien muy real en sus memorias. Hay algunas pistas interesantes en la lectura del cronista español. Una de ellas es el Arco Iris, que bajo una luz esotérica nos conduce hacia un pacto divino, por lo tanto Bochica es un intermediario entre mundos, o mejor dicho un “guerrero del Arco Iris“, ayudando al despertar espiritual.
Pero Bochica a través de su varita mágica se convierte a su vez en un taumaturgo, conocedor de la magia antigua, al estilo de Moisés. También, lo podemos ver como un maestro alquímico, manipulando la energía, y por ende, la materia. De allí el Salto del Tequendama sea para algunos iniciados en estos misterios, resultado de una pequeña explosión atómica, canalizado por el propio Bochica.
Así lo refiere Miguel Roberto Forero García en Bochica, El Extraterrestre Precolombino:
“La leyenda chibcha asegura que a raíz del fulgurante haz lumínico desprendido de la vara de oro de Bochica, los acantilados se evaporaron, mientras que las aguas del lago hervían al soplo de un fuego devastador, al mismo tiempo que la luz del sol se volvió opaco con las cenizas y el polvo que esmerilaban el entorno. Los árboles perdieron sus hojas, abatidas por un torbellino salido de las entrañas del valle y aun cuando era sua-mena (mediodía), apareció Za (la noche), cubriendo toda la naturaleza. Las aves huyeron espantadas y los animales de los páramos corrían enloquecidos sin saber qué dirección tomar. ¿Es acaso el relato primitivo de los chibchas referente a una explosión atómica?”.
Tras su inmensa hazaña el rastro de Bochica se pierde, en una actitud consecuente con un poder que en mentes no entrenadas conduce a la destrucción. Bochica departe los últimos tiempos predicando sus leyes, educando en la fabricación de telares, y atención, TINTURAS. Quién decodifique esta última pista podrá llevarse una sorpresa esotérica de primer orden, solo diré, todos los caminos conducen hacia la rosa y la cruz. Una cueva marca su destino final. Hasta Aquí.
Conclusión:
En 1537 los conquistadores españoles ávidos en busca de tesoros invaden los dominios Muiscas arrebatando uno de sus centros ceremoniales más sagrados, el Templo de Sogamoso, completamente aniquilados por llamas asesinas. Allí se dice atesoraban no solo metales de inigualable valor, sino información de alto valor que seguramente incluirán a Bochica y sus misterios. No obstante existe esperanza a futuro de recuperar parte de ese botín, ya que por suerte no todo se perdió. El Dorado existe, y vaya que sí. Continuará.
Bibliografía
Artículos:
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Libros:
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- Däniken, E. La Estrategia de los Dioses (1982). Barcelona: Plaza & Janés.
Cronistas:
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- Simón, Fray Pedro. (1626). Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales.
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Sitios web:
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Itzamná y Kukulkán, los Dioses Blancos Mayas.
‘https://veritas-boss.blogspot.com/2013/08/itzamna-y-kukulkan-los-dioses-blancos.html
Un artículo publicado por Débora Goldstern, colaboradora de CodigoOculto.com
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Muy buen artículo. La historia es similar al dios Andino Viracocha. Tiene muchas similitudes. Surgió de las aguas y creó el cielo, la tierra, los animales y los hombres a los que luego destruyó y volvió a crearlos a partir de la piedra, les enseñó técnicas y oficios y los dispersó en cuatro direcciones. Los incas lo adoraban sin ofrecerle sacrificios ni tributos. A Viracocha lo representaban con dos varas en las manos, como si fuesen jabalinas u hondas. Se dice que Viracocha seguía el camino del sol, perdiéndose en el océano…
Pedro Sarmiento de Gamboa señaló que Wiracocha fue descrito como “un hombre de mediana estatura, blanco y vestido con una túnica blanca, con un lazo asegurado a la cintura”. Además tenía poderes, al igual que Bochica!
Podría decirse que era la misma persona, Bochia y Viracocha…?
Saludos.
No tengo recuerdo conciente de haber leído en torno a lo tratado y me resultó muy digerible,claro y ordenado,siempre he leído los artículos de la autora y casi el total de ellos me parecen aparte de interesantes,muy comprensibles.pero lo que más se agradece y es un mérito para la credebilidad del trabajo-bien escaso en estos tiempos-el acompañar con bibliografía cada entrega,así es posible para algunos seguir escarbando en estos tópicos y el de los portadores de civilización que se dieron en diferentes momentos y lugares , de los que pervivieron hasta hoy,incluso a traves de leyandas o mitos,es de interés especial.
Gracias a C.O,por informar conocimiento interesante.