Si lo pensamos bien, los astrónomos no han estado estudiando los cielos durante mucho tiempo. El primer telescopio fue inventado en el año 1608, basado en una patente del fabricante de lentes holandés Hans Lippershey, y a pesar de que parece mucho tiempo, es nada comparado con la edad de la humanidad o en una escala mucho más grande, como la edad del universo.
Aunque nuestros antepasados carecían de instrumentos especializados y no tenían la posibilidad de estudiar totalmente los objetos en el espacio, no significa que ignoraban los eventos que ocurrían en el cielo. De hecho, en la actualidad, cuando los investigadores quieren estudiar acontecimientos que sucedieron hace mucho tiempo, a menudo recurren a los antiguos astrónomos que trabajaban con pocas o ninguna herramienta, y justamente esto es lo que está sucediendo actualmente con SN 1006, una supernova que explotó hace más de 1.000 años.
Puesto que no hay ningún documento científico real para ayudar a los actuales astrónomos a estudiar la supernova, que brilló tan intensamente como Venus durante tres meses en el año 1006 d.C., un grupo de investigadores de Alemania han recurrido a una fuente poco probable: un filósofo islámico llamado Ibn-Sīnā, que escribió varios trabajos influyentes durante la edad de oro islámica.
Una de las obras más notables de Ibn-Sīnā es el Kitab al-shifa (el «libro de la curación»), escrito alrededor del 1013 d.C. Según el equipo dirigido por R. Neuhauser del Observatorio de Jena, un pasaje en el «libro de la curación» podría proporcionar información sobre cómo las personas vieron a la supernova SN 1006.
La siguiente es una parte traducida del texto antiguo:
«Por lo tanto, se mostró ardiente y llameante por un tiempo (largo), ya sea en forma de un mechón de pelo o con una cola [es decir, en forma de un cometa], sobre todo en el norte, pero a veces también en el sur, o en forma de una estrella entre las estrellas [kawkab min al-kawakib] – como la que apareció en el año 397. Se mantuvo durante cerca de tres meses [qarıban min thalathat ashhur] haciéndose cada vez más débil hasta que desapareció; al principio se mostraba oscura y de color verde, luego comenzó a tirar chispas [yarmı bi-l-sharar] todo el tiempo, y luego se hizo más y más blanquecina y luego se volvió más débil y desapareció. También puede tener la forma de una barba o de un animal con cuernos o de otras figuras». [Fuente]
Aunque esta descripción no se compara con los complejos informes de los actuales astrónomos, es la segunda mejor opción. Sin embargo, el equipo no está seguro de si la descripción la hizo el propio Ibn-Sīnā, o se la dijo alguien más.
De cualquier manera, es un extraordinario descubrimiento en una antigua obra que ahora es de utilidad para los científicos modernos.
Además de ofrecer una visión de la supernova SN 1006 hecha por la gente del pasado durante tres meses, el pasaje ofrece a los investigadores una forma de determinar donde estaba el filósofo cuando fue testigo de ello, que es algo que los estudiosos se han preguntado desde hace un buen tiempo.
Los hallazgos del equipo se han publicado en el sitio web arXiv.org.
Los antiguos astronomos con sus observaciones y registros (en algunos casos muy precisos y detallados) brindan un confiable soporte de investigacion ya que sorprendemente los primeros astronomos sabian mucho de los fenomenos celestes solo con mera observacion. Se especula que algunas civilizaciones recibieron informacion privilegiada de seres avanzados (los dogones en Africa por mencionar un caso puntual) conocian un cuerpo celeste que solo fue comprobado y confirmado siglos despues por potentes telescopios.
Sin duda poseían un gran conocimiento, e incluso mucho antes, los sumerios ya sabían muchos datos certeros de planetas y constelaciones. Mucho del conocimiento que tenemos hoy otras civilizaciones del pasado ya lo poseían y lo aplicaban en su día a día. Se planeta que muchas antiguas culturas tuvieron contacto con seres extraterrestres quienes les entregaron conocimientos en artes, ciencia, ingeniería, medicina, etc.