Hace miles de millones de años, una gran estrella se abrió y arrojó sus «entrañas» al espacio. En ese momento enérgico, la llamada «core-collapse supernova» (o «supernova de colapso nuclear») formó una nube de escombros de átomos nuevos, forjados en el calor de su explosión.
El tiempo pasó. La nube se contrajo, atraída por su propia gravedad. Una estrella se formó, se trataba de nuestro sol, rodeada por trozos de roca y gas que formaron nuestros planetas y otros cuerpos en órbita. Mucho más tarde, nosotros llegamos.
Esa es la historia básica del nacimiento de nuestro sistema solar. Y, sobre todo al ver otras supernovas y otros nacimientos estelares en el espacio, los científicos saben bastante acerca de eso. Pero todavía hay mucho sobre lo que sucedió durante la explosión estelar que es un completo misterio. ¿Qué partículas exóticas y energéticas estallaron en ese primer y caliente destello de la muerte de la vieja estrella? ¿Cómo se formaron los átomos y moléculas que formaron los humanos? ¿Cuánto tiempo pasó entre la muerte de la estrella y el renacimiento como nuestro sol?
En un nuevo documento publicado ayer (4 de septiembre), un equipo de investigadores han propuesto un nuevo método para responder esas preguntas.
Cuando la antigua estrella explotó, una rara clase de antimateria fantasmal de una partícula de neutrino, llamada el «electrón antineutrino», estalló y se estrelló contra la materia circundante de la supernova. Esas colisiones ayudaron a producir un isótopo del elemento technetium llamado 98Tc. Y si los investigadores supieran cuánto 98Tc se produjo y qué le sucedió, podrían describir ese estallido moribundo con mucho más detalle. También podrían calcular mucho más precisamente cuánto tiempo atrás apareció esa supernova.
Pero lo que pasa con 98Tc es que desapareció rápidamente después de que se creó, descomponiéndose en un isótopo del elemento rutenio, llamado 98Ru. Y no había mucho de eso en primer lugar.
Los investigadores propusieron en su artículo, sin embargo, que las huellas de 98Tc podrían ser relativamente simples de detectar y medir en los meteoros que a veces caen a la Tierra, ya que esas rocas antiguas han permanecido en gran parte intactas desde el nacimiento del sistema solar. Se calculó que los electrones antineutrinos de nuestra supernova de nacimiento deberían haber producido el suficiente 98Tc para que sus productos de descomposición sean detectables en los meteoros todos estos miles de millones de años después.
Con paciencia y medida cuidadosa, escribieron, los experimentadores podían medir con precisión esas huellas. Y con una medida lo suficientemente precisa, pueden revelar los secretos de esa enorme explosión que compone la historia antigua de casi todos los átomos de su cuerpo.
El estudio científico ha sido publicado en Physical Review Letters.
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