La Amazonía viene registrando cifras cada vez más altas de deforestación en la región. Desde agosto del año pasado, la devastación ilegal alcanza una media de 52 hectáreas del bosque por día, pero datos recientes registrados por el gobierno de Bolsónaro son aún más alarmantes.
Sólo en los primeros 15 días de mayo, la deforestación pasó a ser de 19 hectáreas por hora – el doble de lo registrado en el mismo período en 2018. Eso significa que en dos semanas, 6.880 hectáreas de bosque preservado en la Región Amazónica – el equivalente a casi 7 mil campos de fútbol – fueron totalmente perdidos.
La deforestación registrada en la suma de los últimos nueve meses -de agosto de 2018 a abril de 2019- fue de 8.200 hectáreas, lo que evidencia que el número registrado en apenas 15 días de mayo es más que preocupante.
Record de deforestación
Las mediciones oficiales se realizaron normalmente entre agosto de un año y julio del año siguiente. En el período de julio de 2018, un récord histórico fue alcanzado con el registro de 20.200 hectáreas deforestadas. En el ciclo actual, que va de agosto a 15 de mayo, el acumulado ya alcanzó 15 mil hectáreas y apunta a un nuevo récord negativo.
Una de las regiones que más sufrió con la deforestación es el Bosque del Jamanxim, que es históricamente blanco de saqueos de madera, y ya perdió 3.100 hectáreas.
Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente (MMA), afirmó que la responsabilidad por la creciente de la deforestación es de los gobiernos anteriores.
Salles alegó:
Todavía no ha dado tiempo de implementar nuestras políticas”.
Para los técnicos del gobierno, la deforestación puede estar vinculada a la meteorología, ya que marzo y abril son meses en que llueve mucho y la mayor incidencia de nubes dificulta el uso de satélites. Sin embargo, las tasas de devastación se refieren exclusivamente a la deforestación que se efectúa este año.
Bolsonaro justifica deforestación
Otra medida del presidente Jair Bolsonaro puede haber facilitado la deforestación en la Amazonia. Esto porque el presidente considera las fiscalizaciones realizadas por agentes del Ibama (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) e ICMbio (Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad) una «industria de multas», y por eso, aflojó las riendas. Las fiscalizaciones aún ocurren, pero el número de multas disminuyó drásticamente. Entre el 1 de enero y el 15 de mayo, el Ibama emitió sólo 850 multas, un 35% menos que en el mismo período del año pasado, cuando se emitieron 1.290. En el ICMBio, entre el 1 de enero y el 15 de mayo, se enviaron 317 multas en la región, prácticamente la mitad si se compara a los números de 2018.
El Ministerio de Medio Ambiente (MMA) también fue cuestionado por el Estado sobre las motivaciones de la paralización en los cobros, pero no se manifestó. Ricardo Salles, ha cambiado todos los cargos de liderazgo del ICMBio desde que asumió – nombrando militares.
El presidente Jair Bolsonaro, que fue multado en 2012 por el Ibama cuando pescaba en un área prohibida de protección integral en Angra dos Reis, cambió el mes pasado un decreto – de 2008 – que disponía sobre crímenes ambientales. El cambio crea «núcleos de conciliación» para discutir las multas ambientales aplicadas por los órganos, además de modificar el programa de conversión de multas en proyectos de restauración forestal, que venía siendo realizado por el Ibama.
Al justificar el cambio, el gobierno argumentó que «la conciliación debe ser estimulada por la administración pública federal ambiental (…) con vistas a cerrar los procesos administrativos federales relativos al escrutinio de infracciones administrativas por conductas y actividades dañinas al medio ambiente».
Lamentable, el gobierno de Brasil está acomodando las leyes para su beneficio, permitiendo que la deforestación se incremente.
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