Durante años, investigadores de todo el mundo han buscado ciudades perdidas, continentes que no aparecen en los cánones históricos. Esta búsqueda, al fin, dio resultado; Zelandia, el continente que se encontró 375 años después.
En 1642 el marinero neerlandés Abel Tasman zarpó hacia una Tierra desconocida que los europeos llamaban «Terra Australis».
Dicha parte del mundo era aún desconocida para los europeos y su viaje lo llevó hasta Nueva Zelanda. Pero los maoríes locales no los recibieron con los brazos abiertos; libraron una batalla y Tasman debió devolverse sin haber puesto un pie en esta nueva tierra.
El marinero la llamó «Moordenaers Baji», o Bahía de los Asesinos, según su traducción. Aunque creyó haber encontrado el Gran continente del Sur, era evidente que no se trataba del paraíso comercial que imaginaban. Por esa razón no volvió.
Tuvieron que pasar cientos de años para descubrir que Abel Tasman estaba en lo correcto cuando se refería a un continente perdido, hasta el año 2017; 375 años después.
Un continente sin descubrir
Un grupo de geólogos anunció el hallazgo de Zelandia, una gran masa de tierra con un diámetro de 4.9 millones de kilómetros. Unas 6 veces más grande que Madagascar.
A pesar de que no existe ningún registro sobre este continente, el equipo aseguró confiando que eso es un error que se debe corregir.
Éste vendría a ser el más joven del planeta. El único detalle es que el 94% de su superficie está bajo el agua, con tan solo un puñado de islas que flotan en la superficie, como Nueva Zelanda.
Andy Tulloch, geólogo del Instituto de Investigación Crown de Nueva Zelanda GNS Science, miembro del equipo responsable del hallazgo, declaró que esto es «un ejemplo de como algo obvio puede tardar mucho tiempo en descubrirse».
El problema es que, en pleno 2021, Zelandia sigue siendo todo un enigma para la ciencia. 2 kilómetros de agua impide a los expertos descubrir por quién era habitado, cuándo y cómo se formó y cuánto tiempo lleva sumergido.
Las primeras pistas sobre Zelandia
Las primeras pistas reales sobre su existencia se obtuvieron gracias al naturalista escocés Sir James Hector en 1895.
Cuando estudió la geología neozelandesa, concluyó que el país no era más que un remanente de una cadena montañosa de una gran zona continental, que se extendía hasta el sur y al este, la cual estaba sumergida.
No se supo más nada sobre Zelandia hasta 65 años más tarde. Geólogos finalmente concordaron con una definición de lo que era un continente, lo que se creía, ayudaría en el estudio, pero no fue así. Encontrar un continente es costoso y complicado. Además, no existía una urgencia real.
Dos décadas después, Bruce Luyendyk, geofísico estadounidense, «redescubrió» la zona como un continente, bautizándolo como Zelandia.
Una ley que impulsó los estudios
La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar entró en vigor prácticamente a la par de las declaraciones de Luyendyk. Lo que despertó el interés de Nueva Zelanda.
La Convención establece que cada país puede extender sus territorios legales más allá de su Zona Económica Exclusiva para reclamar su «plataforma continental extendida», incluyendo toda riqueza mineral y petrolera.
Si Nueva Zelanda probaba que formaba parte de un continente, su territorio aumentaría hasta 6 veces más. Esto provocó una gran inversión para viajes y estudios del área y la evidencia comenzó a aparecer. Cada muestra de roca recogida, Zelandia iba tomando forma.
La guinda del pastel provino de los datos satelitales. Ahí se puede rastrear leves variaciones de la gravedad terrestre en diferentes partes de la corteza para hacer un mapeo del fondo marino.
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Así, Zelandia era completamente visible como una masa de Tierra casi del tamaño de Australia, pero conformado únicamente por 3 territorios.
Esto también sorprendió a los geólogos; a diferencia de otros continentes, a Zelandia lo conformaba Nueva Zelanda, la isla de Nueva Caledonia y los pequeños territorios australianos de la Isla de Lord Howe y la pirámide de Ball, el cual fue descrito en el siglo XVIII como «no más grande que un barco».
El misterio de su formación
Los análisis demuestran que Zelandia también perteneció a Gondwana. Estaba en una esquina al lado Este, donde limitaba con la mitad de la Antártida occidental y el Este de Australia.
Por alguna razón aún desconocida, comenzó a separarse. Tulloch explica que la corteza continental tiene unos 40 kilómetros de profundidad, siendo mucho más gruesa que la oceánica.
Mientras se alejaba, Zelandia se estiró tanto que la profundidad de su corteza llegó a medir solo 20 kilómetros.
Esto generó que se hundiera, pero no al nivel de la corteza oceánica, sino hasta desaparecer bajo el mar. Pero aún quedan muchas interrogantes.
Por ejemplo, aún no se sabe cómo es que Zelandia se mantiene unida siendo tan delgada. Tampoco se sabe en qué fecha se hundió, o siquiera si estuvo alguna vez en la superficie.
Esto lleva a otra interrogante ¿Alguna vez fue habitada? Sabemos que en Gondwana existió una gran cantidad de flora y fauna, incluyendo los primeros animales terrestres de 4 patas. Más tarde aparecieron los titanosaurios; los animales más grandes de la historia.
Los expertos creen que, de haber estado alguna vez sobre la superficie, las rocas de Zelandia podrían estar repletas de los restos de estos titanes.
Habitada por dinosaurios
En Nueza Zelanda se encontraron varios restos fosilizados de animales terrestres en los años 90. Incluyendo una costilla de un dinosaurio gigante de cola y cuello largo llamado saurópodo, el de un herbívoro con pico llamado hipsilofodonte y un dinosaurio con armadura llamado anquilosaurio.
En el 2006 se descubrió el hueso de un pie de un gran carnívoro desconocido, similar a un alosaurio. Éste hallazgo fue en las islas Chatham, a unos 800 kilómetros al este de la Isla Sur.
Cada fósil data de una época después de la separación de Zeelandia de Gondwana.
Existe un debate en la actualidad, sobre si es posible que animales terrestres pudieran vivir sin una tierra continua. De hecho, lo complicado del asunto se debe a uno de las aves emblemáticas de Nueva Zelanda; el Kiwi.
Su pariente más cercano, según los científicos, es el ave elefante gigante; una especie que habitaba Madagascar hace 800 años. Los estudios hacen suponer que ambas aves evolucionaron de un único antepasado de Gondwana.
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Obviamente no es posible extraer fósiles del fondo marino directamente, pero se ha estado estudiando las profundidades mediante perforaciones.
Un estudio más completo sobre la región se llevó a cabo en 2017; seis perforaciones de 1250 metros se realizaron en zonas diferentes.
Las muestras recolectadas tenían polen de plantas terrestres y esporas o caparazones de organismos que habitaban mares cálidos y poco profundos.
Esto da pie a pensar a que Zelandia no siempre estuvo sumergida… o al menos no a su profundidad actual.
Aún quedan muchos misterios por descubrir sobre esta misteriosa masa de tierra sumergida. Algo resaltante es que todo apunta a que Zelandia existió como un continente sobre la superficie y que alguna vez compartió el mundo junto a los demás.
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