James Lovelock, un científico independiente, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico, ambientalista, y famoso por la Hipótesis Gaia; ha advertido que la Tierra podría destruir a los humanos antes que nosotros la destruyamos. Lovelock cree que el COVID-19 bien puede haber sido un intento de la Tierra para protegerse. Gaia se esforzará más la próxima vez con algo aún más desagradable, sugiere.
El influyente ambientalista James Lovelock ha creído durante mucho tiempo que la Tierra se autorregula como un organismo vivo.
Su teoría de Gaia, que lleva el nombre de la deidad griega del mismo nombre que representa la personificación de la Tierra, sugiere que el entorno de nuestro planeta se ajusta en respuesta al abuso, como lo que la humanidad le está lanzando actualmente.
Y dado nuestro horrendo tratamiento del medio ambiente, Gaia está a punto de regresar con una venganza, advierte Lovelock de 102 años en un nuevo comentario para The Guardian.
Esto es lo que Lovelock tiene para decirnos:
No sé si es demasiado tarde para que la humanidad evite una catástrofe climática, pero estoy seguro de que no hay posibilidad si continuamos tratando el calentamiento global y la destrucción de la naturaleza como problemas separados.
Ese es el enfoque equivocado de las Naciones Unidas, que está organizando una gran conferencia mundial sobre el clima en Glasgow (COP26), después de haber terminado una gran conferencia mundial diferente sobre la biodiversidad en Kunming.
Esta división es tan errónea como el error que cometen las universidades cuando enseñan química en una clase diferente a la de biología y física. Es imposible comprender estos temas de forma aislada porque están interconectados. Lo mismo ocurre con los organismos vivos que influyen en gran medida en el medio ambiente global. La composición de la atmósfera de la Tierra y la temperatura de la superficie es mantenida y regulada activamente por la biósfera, por la vida, por lo que los antiguos griegos solían llamar Gaia.
Planeta que se autorregula
Hace casi 60 años, sugerí que nuestro planeta se autorregulaba como un organismo vivo. Llamé a esto la Teoría de Gaia, y más tarde se unió la bióloga Lynn Margulis, quien también abrazó esta idea. Los científicos del mundo académico nos criticaron rotundamente a ambos. Yo era un forastero, un científico independiente, y la opinión generalizada entonces era la neodarwinista de que la vida se adapta al medio ambiente, no que la relación también funcione en la otra dirección, como argumentamos. En los años transcurridos desde entonces, hemos visto cuánto la vida, especialmente la vida humana, puede afectar el medio ambiente. Dos actos genocidas, la asfixia por gases de efecto invernadero y la tala de las selvas tropicales, han provocado cambios en una escala no vista en millones de años.
Debido a que materias como astronomía, geología y meteorología se enseñan por separado en escuelas y universidades, pocas personas son conscientes de las fuerzas naturales que afectan la temperatura de la superficie de la Tierra.
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Durante miles de millones de años, la temperatura de la superficie de la Tierra ha estado determinada principalmente por el calor radiante procedente del Sol. Esta energía aumentó con el tiempo porque es la naturaleza de las estrellas como el Sol aumentar su producción de calor a medida que envejecen. Pero las temperaturas en la Tierra se mantuvieron relativamente estables gracias a Gaia: bosques, océanos y otros elementos en el sistema regulador de la Tierra, que mantuvo la temperatura de la superficie bastante constante y casi óptima para la vida.
Calentamiento global
El calentamiento global que nos concierne a todos, y que se discute esta semana en Glasgow, incluye una gran cantidad de calentamiento adicional que se produce como consecuencia de la extracción y quema de combustibles fósiles desde mediados del siglo XIX. Eso libera metano, dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera. Absorben el calor radiante y evitan que se escape de la Tierra. Esto es lo que causa el calentamiento global.
La cantidad de calentamiento global depende enormemente de las propiedades del agua. Cuando se forma hielo frío, gran parte es nieve blanca. Esto refleja la luz del Sol de regreso al espacio y se está enfriando. Pero cuando hace calor, el vapor de agua en el aire es un poderoso gas de efecto invernadero que lo calienta aún más.
Gran parte de la confusión sobre el calentamiento global se debe a las enormes cantidades de calor necesarias para cambiar el estado del agua. Pocos son conscientes de que para derretir un gramo de hielo se necesitan 80 calorías, calor suficiente para elevar la temperatura de 1 ml de agua a 80 ° C. Pruebe con un cubo de hielo en su té hirviendo.
Luego imagine cuánto calor se necesitó para derretir grandes áreas de la capa de hielo polar durante el verano reciente y cuánto más caliente habría estado el mundo si el hielo no hubiera estado allí. No es de extrañar que haya confusión sobre si hay calentamiento global o no.
Advertencias que se están cumpliendo
Las advertencias que alguna vez parecieron los escenarios catastróficos de la ciencia ficción ahora se están cumpliendo. Estamos entrando en una era de calor en la que la temperatura y el nivel del mar irán aumentando década tras década hasta que el mundo se vuelva irreconocible. También podríamos tener más sorpresas. La naturaleza no es lineal e impredecible, nunca más que en un momento de transición.
Reducir estos riesgos y adaptarnos a aquellos que ya no podemos evitar requerirá una movilización de recursos en la escala de una economía de guerra. No tenemos más remedio que reducir la quema de combustibles fósiles o enfrentar consecuencias aún peores.
Pero tampoco deberíamos depender demasiado de la energía renovable, lo que nos dejará con una brecha energética. Necesitamos construir más centrales nucleares para superar eso, aunque los “verdes” primero tendrán que superar sus temores exagerados a la radiación.
Los peligros no son tan graves como a menudo se pintan. He viajado millones de kms por aire y todo ese tiempo he estado expuesto a niveles de radiación diez veces mayores que a nivel del suelo. Los peligros son exagerados.
También debemos abordar el problema de la superpoblación y detener urgentemente la destrucción de los bosques tropicales. Sobre todo, necesitamos mirar el mundo de una manera holística.
No tengo esperanzas de un resultado positivo en COP26, sabiendo quién participa. No me invitaron a Glasgow, aunque eso no es una sorpresa. Además de tener 102 años, soy un científico independiente y los académicos universitarios nunca se han sentido cómodos con eso.
Pero mis semejantes deben aprender a vivir en sociedad con la Tierra, de lo contrario, el resto de la creación, como parte de Gaia, moverá inconscientemente la Tierra a un nuevo estado en el que los humanos ya no serán bienvenidos. El virus, COVID-19, bien puede haber sido un comentario negativo. Gaia se esforzará más la próxima vez con algo aún más desagradable.
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Tanto el Planeta, como los seres y todo lo existente en el…, conforma una unidad con el resto del Universo. Vivimos dentro de una “Gran Mente”…, expresión última que dijo un científico, en base a la Física Cuántica. Si el ser humano en general no se esfuerza por frenar su loca carrera materialista y armamentista…, y se enfoca en adquirir consciencia en el porqué y para qué de su existencia…, provocará finalmente…, su propia destrucción.