Los tardígrados son casi indestructibles; sin embargo ahora científicos han descubierto el «punto débil» de estas diminutas y magníficas criaturas.
Unos pequeños bichos a prueba de casi todo y con la capacidad de reconfigurar sus cuerpos y entrar en animación suspendida o desecación durante muchos años.
Incluso pueden resistir ambientes a temperaturas muy bajas, altas presiones, cero oxígeno, en el vacío del espacio, radiación cósmica y hasta agua hirviendo.
Sin embargo, un equipo de científicos ahora ha hallado que los tardígrados pueden tener una debilidad: ser expuestos prolongadamente a altas temperaturas e incluso en su estado desecado, podría causarles la muerte. A más tiempo con temperaturas altas, menos serán las probabilidades de que estos organismos sobrevivan.
Impacto del aumento de las temperaturas
Según los autores del estudio, el objetivo de la investigación fue determinar el impacto del aumento de las temperaturas globales causadas por el cambio climático antropogénico en la vida de nuestro planeta.
El calentamiento global ya está afectando a la vida vegetal y animal en todo el mundo. Aunque algunas especies podrán resistir estos cambios, como por ejemplo, las cucarachas, no todos se adaptarán de forma exitosa.
Y aunque es posible que los tardígrados puedan adaptarse, el impacto del clima cambiante podrían afectar su ciclo y acabar con algunas especies.
Los tardígrados son criaturas microscópicas de entre 0.3 y 0.5 milímetros de longitud, también llamados «ositos de agua» o «lechones de musgo». Son de los animales más resistentes que existen, y se conocen aproximadamente 1.300 especies en todo el mundo.
Su hábitat son ambientes húmedos, sedimentos marinos y en agua dulce, en musgos, algas, hojarasca, en volcanes de lodo, en todo el mundo. Sus cuerpos son pequeños y anchos con ocho patas rechonchas que los hacen ver adorables.
Se mantienen activos en el agua, pero cuando llega la hora de hibernar, retraen su cabeza y piernas, y se secan casi por completo. Su forma de hibernar es tan exitosa que les ha permitido sobrevivir a cinco extinciones masivas en la historia de la Tierra.
Cambio climático y los tardígrados
Aunque se trate de animales casi inmortales, el cambio climático podría causarles complicaciones a estas extrañas criaturas.
Un estudio realizado en 2018 descubrió algo totalmente inesperado: una especie de tardígrado de la Antártida (Acutuncus antarcticus) podría encontrarse en peligro de extinción debido al cambio climático. Ahora, otra especie, Ramazzottius varieornatus, ha mostrado estar enfrentando el mismo riesgo.
Ricardo Neves de la University of Copenhagen en Dinamarca, dijo en un comunicado:
Las muestras utilizadas en este estudio se obtuvieron de las canaletas del techo de una casa ubicada en Nivå, Dinamarca.
Evaluamos el efecto de las exposiciones a altas temperaturas en tardígrados activos y desecados, y también investigamos el efecto de un breve período de aclimatación en animales activos”.
En los tardígrados activos que no se habían aclimatado a las temperaturas más altas, cerca del 50 por ciento de su población murió luego de pasar 24 horas a 37.1 grados Celsisus. Esto lleva a pensar que de encontrarse en Australia, estas pequeñas criaturas sufrirían una extinción inevitable.
Anteriormente, un estudio de 2006 mostró que los tardígrados desecados podían sobrevivir a temperaturas de hasta 151 ° C durante hasta media hora. Sin embargo, la nueva investigación demostró que la supervivencia de los tardígrados disminuye abruptamente cuanto más tiempo se mantiene la temperatura a alturas poco saludables.
Neve dijo en un comunicado:
De este estudio, podemos concluir que los tardígrados activos son vulnerables a las altas temperaturas, aunque parece que estas criaturas podrían aclimatarse al aumento de las temperaturas en su hábitat natural.
Los tardígrados desecados son mucho más resistentes y pueden soportar temperaturas mucho más altas que las que sufren los tardígrados activos. Sin embargo, el tiempo de exposición es claramente un factor limitante que limita su tolerancia a las altas temperaturas”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Scientific Reports.
Fuente: University of Copenhagen
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