Un equipo de científicos ha descubierto que el “punto débil” del campo magnético de la Tierra está creciendo, lo que permite que las radiaciones nocivas se acerquen a la superficie de nuestro planeta.

La región, conocida como Anomalía del Atlántico Sur (AAS), abarca más de 6.9 millones de kilómetros cuadrados sobre partes de África y Sudamérica y se está desplazando hacia el oeste.

La “abolladura” permite que las partículas nocivas del sol se filtren por la zona débil la zona débil del campo magnético de nuestro planeta, que LA NASA ha advertido de que “puede interferir en la recogida de datos de los satélites que lo atraviesan”.

La AAS ha aumentado un siete por ciento y se ha desplazado 19 km hacia el oeste desde que los expertos dieron la voz de alarma por primera vez en 2020.

Anomalía se podría estar dividiendo

Aunque los científicos creen que el debilitamiento de la intensidad magnética de la AAS sigue estando dentro del rango de variación normal, estudios recientes han demostrado que está empezando a dividirse de una sola mancha en dos regiones distintas de mínima intensidad de campo magnético.

La Anomalía del Atlántico Sur, representada en azul, tal como apareció en 2020. Crédito de imagen: C. Finlay, et al, CC 4.0.

Los modelos que predicen los cambios en la AAS sugieren que esta división continuará a partir de 2025, y los científicos creen que esto podría crear retos adicionales para las misiones de los satélites.

Los investigadores han especulado que el debilitamiento es una señal de que la Tierra se dirige hacia una inversión de los polos que ocurre cuando los polos norte y sur cambian de lugar – y la última vez que esto ocurrió fue hace 780.000 años.

Según ellos, si los polos están en proceso de inversión, ésta se producirá a lo largo de varios miles de años y es poco probable que el campo desaparezca por completo.

La causa del AAS se encuentra en lo más profundo de la superficie terrestre.

Terry Sabaka, geofísico del Goddard Space Flight Centre en la NASA en Greenbelt (Maryland), explicó en un comunicado:

“El campo magnético es en realidad una superposición de campos procedentes de muchas fuentes actuales”.

Aunque hay regiones fuera de la Tierra que contribuyen al campo magnético observado, la fuente principal procede del interior del planeta.

La capa exterior del núcleo de la Tierra está formada por hierro y níquel fundidos situados a 2.896 km por debajo de la superficie.
Estos metales agitados actúan como un generador masivo llamado “geodinamo”, creando corrientes eléctricas que producen el campo magnético.

Pero este movimiento no es constante. Fluctúa con el tiempo y, como resultado, el campo magnético de la Tierra también fluctúa. Esto, unido a la inclinación del eje magnético del planeta, es lo que produce el AAS, según la NASA.

Anomalía podría tener en su origen en otra ubicación

Pero los científicos también han sugerido que la AAS podría estar relacionado con una enorme reserva de roca densa conocida como la African Large Low Shear Velocity Province (LLSVP) o Gran Provincia Africana de Baja Velocidad de Cizalladura (en español). La zona de la anomalía parece corresponder a la de esta región geológica.

Estos investigadores creen que la LLSVP africana modifica el flujo de metal fundido en el núcleo exterior por debajo, lo que a su vez cambia la forma en que se comporta el campo magnético por encima de esta región, según explicaron en un artículo de 2017 para la revista Conversation.

Aunque aún se desconoce mucho sobre cómo surgió la AAS, estudios recientes han arrojado nueva luz sobre cómo está cambiando.

El seguimiento realizado por pequeños satélites conocidos como CubeSats confirmó que la AAS no permanece fija en un lugar, sino que se desplaza a la deriva.

Los investigadores también han descubierto que la región anómala se está dividiendo en dos, cada una de las cuales representa distintos centros de intensidad magnética mínima dentro de la gran AAS.

Explicación alternativa

Otro estudio sugiere que este fenómeno es en realidad un acontecimiento recurrente que puede haber afectado a la Tierra hace hasta 11 millones de años.

Si esto resulta cierto, se contradeciría la idea de que la AAS es un precursor del vuelco del campo magnético de la Tierra.

Este enorme punto débil en desarrollo es motivo de intriga y preocupación para los científicos, especialmente los de la NASA, cuyos satélites y naves espaciales orbitales pueden sufrir daños significativos por el AAS, incluida la Estación Espacial Internacional.

Cuando estos orbitadores atraviesan la anomalía, los satélites y las naves espaciales pueden sufrir cortocircuitos y fallos de funcionamiento.

Esto se debe a que la reducción de la fuerza del campo magnético de la Tierra permite que los orbitadores sean golpeados por la radiación solar entrante que perturba los sistemas tecnológicos.

Para evitar estos daños, los operadores desconectan regularmente las naves espaciales y los sistemas de los satélites antes de que entren en la AAS.

La NASA ha estado observando la Anomalía del Atlántico Sur, un punto débil en el campo magnético de la Tierra situado a 65.000 kilómetros sobre la superficie del planeta, entre Sudamérica y el suroeste de África. Crédito de imagen: ESA / Hubble

El debilitamiento del campo magnético viene siendo estudiado desde hace varios años

El debilitamiento del campo ha estado en el radar de los expertos durante años: saben que ha perdido un nueve por ciento de su intensidad en los últimos 200 años.

También parece influir en la intensidad de la aurora austral, un espectáculo de luz natural que se produce en los cielos de las regiones de latitudes altas del hemisferio sur.

Un estudio publicado en febrero en la revista Geophysical Research Letters constató un “debilitamiento sustancial” de las fluctuaciones magnéticas de la aurora austral allí donde se solapa con la AAS.

Este debilitamiento es incluso visible a simple vista, explicaron los autores del estudio a Live Science.

Creen que el debilitamiento de la fuerza magnética de la anomalía reduce la cantidad de energía que las partículas solares pueden introducir en la atmósfera terrestre -que es lo que causa la aurora-, incluso aunque más de estas partículas se acerquen a la superficie.

Para comprender mejor el impacto de la AAS en los satélites en órbita y en las naves espaciales, y cómo influye en fenómenos geofísicos como las auroras australes, los científicos de la NASA llevan años vigilándola.

Normalmente, esto sólo causa fallos de bajo nivel. Pero en casos extremos, puede dañar permanentemente el hardware crítico de un orbitador.

[FT: LS]

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