Fusión entre la Vía Láctea y la galaxia Gaia-Encélado: la evidencia está en estrellas con química distinta, ubicadas en el halo de la Vía Láctea.
Una colisión de galaxias de hace 10 billones de años habría sido un evento clave en la historia de la Vía Láctea. La fuerza gravitacional de nuestra galaxia habría consumido a esta otra galaxia más pequeña, Gaia-Encélado, generando una masiva y extensiva fusión de galaxias.
Restos de Gaia-Encélado fueron detectados en el halo galáctico de la Vía Láctea. Son unas estrellas con una química y trayectoria distintas a las nativas. El descubrimiento fue realizado por un grupo internacional de astrónomos, liderado por Amina Helmi de la Universidad de Groningen, de Países Bajos.
El nombre de Gaia-Encéladus proviene de la mitología griega, donde Encéladus era uno de los Gigantes, que nació de Gaia (la Tierra, diosa primordial) y Urano (titán del cielo). Gaia es la misma diosa Gea.
La Vía Láctea está formada principalmente por el halo galáctico y el disco galáctico. El halo es la región más liviana que rodea las galaxias espirales, formado por gas interestelar ligero, estrellas viejas y materia oscura. El disco galáctico es la región más densa, brillante y poblada de una galaxia, donde se encuentran la mayor cantidad de estrellas y planetas.
Estrellas de Gaia-Encéladus quedaron desplazándose en una dirección contraria
Los astrónomos analizaron datos de la sonda espacial Gaia. Era un catálogo de 1.7 billones de estrellas, aproximadamente. Todas estas estrellas analizadas están rodeando nuestro Sistema Solar en nuestra época. Fueron 30,000 estrellas las que se destacaron por su distintivas química y trayectoria.
La investigadora líder, Amina Helmi, dijo en un comunicado:
Nosotros esperábamos estrellas de [galaxias] satélites en el halo [galáctico]. Lo que no esperábamos era descubrir que la mayoría de las estrellas del halo en realidad tienen un origen compartido en una fusión muy grande.
La trayectoria de estas estrellas es diferente a la de la mayoría de la Vía Láctea (como nuestro Sol), se están desplazando en una dirección opuesta, en un tipo de trayectoria «alargada».
La composición química de estas estrellas también es distinta: tienen menor cantidad de metales que la cantidad característica del disco galáctico. En astrofísica, esto se llama metalicidad. Este menor índice de metalicidad significa que estas estrellas deben haber nacido en un sistema con un nivel de formación estelar menor al del disco galáctico de la Vía Láctea. Ese sistema debe haber sido la galaxia Gaia-Encéladus.
Amina Helmi también dijo que la fusión con esta galaxia provocó «distorsiones» en la nuestra:
Fue arrastrada por la atracción gravitacional de la Vía Láctea y fue completamente destruida por la Vía Láctea (…) Pero, debido a que este objeto era tan grande, también causó un poco de daño a nuestra propia galaxia, y generó distorsiones.
Se piensa que Gaia-Encéladus era un poco más masiva que la Pequeña Nube de Magallanes, una galaxia irregular cercana a la nuestra con 6.5 mil millones de masas solares. La fusión galáctica con Gaia-Encélado también debe haber calentado los precursores del disco galáctico, siendo clave en la formación del disco galáctico, hace 10 billones de años.
El estudio científico ha sido publicado en la Revista Nature y se puede leer en el sitio web de pre-impresión arXiv.org.
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