Algunos años antes que ‘Oumuamua, otra roca espacial de origen interestelar visitó el Sistema Solar y se acercó a la Tierra. Esto ocurrió en el año 2014, según ha confirmado una investigación recientemente publicada en Astrophysical Journal.
¿Rocas espaciales interestelares podrían estar cayendo en la Tierra cada 10 años? Bueno, esa es la sugerencia que han brindado algunos investigadores.
Un equipo de astrónomos han confirmado que una sospechosa roca espacial que golpeó la Tierra en 2014 procedía de otro sistema estelar, adelantándose tres años al famoso visitante interestelar ‘Oumuamua.
Los investigadores encontraron el meteoro en el catálogo del Near Earth Object Studies (CNEOS) de la NASA en 2019. En ese momento, sin embargo, algunos de los datos sobre la trayectoria de la roca se mantuvieron en secreto por el Departamento de Defensa de Estados Unidos (DoD), cuyos sensores los recogieron.
Pero en marzo de este año, el DoD emitió un comunicado confirmando las mediciones, lo que permitió a los científicos completar su cálculo del origen de la misteriosa roca.
Roca espacial interestelar
El mini-asteroide de 0.9 metros de ancho, que entró en la atmósfera terrestre el 8 de enero de 2014, llegó a una velocidad muy rápida de 216.000 km/h. Además, siguió una trayectoria extraña, lo que sugiere que podría haber venido de fuera del Sistema Solar. Al modelar la trayectoria de la roca en el pasado y evaluar sus interacciones gravitatorias con los planetas del sistema solar, los autores del nuevo artículo confirmaron que el diminuto asteroide era, efectivamente, un recién llegado al rincón del Sol de la Vía Láctea.
La confirmación convierte a la roca, llamada CNEOS 2014-01-08, en el primer visitante conocido del espacio interestelar, precediendo al famoso asteroide ‘Oumuamua, de 200 m, que pasó a toda velocidad por delante de la Tierra en 2017. Solo un año después, los astrónomos descubrieron el segundo objeto interestelar, el cometa Borisov, de 0.5 km de ancho. El corto intervalo entre esos descubrimientos llevó a los astrónomos a creer que las rocas interestelares más pequeñas, de solo pocos metros de ancho, deben ser mucho más comunes en el sistema solar e incluso se cruzan regularmente con nuestro planeta.
Por eso, los autores del nuevo artículo, el famoso astrónomo de Harvard Avi Loeb y su colega Amir Siraj, se propusieron revisar el catálogo de CNEOS. Además del CNEOS 2014-01-08, encontraron otro meteorito prometedor, para el que, sin embargo, los datos necesarios aún están clasificados. Esta roca espacial atravesó la atmósfera terrestre en marzo de 2017.
Los investigadores creen que las rocas espaciales interestelares podrían golpear la atmósfera de la Tierra aproximadamente una vez por década. Analizar esos meteoros, sugieren los investigadores en el artículo, podría proporcionar nuevos conocimientos sobre la química de los sistemas estelares distantes.
Los autores escribieron en su artículo:
“Extrapolando la trayectoria de cada meteoro hacia atrás en el tiempo y analizando las abundancias relativas de los isótopos químicos de cada meteoro, se pueden relacionar los meteoros con sus estrellas madre y revelar conocimientos sobre la formación de los sistemas planetarios. [Algunos elementos químicos] pueden detectarse en las atmósferas de las estrellas, por lo que sus abundancias en los espectros de los meteoros pueden servir como importantes vínculos con las estrellas madre”.
Futura “cacería” de objetos interestelares
Dado que la mayoría de los meteoroides se queman en la atmósfera antes de llegar a la superficie de la Tierra, y que recuperar los que lo hacen requiere mucho tiempo y es un reto a nivel técnico, los investigadores proponen crear una red mundial de cámaras capaz de realizar mediciones espectroscópicas, análisis de las huellas dactilares de absorción de luz de las rocas espaciales que llegan y que podrían revelar su composición química.
CNEOS 2014-01-08 explotó sobre el océano cerca de Papúa Nueva Guinea, dijo Siraj a Space.com en un correo electrónico, y los científicos creen que algunos trozos de la roca pueden haber sobrevivido al viaje a través de la atmósfera terrestre y haber caído al mar. Siraj y Loeb planean una expedición para intentar recuperar algunos de los fragmentos el próximo año.
Los investigadores también sugieren que una frecuencia tan alta de visitantes interestelares a lo largo de la historia de la Tierra podría significar que las semillas de la vida que brotaron en nuestro planeta en los últimos 3.500 millones de años podrían proceder de otro sistema estelar.
Los hallazgos de la investigación han sido publicadas el 2 de noviembre en la revista Astrophysical Journal.
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