A 3750 metros sobre el nivel del mar se levanta un impresionante complejo inca: Sayhuite. En el lugar aún se mantienen vivas las estructuras incas que habitaron los pobladores de aquel entonces.
El misterioso sitio de Sayhuite, contiene una de las más grandes anomalías del Perú, desconcertante para los arqueólogos en cuanto a su origen y propósito. Se ubica en la provincia de Abancay alrededor de cuatro horas desde Cusco en coche y es una de las atracciones turísticas menos visitadas del país.
El sitio es considerado como un centro de culto religioso centrado en el agua. La atracción más importante del yacimiento es el monolito Sayhuite, una roca con más de 200 figuras geométricas y zoomorfas.”
Se trata de un gran bloque de granito de más o menos once metros de circunferencia, cuatro de diámetro y casi dos y medio de alto, ornamentado en su mitad superior con una serie de complejas y misteriosas figuras.
Las más de 200 figuras incluyen accidentes geográficos y construcciones humanas talladas en un aparente desorden, aprovechando los relieves y depresiones naturales de la roca. Se desconoce qué uso se le daba, pero estando en un centro ceremonial lo probable es que tuviera una significación religiosa, quizá una representación simbólica del universo o, como sostiene Federico Kauffman Doig, estuviese relacionado con el culto del agua, una especie de gigantesca paccha, habida cuenta de los receptáculos en los que podía empozarse la lluvia.
Los felinos esculpidos arriba serían, para este estudioso ‘representaciones naturalistas de Qhoa en actitud fertilizadora'”.
Otros, considerando que muchas figuras representan construcciones humanas, canales, escalinatas, estanques, proponen que la piedra de Sayhuite fue una especie de plano o croquis pétreo hecho por arquitectos incas para llevar el control de las obras hidráulicas que realizaban.
Cuentan que sus 38 agujeros distribuidos a su alrededor contenían oro y plata pero fueron los españoles quienes arrebataron los metales preciosos de esta inmensa roca y además quitaron las cabezas de las figuras de los animales tallados, pues creían que ahí también habría oro.
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