No es la primera vez que investigadores han sugerido que debemos buscar signos de civilizaciones alienígenas bajo tierra o bajo el agua. Quizá ese sea el mejor lugar para hallarlas, refirieron.

El 31 de marzo de 2023, el viento solar alcanzó el planeta Tierra. El fenómeno es común, pero lo inusual es que esta vez está causado por la eyección desde el núcleo solar de materia de tamaño equivalente al de 20 planetas Tierra. Va acompañado de una corriente de partículas que vuelan en diferentes direcciones.

Estas partículas solares, cargadas de baja energía, se denominan viento solar. Vuelan a una velocidad de dos mil kilómetros. En el caso del Sol, están representadas por electrones, protones y partículas alfa (los núcleos del átomo de helio) y no son radiación.

Sin embargo, hay un momento en que, durante la eyección de la masa coronal del Sol, se liberan partículas ultrarrápidas, que ya suponen una gran amenaza. Llegan a la superficie de nuestro planeta decenas de minutos después de una erupción solar.

Viento solar, una amenaza para la vida en la superficie de planetas

El viento solar, normalmente inofensivo, puede convertirse en una amenaza para la humanidad si se amplifica o cuando se debilita el campo magnético de la Tierra, que normalmente nos protege del flujo de radiación y otras radiaciones peligrosas procedentes del espacio. La tecnología moderna, los equipos de comunicación y navegación, los sistemas de suministro y distribución de energía serán los primeros en sufrir las consecuencias.

Las personas con problemas de salud, especialmente en lo que se refiere a la presión sanguínea, el sistema nervioso, también deben tener cuidado. Una tormenta magnética puede “romper los tornillos” y causar deterioro.

Periódicamente llegan informes desde frentes científicos de que el núcleo de la Tierra ha dejado de girar y podría empezar a hacerlo en sentido contrario. Según la mayoría de los científicos, se trata de un proceso cíclico y no hay de qué preocuparse. Otros escriben que el periodo de parada ha pasado, que el núcleo está girando en la otra dirección, etc.

La rotación del núcleo de la Tierra es el proceso por el que existe vida en el planeta. Este proceso crea un campo magnético que nos protege de los efectos dañinos del flujo de partículas procedentes del espacio. Si el núcleo interno de la Tierra se detiene, o cambia significativamente la velocidad de movimiento, entonces nuestra civilización en su forma actual dejará de existir, e incluso puede caer completamente en el olvido. Es probable que en la actualidad se esté produciendo un cambio en los parámetros de rotación del núcleo del planeta, que se manifiesta en forma de terremotos. Es posible que los cataclismos no hagan sino intensificarse.

Bases extraterrestres y civilizaciones que precedieron a la humanidad moderna

Ahora nos enfrentamos a una combinación de dos factores: la amenaza de que la Tierra se detenga y las corrientes cargadas de partículas procedentes del Sol. Por cierto, el Sol tiene su propio campo magnético y protege al sistema solar de los peligrosos rayos del exterior. Y aquí llegamos a las bases extraterrestres. Las civilizaciones que pueden viajar por el universo saben mejor que las nuestras cómo protegerse de los efectos de la radiación. Tal vez algunas civilizaciones han experimentado cataclismos similares en sus planetas de origen. Tal vez Marte estuvo habitado, y entonces el núcleo se detuvo, acabando primero con el campo magnético y luego con su densa atmósfera. Un marciano u otra civilización en una situación similar sólo puede sobrevivir yendo bajo la superficie del planeta, escondiéndose de la radiación, adaptándose y preparándose para una huida espacial.

Naturalmente, los extraterrestres que crearon bases en nuestro planeta tuvieron todo esto en cuenta hasta el más mínimo detalle. Por lo tanto, sus bases deben buscarse bajo tierra. Están ocultas a nuestros ojos no porque sean extraterrestres o civilizaciones antiguas, sino por si pudiera aumentar la densidad del flujo de partículas procedentes del espacio.

En su mayoría, no se preocupan por la humanidad, que se encuentra en un nivel de desarrollo extremadamente bajo. Igual que hacemos con los animales e insectos que viven a nuestro lado y hasta ahora no causan muchos problemas y aportan ciertos beneficios. Somos para ellos, en cierto sentido, una forma de simbiosis, vecinos, materia prima, mano de obra, conejillos de indias. Pero no enemigos ni competidores por los recursos, con mayor razón. Cabe destacar que, a pesar del retraso tecnológico, la humanidad moderna es incluso más fuerte en algunos aspectos.

Las bases alienígenas y las antiguas civilizaciones no deberían estar situadas en cualquier lugar, sino en los lugares de menor exposición a la radiación. El campo magnético de la Tierra no es uniforme y la protección tampoco. He aquí, por ejemplo, un diagrama de la intensidad de la radiación radiactiva externa recopilado a partir de los resultados de las observaciones en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

Diagrama de la intensidad de la radiación radiactiva externa recopilado a partir de los resultados de las observaciones en la Estación Espacial Internacional (ISS).

Las bandas superior e inferior de intensidad roja son las líneas de inmersión del campo magnético terrestre. Es en estas zonas donde se observan las auroras boreales y la anomalía del Atlántico Sur. Seguramente las bases de extraterrestres y civilizaciones anteriores podrían estar situadas fuera de estas zonas.

El lugar ideal para una base extraterrestre es bajo el agua

El lugar ideal para las bases de los extraterrestres y las civilizaciones anteriores, así como posiblemente para las futuras generaciones de humanos, es el fondo de los mares y océanos, o mejor dicho, las profundidades bajo el fondo. La ventaja de esta disposición es que el agua y los materiales que la contienen proporcionan protección contra la radiación. Sus propiedades se utilizan tanto en la astronáutica como en la industria nuclear.

La investigación sobre las propiedades protectoras del agua no ha hecho más que empezar. El uso de metales pesados, de plomo y más pesados para la protección contra las radiaciones, es irracional, sobre todo en las bases móviles, ya que tienen un efecto acumulativo.

Las bases bajo el fondo del mar son una excelente protección tanto contra posibles catástrofes naturales como contra vecinos tan absurdos dispuestos a una guerra nuclear. En este sentido, puede que el mito de la Atlántida no sea un mito y que los atlantes no sean como los imaginamos.

Crédito de imagen: depositphotos.com

Existe la versión de que una civilización más antigua, tras sobrevivir a una catástrofe nuclear, pasó a la clandestinidad incluso antes de la aparición del hombre. Es posible que esas civilizaciones se hayan refugiado bajo el agua o bajo tierra, hace millones de años.

Algunos testigos presenciales supuestamente vieron que cuando la radiación en Chernóbil en los primeros días de la explosión superó en más de 2000 veces la dosis máxima, entonces apareció un objeto en el epicentro, permaneció colgado durante unos 20 minutos y el nivel de radiación, permaneciendo alto, bajó a valores aceptables. Si es así, entonces esta civilización sabe cómo suprimir la radiación.

Ojo al piojo:

Quizá sea hora de enfocar de una forma diferente la búsqueda de vida alienígena. Quizá sea más posible que ellos ya estén aquí, desde mucho antes que nosotros. O también podrían estar en otros planetas como Marte, pero bajo la superficie, e incluso en lunas como Europa, pero bajo la gruesa capa de hielo.

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