Hoy vamos a repasar la vida de uno de los hombres más notables del último siglo XX, el escritor de origen británico Arthur C. Clarke. Cumplidos trece años desde su fallecimiento ocurrido en 2008, la obra de Clarke aún resuena como una estrella brillante, aunque también controversial, cuyo legado marcó a fuego su tiempo. Científico y escritor de prestigio, Clarke fue ante todo un verdadero visionario señalando el futuro por venir. Abordemos al genio. Ajusten sus cinturones, se avecina un viaje movido.
Arthur Charles Clarke – Recuerdos del Futuro
“La mejor prueba de que hay vida inteligente en el espacio exterior es el hecho de que no ha venido aquí, el hecho de que todavía no hayamos encontrado la más mínima evidencia de vida, y mucho menos inteligencia, más allá de esta Tierra no me sorprende ni me decepciona. en lo mínimo. Nuestra tecnología debe seguir siendo ridículamente primitiva; bien podemos ser como salvajes de la jungla escuchando el latido de los tom-toms, mientras el éter que los rodea lleva más palabras por segundo de las que podrían pronunciar en toda su vida. Existen dos posibilidades: o estamos solos en el Universo o no lo estamos … Ambas son igualmente aterradoras”. Krone, Bob. Arthur C. Clarke’s Philosophy for the 21st Century, 2014.
Quién más tarde sería conocido como icono de la cultura popular, vino al mundo en Minehead, una ciudad costera de Somerset, Inglaterra, un 16 de diciembre de 1917. Hijo de un granjero, y una telegrafista de oficina, Clarke fue el mayor de cuatro hijos, quién desde niño mostró una mente brillante.
Según narrara luego, durante esas primeras épocas vivió arrobado por los paisajes de su alrededor, maravillado, ante las fascinantes “piscinas de rocas”, ocupando Somerset, y que gustaba explorar. Un hecho significativo sucedió cuando su padre le mostró una tarjeta grabada con la imagen de un dinosaurio, haciendo crecer desde entonces su pasión por los fósiles.
Su primera gran obsesión fue el satélite lunar, que solía contemplar sin descanso a través de un telescopio casero construido por él mismo, llevando a la realización de un plano de la Luna. Cuando cumplió trece años fue sorprendido por el fallecimiento temprano de su progenitor, iniciando en paralelo su interés por el género de ciencia ficción, que se viera alimentado por la lectura voraz de la revista norteamericana Astouding Stories of Super-Science, donde ciencia y misterio eran marca constante en aquella publicación.
Durante su etapa en la secundaria Richard Huish College, Clrarke recibió una beca para continuar sus estudios, que hiciera en Taunton, ciudad cercana. Allí fue madurando su faceta de escritor que con 16 años lo llevó a publicar sobre el misterio lunar. Cuatro años después en 1937 al cumplir 20 años ya mudado a Londres, Clarke se va a unir a la British Interplanetary Society (BIS), siendo su presidente por dos períodos, y formada la institución, por entusiastas consumidores de ciencia ficción, así como futuros creyentes en viajes espaciales. En ese mismo año Clarke comienza a trabajar como auditor para HM Exchequer & Audit Department, redactando en su tiempo libre esbozo de su primera novela, Against the Fall of Night, que recién verá la luz en 1953. Desde 1941 hasta 1946 plena Segunda Guerra Mundial Clarke decide prestar servicios a la Royal Air Force (RAF), que en su primera etapa lo llevan a colaborar en el campo de la mecánica, y como aviador inalámbrico de radio, recibido como instructor.
Arthur C. Clarke forma parte de la cultura popular como un autor referencial. Cortesía: mairangibay / blogspot
En 1945 Clarke es ascendido como Teniente de Vuelo, y asignado al área de radar (Ground Controlled Approach del MIT RadLab), trabajando en colaboración con el físico norteamericano Luis Walter Álvarez, futuro Premio Nobel. Toda esta etapa se vería reflejada en Glide Path, su única novela de “no ficción”, contando su aventura militar, y publicada en 1963.
Poco antes de su salida de la fuerza aérea inglesa, Clarke se apresta a llevar una de sus primeras hazañas científicas. Veamos.
Arthur C. Clarke retratado en 1936, y que con tan solo 19 años un prodigio en ascenso. Cortesía: airspacemag.com
Sobre comunicaciones por satélite geoestacionario, y la conquista espacial
“Clarke no fue el primero en proponer tal órbita, conocida como geoestacionaria, pero su ensayo popularizó la idea. Y aunque puede haber parecido inverosímil en 1945, fue menos de 12 años antes del Sputnik y solo 17 años antes del primer satélite de transmisión de televisión, Telstar. Luego, en 1965, Intelsat comenzó a lanzar el primer sistema de satélites basado en satélites geoestacionarios, y actualmente hay más de 300 satélites de este tipo en órbitas de Clarke. El futuro de las comunicaciones evolucionó mucho como lo había previsto Clarke”. Dylan Tweney. May 25, 1945: Sci-Fi Author Predicts Future by Inventing It, 2011.
En octubre de 1945 Wireless Word, popular revista británica se hace eco de un ensayo singular: Extra-terrestrial Relays. ¿Can Rocket Stations Give World-wide Radio Coverage? (Relés extraterrestres: ¿Pueden las estaciones de cohetes brindar cobertura de radio mundial?), firmado por un tal Arthur C. Clarke, que predice en su escrito, “algún día las comunicaciones de todo el mundo se cursarían por una red de tres satélites geoestacionarios ubicados a intervalos fijos alrededor del ecuador terrestre”. Originalmente una copia del trabajo con el nombre de El Futuro de las Comunicaciones Mundiales había estado circulando en privado, y más tarde reconvertido en La Estación Espacial. Sus aplicaciones de radio. El artículo causó sensación.
Arthur C. Clarke en la época que dio a luz su ensayo revolucionario, acerca de comunicaciones satelitales. Cortesía: wired.com
Allí Clarke escribió:
“Si bien es posible que eligiendo frecuencias y encaminamientos adecuados puedan proporcionarse circuitos telefónicos entre dos puntos o regiones cualesquiera de la Tierra durante gran parte del tiempo, las comunicaciones de larga distancia dependen notablemente de las particularidades de la ionosfera y, en algunos casos, pueden hasta resultar imposibles. Un auténtico servicio de radiodifusión que ofrezca una intensidad de campo constante a toda hora en todo el mundo sería inestimable, por no decir indispensable, en una sociedad mundial”.
El mundo científico recibió la propuesta del joven Clarke con agradecimiento y asombro. Con tan sólo 28 años el muchacho de Somerset estaba haciendo historia. Sin embargo, y contra todos los pronósticos Clarke decidió no patentar su trabajo, decisión de la cual luego se mofaría. Sin quererlo había fundado un imperio, para después dejarlo marchar. Su contribución igualmente tendría su premio ya que la Unión Astronómica Nacional llamó Órbita de Clarke a la “órbita geoestacionaria de 36.000 kilómetros (22.000 millas) sobre el ecuador”.
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Una idea tan sorprendente no podía pasar desapercibida, y los recelos no tardaron en llegar. Algunos críticos sostuvieron su interpretación sobre los satélites no era original, ya que otros científicos y escritores antes que él, habían tenido la misma visión. Entre ellos aparecen mencionados el ingeniero de cohetes esloveno Herman Potočnik, quién en su libro Das Problem der Befahrung des Weltraums – der Raketen-Motor (El problema de los viajes espaciales – El motor del cohete), escrito en 1928, hizo una primera mención del caso. También existe una referencia al escritor de ciencia ficción norteamericano George O Smith, que en su novela QRM Interplanetary datada de 1942, “escribió sobre una estación de relevo estacionaria en el espacio”.
El Fin de la Infancia novela publicada en 1953, resulta una de las obras más celebradas de Clarke. Cortesía: brainstomping.com
Como muchos detractores apuntan, el concepto de satélites comunicacionales llevaba tiempo en el aire. Citado por el mismo Clarke como fuente de su propia inspiración aparece el ingeniero ruso Konstantin Eduardovich Tsiolkovsky, tenido como pionero de la cohetería y astronáutica moderna. Su libro La Voluntad del Universo. Desconocida Inteligencia, 1928, propone la existencia de un ser cósmico que gobierna a los humanos como simples marionetas. Concepto más que apetecible hoy día.
Más allá de estas disputas, Clarke es visto actualmente como un gran divulgador en cuanto a los satélites y futuros usos. Tras su salida de la Royal Air Force, Clarke decide matricularse en el King’s College London, con el fin de obtener un título como matemático y físico, logro que obtendrá durante 1948. Ese mismo año Clarke comienza a trabajar como editor para el Physics Abstracts, dedicando ya tiempo completo a la escritura, y que va a derivar en su primera obra de importancia.
Los Nueve Billones de Nombres de Dios, 1953, uno de los cuentos más brillantes de Clarke, donde se aborda el mito de Shangri La. Cortesía: Youtube
El fin de la Infancia – Filosofía de la Desolación
“En Childhood´s End, una raza de extraterrestres que parecen demonios imponen la paz en una Tierra desgarrada por las tensiones de la Guerra Fría. Pero la verdadera misión de los extraterrestres es preparar a la humanidad para la siguiente etapa de evolución. En un final que es desgarradoramente conmovedor y literalmente conmovedor, Clarke sugiere que la humanidad puede escapar de sus tendencias suicidas solo dejando de ser humana”. Gerald Jonas. Arthur C. Clarke, autor que vio la ciencia ficción convertirse en realidad, muere a los 90 años, 2008.
En 1953 Arthur C. Clarke presenta Childhood’s End (El Fin de la Infancia). La obra remite como verdadera declaración de principios por parte de Clarke, así como su primordial lectura en cuanto a la vida extraterrestre. También nos presenta contradicciones por el parte de su autor, quién a pesar de revelarse como ateo consumado, parece nutrir su información de ciertos conceptos bíblicos, luego muy explotados durante el apogeo del llamado realismo fantástico, y como no del género antiguos astronautas. Un punto de vista desolador parece teñir todo el relato, punto repetitivo en sus siguientes trabajos.
Arrecifes de Taprobane, 1957, libro donde Arthur C. Clark revela sus hallazgos en Sri Lanka junto a su amigo Mike Wilson. Cortesía: abebooks.co.uk
Este celebrado escrito para muchos quizás su mejor desempeño, fue acompañado ese mismo 1953 por otro relato corto y a mi entender formidable, que tuve oportunidad de leer cuando en su momento me topé con El Retorno de los Brujos, donde aparecía reseñado.
Se trata de Los Nueve Billones de Nombres de Dios (The Nine Billion Names of God), donde Clarke aborda con sutileza un misterio para esta escritora sagrado, nada menos que Shangri La, uno de los apelativos secretos para la imperecedera Shambalah.
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Sri Lanka, y un descubrimiento asombroso
“Ceilán, donde vivo desde 1956, es un territorio casi virgen para el arqueólogo subacuático. Mi socio, Mike Wilson, y yo nos dimos cuenta de esto por primera vez cuando buceamos en el gran puerto de Trincomalee, en la costa este de la isla. Estábamos explorando unos doscientos metros de un promontorio escarpado conocido como Swami Rock, que durante tres mil años (según la leyenda local) había sido el sitio de un templo hindú. Aunque no sabíamos nada de la historia del lugar en el momento de nuestra primera visita, pronto nos dimos cuenta de que había algo peculiar en el fondo del mar sobre el que estábamos nadando. Enormes bloques de piedra estaban esparcidos en todas direcciones y, aunque estaban cubiertos de malas hierbas y percebes, muchos tenían una apariencia curiosamente artificial. Al principio decidimos que esto debía ser una ilusión; la acción del mar a veces puede tallar rocas en patrones sorprendentemente simétricos. Pero en la actualidad teníamos pruebas inequívocas de que debajo de nosotros estaba la obra del hombre, no de la naturaleza”. C. Clarke, Arthur “Ceilán y el arqueólogo subacuático” Expedición Revista 6.3 (1964): n. pag. Revista Expedition. Museo Penn, 1964
Durante 1956 la vida de Arthur C. Clarke sufre un giro inesperado cuando decide abandonar Inglaterra para trasladarse a Sri Lanka, antiguo protectorado británico conocido como Ceilán, localizado al suroeste de India, con el fin de dar rienda suelta a sus aficiones por el buceo.
En aquella hermosa isla caracterizada por su devoción al budismo, Clarke encontraría un nuevo mundo alejado del ajetreo civilizador, y que desde entonces adoptara como residencia permanente. Fue un cambio decisivo para el ya experimentado escritor, marcado por hechos trascendentales. Tal vez una llamada del destino.
Pero Clarke no estaba solo en su retiro índico, sino que lo hizo acompañado por un amigo y ex buzo de la Royal Navy, Mike Wilson, un entusiasta de la ciencia ficción, y más tarde cineasta de prestigio, Mike Wilson, con quién Clarke llevaría a cabo descubrimiento memorable. Para entender esta historia hay que remontarse al 400 a. C., cuando en aquellas fechas fue erigido en la ciudad de Trincomalee, provincia oriental, Konesar, uno de los templos más importantes de adoración a Shiva. Según las crónicas conocidas el templo era de dimensiones descomunales, y hogar de inmensos tesoros. Una horrible destrucción tuvo lugar en el siglo XVII a manos de conquistadores portugueses, quiénes arrasaron con el fabuloso templo.
En Ceilán y el Arqueólogo Subacuático, Clarke narraría aquel terrible suceso:
“La destrucción del templo comenzó el día de Año Nuevo hindú de 1624, cuando los soldados portugueses disfrazados de sacerdotes se mezclaron con los adoradores y entraron en los recintos sagrados. Esperaron hasta que el templo fue abandonado por las multitudes del día de Año Nuevo, que siguieron una procesión colina abajo y dejaron solo a unos pocos sacerdotes en Swami Rock. Entonces comenzó el saqueo; probablemente todos los que quedaban en el templo fueron asesinados, y en pocas horas se saqueó el tesoro acumulado de casi dos mil años. El templo de Konesar, para darle su nombre propio, era uno de los más ricos de Asia. Debe haber contenido una fortuna en oro, perlas y piedras preciosas, y aunque los portugueses deben haber capturado la mayor parte de esta riqueza, no la obtuvieron toda, como se demostró trescientos años después”.
Aunque desde 1950 se venían realizando algunos descubrimientos vinculados a esta historia por parte de locales, no fue hasta la llegada de Clarke y Wilson que el tema llamó la atención internacional cuando se anunció descubrimientos por parte de los mismos mientras ambos buceaban.
Nuevamente, recurrimos a Clarke:
Kubrick y Clarke. Postales de una dupla que hizo historia en el cine y literatura. Cortesía: yonomeaburro.net
“El capitel de una puerta de piedra, muy erosionado, pero perfectamente reconocible, yacía en el caos revuelto de rocas. Junto a ella había una columna rota, cuyos extremos cuadrados tenían en cada cara un diseño de pétalos de loto no muy diferente de la Rosa Tudor. A medida que nuestros ojos se volvieron más hábiles para interpretar lo que veíamos, otras regularidades comenzaron a hacerse evidentes. Las ruinas de algún gran edificio se habían esparcido a lo largo del lecho marino, donde yacían en una confusión desesperada. El agua al pie del promontorio era bastante poco profunda; donde estábamos buceando no tenía más de cuatro metros y medio de profundidad, y la mayor parte de la mampostería rota se encontraba a sólo un metro y medio por debajo de la superficie”.
Resultó en un hallazgo increíble. Años después en 1962, Mike Wilson que luego abrazaría la vida monástica, fue protagonista de otro descubrimiento memorable, cuando se topó durante otra sumersión submarina, con el Swayambhu Linga, obelisco de piedra natural, y objeto de poder sagrado, señalado como perteneciente al mítico y legendario rey Ravana, uno de los protagonistas de la épica epopeya hindú, El Ramayana. Wilson llegaría a declarar que este descubrimiento inspiró algunos pasajes de 2001.Una Odisea Espacial. Algo que Clarke siempre refutaría.
Arthur C. Clarke. Una vida dedicada a la ciencia. Cortesía: arthurcclarke.org
2001. Una Odisea Espacial, y el dilema de los dioses
“En su primera carta escrita a Clarke el 31 de marzo de 1964, Kubrick estableció en cambio que quería trabajar con el autor inglés en una película que explorara ‘las razones para creer en la existencia de vida extraterrestre’ y ‘el impacto (o falta de impacto en algunos sectores) tal descubrimiento tendría en la Tierra’. Como estos temas habían sido, en palabras del propio Clarke, su ‘principal preocupación durante los 30 años anteriores’, el escritor respondió con entusiasmo y tomó la iniciativa, sugiriendo utilizar su cuento de 1948 The Sentinel, como posible base para la película: su concepto central de un artefacto alienígena descubierto en la Luna”. Simone Odino, “Querido Arthur, ¿qué piensas?”: La colaboración de Kubrick-Clarke en su correspondencia de los Archivos Smithsonian y London“.
En marzo de 1964 Arthur C. Clarke va a recibir una carta que alterará su destino. Quién lo contacta no es otro que el ya afamado cineasta norteamericano, Stanley Kubrick, escribiendo lo siguiente:
“Estimado señor Clarke:
Es una coincidencia muy interesante que nuestro amigo común Caras te haya mencionado en una conversación que estábamos teniendo sobre un telescopio Questar. Había sido un gran admirador de sus libros durante bastante tiempo, y siempre había querido discutir con usted la posibilidad de hacer la proverbial película de ciencia ficción ‘realmente buena’. Mi principal interés radica en estas amplias áreas, asumiendo naturalmente una gran trama y carácter: Las razones para creer en la existencia de vida extraterrestre inteligente. El impacto (y quizás incluso la falta de impacto en algunos sectores) que tal descubrimiento tendría en la Tierra en un futuro próximo. Una sonda espacial con aterrizaje y exploración de la Luna y Marte. Roger [Caras] me dice que planeas venir a Nueva York este verano. ¿Tiene un horario inflexible? En caso negativo, ¿consideraría venir antes con miras a una reunión, cuyo propósito sería determinar si puede existir o surgir una idea que pueda interesarnos lo suficiente a los dos como para querer colaborar en un guion”.
2001. Una Odisea Espacial, 1968. Redefinió el cine, encumbrando a Clarke y Kubrick en el proceso. Cortesía: mexicoescultura.com
Semanas después de este mensaje, Clarke y Kubrick tienen su primer encuentro en New York. Ambos hombres se cayeron bien, y hablaron durante ocho horas seguidas. Seguirían más encuentros, donde ambos intercambiaron ideas hasta que finalmente Clarke propuso un viejo cuento de su autoría, The Sentinel (El Sentinela), como motor del proyecto.
Originalmente el relato fue presentado para concursar en una competición de la BBC durante 1948, aunque no obtuvo eco, finalmente en 1951 logró su publicación a través de una revista, 10 Historias de Fantasía, con el título Sentinel of Eternity (Centinela de la Eternidad). El argumento presentaba el descubrimiento de un misterioso monolito en la Luna, realizado por astronautas de la Tierra, abriendo un debate sobre nuestro pasado, y sobre las inteligencias creadoras.
Kubrick se entusiasma con el corto, y decide tomarlo para base de su futuro film, que empieza a circular con el título tentativo de Viaje Más Allá de las Estrellas. Un hecho sorprendente ocurre durante mayo de 1964, cuando Clarke y Kubrick son perturbados por la presencia de un OVNI.
Según se narra en Visionary: The Odyssey of Sir Arthur C. Clarke, 2012:
“Todavía puedo recordar, con bastante vergüenza, mis sentimientos de asombro y emoción, y también el pensamiento que pasó por mi mente: esto es demasiada coincidencia. Quieren evitar que hagamos esta película”.
Al parecer un objeto muy brillante sobrevoló la terraza donde se alojaba Kubrick, mientras charlaba con Clarke. Aunque el avistamiento finalmente se decantó como un satélite, Kubrick nunca estuvo muy seguro de la respuesta, y durante su vida mostró apertura al tema. Clarke en cambio como científico, siempre se negó a creer en los OVNIs, argumentando rechazo furibundo. El proyecto continuó avanzando y en 1965 recibió luz verde de la MGM.
Tres años después en 1968, el mundo suspiraría con 2001. Una Odisea Espacial. Fue el nacimiento de una nueva forma de interpretar ciencia ficción en cine, desde una óptica adulta en un salto exponencial que supuso nuevas reglas de fuego en la industria cinematográfica. Clarke y Kubrick trabajaron codo a codo en la escritura de 2001.Una Odisea Espacial, que luego vería su edición escrita ya con su nombre definitivo, aunque Kubrick legó a Clarke los derechos literarios de esta especial colaboración. Hasta Aquí.
Conclusión:
La carrera de Arthur C. Clarke a partir de entonces continuó imparable, adorado por una audiencia que nunca dejó de reverenciarlo. Hasta sus últimos días no paró de escribir, falleciendo en 2008 luego de sufrir una dolorosa enfermedad. Poco antes de su muerte una fuerte controversia tuvo lugar, al conocerse acusaciones de pedofilia involucrando a Clarke durante su estancia en Sri Lanka. Aunque estos rumores fueron acallados, su caso continúa en revisión.
Bibliografía:
Libros:
- Preludio al espacio (1951)
- Las arenas de Marte (1951)
- Islas en el cielo (1952)
- El fin de la infancia (1953)
- Claro de Tierra (1955)
- La ciudad y las estrellas (1956)
- En las profundidades (1957)
- Naufragio en el mar selenita (1961)
- 2001, una odisea espacial (1968)
- Cita con Rama (1973)
- Regreso a Titán (1975)
- Las fuentes del paraíso (1979)
- 2010, odisea dos (1982)
- Cánticos de la lejana Tierra (1986)
- Venus Prime (1987)
- 2061, odisea tres (1987)
- Rama II (1989) (con Gentry Lee)
- Tras la caída de la noche (1990) (con Gregory Benford)
- El espectro del Titanic (1990)
- Rama revelada (1991) (con Gentry Lee)
- El mundo es uno (1992)
- El martillo de Dios (1993)
- El jardín de Rama (1994) (con Gentry Lee)
- 3001, odisea final (1996)
- Luz de otros días (2000) (con Stephen Baxter)
Antologías:
- Relatos de diez mundos (1952)
- Expedición a la Tierra (1953)
- Alcanza el mañana (1956)
- Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco (1957)
- El viento del Sol: relatos de la era espacial (1972)
- Cuentos del planeta Tierra (1990)
Relatos:
- Los fuegos internos (1947)
- El centinela (1953)
- Los nueve mil millones de nombres de Dios (1953)
- La estrella (1955)
- Antes del Edén (1961)
- Criaturas abisales (1964)
- Maelstrom II (1965)
- Marque F de Frankenstein (1965)
- La luz de las tinieblas (1966)
- Playback (1966)
- Amad ese universo (1967)
- El cielo cruel (1967)
- Cruzada (1968)
- Flujo de neutrones (1970)
- Reencuentro (1971)
- Tránsito de la Tierra (1971)
- Un encuentro con Medusa (1971)
- El viento del Sol (1972)
- El secreto (1972)
- La historia más larga de ciencia ficción jamás contada (1972)
Sitios:
- 2001 Italia
Etichette. Hace 50 años: el incidente OVNI de Kubrick-Arthur Clarke.
‘http://www.2001italia.it/2014/05/50-years-ago-kubrick-arthur-clarke-ufo.html - Abducaoliteraria
López, Gisele. Revisión El Fin de la Infancia. Arthur C. Clarke.
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Blasco, Emili J. La NASA agradece el carácter visionario del escritor y científico Arthur C. Clarke.
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Radeska, Tijana. En 1956 Arthur C. Clarke descubrió las ruinas submarinas de un templo del siglo VI a. C. mientras buceaba.
‘https://www.thevintagenews.com/2016/09/08/priority-1956-arthur-c-clarke-discovered-underwater-ruins-temple-6th-century-bce-scuba-diving/ - Unión Internacional de Telecomunicaciones
Sir Arthur C. Clarke — Visionario de la era espacial.
‘https://www.itu.int/itunews/manager/display.asp?lang=es&year=2008&issue=03&ipage=Arthur-Clarke&ext=html - Vice
Isador, Graham. Le preguntamos a la gente qué momento de la infancia les dio más forma.
‘https://www.vice.com/en/article/bjxp5m/we-asked-people-what-childhood-moment-shaped-them-the-most - Vulture
Clarke, Arthur C. Destination: 2001 — Kubrick at the Controls.
‘https://www.vulture.com/2018/04/arthur-clarke-on-working-with-stanley-kubrick.html - Yahoo Noticias
López, Alfredo. Cuando Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke aseguraron avistar un ovni mientras escribían el guion de ‘2001: Una odisea del espacio’.
‘https://es.noticias.yahoo.com/cuando-stanley-kubrick-y-arthur-c-clarke-aseguraron-avistar-un-ovni-mientras-escribian-el-guion-de-2001-una-odisea-del-espacio- - Wired
Tweney, Dylan. 25 de mayo de 1945: un autor de ciencia ficción predice el futuro inventándolo.
‘https://www.wired.com/2011/05/0525arthur-c-clarke-proposes-geostationary-satellites/
Artículo escrito por Débora Goldstern, colaboradora de CodigoOculto.com
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