En un intento de ser los primeros del mundo en obtener las formas más avanzadas de inteligencia artificial (IA) y, de paso, mantener el control de más de mil millones de personas, un equipo de científicos de élite y el gobierno de China han recurrido a algo inquietante, en busca de inspiración: el cerebro humano.

En uno de los miles de esfuerzos que se están llevando a cabo, están construyendo un “cerebro urbano” para mejorar los ordenadores que constituyen el núcleo de las “ciudades inteligentes” que ya recorren el país, desde las amplias avenidas de Pekín hasta las calles de los pueblos pequeños, recogiendo y procesando terabytes de información procedente de intrincadas redes de sensores, cámaras y otros dispositivos que vigilan el tráfico, los rostros, las voces y la forma de andar de las personas, e incluso buscan “peleas campales”.

Equipado con capacidades de vigilancia y procesamiento visual calcadas de la visión humana, el nuevo “cerebro” será más eficaz, consumirá menos energía y “mejorará la gobernanza”, afirman sus desarrolladores.

Gao Wen, destacado investigador en inteligencia artificial, escribió en el artículo ‘City Brain: Challenges and Solution‘:

“Lo llamamos informática de retina biónica”.

El trabajo de Gao y su vanguardista laboratorio Peng Cheng, en la ciudad meridional de Shenzhen, representa mucho más que el empeño de China por ampliar la vigilancia cada vez más omnipresente de sus ciudadanos: es también un indicio de la determinación de China por ganar la carrera de lo que se conoce como inteligencia artificial general (IAG).

Riesgos de un a inteligencia artificial general

Se trata de la inteligencia artificial que no sólo podría pensar mejor que las personas en un gran número de tareas y dar a quien la controle una enorme ventaja estratégica, sino que también ha suscitado advertencias de expertos occidentales sobre una posible amenaza para la existencia de la civilización si supera a sus amos humanos y se desboca.

El de Gao es sólo uno de los cerca de 1.000 trabajos conocidos que demuestran que China va por delante en la carrera de la inteligencia general artificial, que supone un paso más allá de los grandes modelos lingüísticos como Chat GPT o Bard que ya arrasan en las sociedades con su capacidad para generar textos e imágenes y encontrar grandes cantidades de información con rapidez.

Zhu Songchun, otro destacado científico chino especializado en IA, dijo en un comunicado, según Jingchu Net, un sitio web del Hubei Daily, un medio de comunicación del Partido Comunista:

“La inteligencia artificial general es la ‘bomba atómica’ del campo de la información y la ‘ganadora de la partida’ en la competición entre China y Estados Unidos”.

Al igual que en los años 50 y 60, cuando los científicos chinos trabajaban sin descanso para construir la bomba atómica, el misil intercontinental y el satélite, “necesitamos desarrollar la IA como las ‘dos bombas y un satélite’ y formar un ‘ejército de ases’ de la IA que represente la voluntad nacional”, afirmó Zhu.

China aspira a liderar el mundo en IA para 2030, un objetivo que quedó claro en el “China Brain Project” oficial anunciado en 2016. La IA y la ciencia del cerebro son también dos de la media docena de “campos fronterizos” mencionados en el plan científico nacional de 15 años del Estado, que abarca de 2021 a 2035.

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Está la IA y luego la IAG

Hay grandes diferencias entre los sistemas de “IA estrecha” que se utilizan actualmente, que no pueden “pensar” por sí mismos pero sí realizar tareas como escribir el trabajo de fin de curso de una persona o identificar su cara, y la inteligencia artificial general, más ambiciosa, que algún día podría realizar muchas tareas mejor que los humanos.

Los científicos estadounidenses también trabajan en IAG, aunque lo hacen de forma dispersa, a diferencia de China, donde los institutos de investigación dedicados a este campo han recibido cientos de millones de dólares de financiación estatal, afirman científicos occidentales especializados en IA que han trabajado con sus homólogos chinos en campos punteros, pero que pidieron no ser identificados debido a las sensibilidades políticas que rodean al tema.

En un informe publicado en agosto por The Millennium Project, un grupo de reflexión futurista con sede en Washington D.C. que advierte de los graves peligros que entraña para la humanidad la inteligencia artificial, el “padrino de la IA” Geoffrey Hinton afirmó que sus expectativas sobre cuándo podría lograrse se habían reducido recientemente de 50 años a menos de 20, y posiblemente a tan sólo cinco.

Hinton dijo:

“Puede que estemos cerca de que los ordenadores propongan sus propias ideas para mejorarse a sí mismos y que todo vaya muy rápido. Tenemos que pensar mucho en cómo controlarlo”.

Una gran diferencia entre Occidente y China es el debate público sobre los peligros que podría plantear la IA, incluida la muy avanzada.

Anthony Aguirre, del Future of Life Institute, con sede en EE. UU., dijo en un comunicado:

“Los laboratorios de IA se apresuran temerariamente a construir sistemas cada vez más potentes, sin soluciones sólidas para hacerlos seguros”.

Aguirre se refiere en gran medida al trabajo en EE. UU. Más de 33.000 científicos firmaron en marzo un llamamiento del Instituto para que se hiciera una pausa de seis meses en algunos desarrollos de IA, aunque no fue atendido.

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Preocuparse por una revolución

En casa, el mayor temor sobre la IA destacado por los funcionarios chinos es que pueda conducir a una rebelión interna contra el gobierno del Partido Comunista. Los comentaristas han expresado públicamente su preocupación por los riesgos políticos percibidos de la IA generativa de fabricación extranjera.

Lu Chuanying, experto en gobernanza, seguridad de Internet e inteligencia artificial del Shanghai Institutes for International Studies, dijo al medio de comunicación de Shanghai The Paper:

“La postura política y la ideología de ChatGPT influirán inconscientemente en sus cientos de millones de grupos de usuarios, convirtiéndose en la máquina de propaganda más masiva de los valores y la ideología occidentales.

Esto es de gran preocupación para nuestra ideología y sistema de discurso actual”.

La preocupación provocó una nueva ley de IA que entró en vigor en China el 15 de agosto. La primera de cinco disposiciones principales establece que la IA generativa, incluidos texto, imágenes, audio y vídeo, “debe adherirse a los valores socialistas fundamentales, no debe generar incitación a subvertir poder estatal, derrocar el sistema socialista, dañar la seguridad o los intereses nacionales” y “no debe dañar la imagen nacional”.

Trabajando arduamente en sus laboratorios, algunos investigadores chinos también se han centrado en lo que la IA podría significar para la ideología. Un artículo dirigido a IAG señaló que “la información no saludable puede dañar fácilmente la psicología de los estudiantes universitarios”. El título del artículo: “An intelligent software-driven immersive environment for online political guidance based on brain-computer interface and autonomous systems” o en español: “Un entorno inmersivo inteligente impulsado por software para orientación política en línea basado en una interfaz cerebro-computadora y sistemas autónomos”.

Tal aplicación de la tecnología, afirmó, era inevitable.

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