A principios de siglo se descubrieron varios túneles enormes en Sudamérica. Tras investigarlos, los científicos que los descubrieron comprobaron que no habían sido hechos por ningún ser humano ni proceso geológico.
El profesor de geología Heinrich Frank descubrió un extraño agujero incrustado en una colina de una obra en construcción cuando pasaba por delante de él en la carretera, según informa Discover. Frank volvió al túnel, que había quedado al descubierto durante una excavación, y se arrastró hasta su interior.
El túnel medía 4.5 metros de largo. Frank pudo deducir que el túnel no había sido construido por fuerzas geológicas, pero nada más. Al final del túnel había una pista mucho más grande, que probablemente tampoco quieras encontrar en un túnel por el que acabas de arrastrarte voluntariamente: una colección de marcas de garras gigantes en el techo.
Frank explica a Discover:
“No hay ningún proceso geológico en el mundo que produzca largos túneles de sección circular o elíptica, que se ramifican y suben y bajan, con marcas de garras en las paredes, que ha visto docenas de cuevas de origen inorgánico y, en estos casos, está muy claro que los animales excavadores no tuvieron nada que ver en su creación.”
Se cree que el túnel, junto con muchos otros que él y otros descubrieron en Brasil y Argentina, fueron hechos por megafauna extinguida. En el caso de Frank, probablemente fueron perezosos gigantes los que hicieron los túneles, hace entre 8.000 y 10.000 años. Estas criaturas no son como los perezosos de hoy, con la diferencia principal de que eran del tamaño de un elefante africano.
Miles de túneles
En la zona de Rio Grande do Sul, Frank y su equipo hallaron más de 1.500 túneles, el más largo de los cuales tenía 609 metros de longitud y 1.8 metros de altura. Probablemente fue excavado por grupos de perezosos a lo largo de varias generaciones.
A pesar de su tamaño, hay pruebas de que los humanos pudieron cazar perezosos gigantes. Doscientas huellas fosilizadas de perezosos y humanos encontradas en Utah fueron analizadas por un equipo en un estudio de 2018, encontrando que son evidencia de que los humanos “acechaban y/o acosaban activamente a los perezosos, si no los cazaban”.
Los paleontólogos escribieron:
“Es posible que el comportamiento fuera lúdico, pero las interacciones humanas con los perezosos probablemente se interpreten mejor en el contexto del acecho y/o la caza.
Los perezosos habrían sido presas formidables. Sus fuertes brazos y afiladas garras les daban un alcance letal y una clara ventaja en los encuentros cuerpo a cuerpo.”
Los hallazgos del estudio han sido publicados en Science Advances.
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