Un equipo de investigadores han hallado un meteorito de casi 8 kilogramos mientras se encontraban en la Antártida. Pero no fue el único hallazgo, otras cuatro rocas espaciales de menor tamaño también fueron encontradas.
La Antártida es un lugar difícil para trabajar, por razones obvias: hace mucho frío, es remota y salvaje. Sin embargo, es uno de los mejores lugares del mundo para buscar meteoritos. Esto se debe en parte a que la Antártida es un desierto, y su clima seco limita el grado de erosión que sufren los meteoritos. Además de las condiciones de sequedad, el paisaje es ideal para la caza de meteoritos: las rocas espaciales negras destacan claramente sobre los campos nevados. Incluso cuando los meteoritos se hunden en el hielo, el movimiento de agitación de los glaciares contra la roca inferior ayuda a volver a exponer los meteoritos cerca de la superficie de los campos de hielo azul del continente.
Un equipo internacional de investigadores que acaba de regresar de la Antártida puede dar fe de la facilidad del continente para cazar meteoritos: volvieron con cinco nuevos meteoritos, entre ellos uno que pesa 7.6 kg.
María Valdés, investigadora científica del Museo Field y de la Universidad de Chicago, calcula que de los aproximadamente 45.000 meteoritos extraídos de la Antártida en el último siglo, sólo un centenar son de este tamaño o mayores.
“El tamaño no es necesariamente importante cuando se trata de meteoritos, e incluso los micrometeoritos más pequeños pueden ser increíblemente valiosos desde el punto de vista científico, pero, por supuesto, encontrar un meteorito grande como éste es raro y realmente emocionante”.
Valdés fue uno de los cuatro científicos de la misión, dirigida por Vinciane Debaille, de la Université Libre de Bruxelles (FNRS-ULB); el equipo de investigación se completó con Maria Schönbächler (ETH-Zurich) y Ryoga Maeda (VUB-ULB). Los investigadores fueron los primeros en explorar posibles nuevos yacimientos de meteoritos cartografiados mediante imágenes por satélite por Veronica Tollenaar, tesista en glaciología de la ULB.
Debaille dijo:
“Lanzarse a la aventura de explorar zonas desconocidas es emocionante, pero también tuvimos que lidiar con el hecho de que la realidad sobre el terreno es mucho más difícil que la belleza de las imágenes por satélite”.
A pesar de que programaron su viaje para el verano antártico a finales de diciembre, las temperaturas rondaron los 14° F (-10° C). Valdés señala que algunos días del viaje hacía más frío en Chicago que en la Antártida, pero que pasar días conduciendo motos de nieve y caminando por campos de hielo para luego dormir en una tienda de campaña hizo que el clima antártico pareciera más extremo.
Los cinco meteoritos recuperados por el equipo se analizarán en el Royal Belgian Institute of Natural Sciences; mientras tanto, los sedimentos que podrían contener diminutos micrometeoritos se repartieron entre los investigadores para que los estudiaran en sus instituciones.
Valdés dice que está ansiosa por ver qué revelan los análisis de los meteoritos, porque “el estudio de los meteoritos nos ayuda a comprender mejor nuestro lugar en el universo. Cuanto mayor sea el tamaño de la muestra de meteoritos, mejor entenderemos nuestro Sistema Solar y mejor nos entenderemos a nosotros mismos”.
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