¿Realmente pueden los árboles comunicarse por una red formada por hongos bajo tierra? Una nueva revisión bibliográfica de artículos sobre las llamadas “redes micorrícicas comunes” parece indicar que la ciencia que las sustenta no es tan sólida como se pensaba.
Al igual que los Ents de “El Señor de los Anillos“, en la botánica moderna existe la idea de que los árboles pueden “hablar” entre sí a través de una delicada red de filamentos fúngicos que crece bajo tierra. La idea es tan seductora que ha calado en la cultura popular e incluso se la ha denominado la “wood-wide network”.
Sin embargo, según Justine Karst, profesora asociada de la Facultad de Ciencias Agrícolas, de la Vida y Medioambientales de la Universidad de Alberta, todo podría ser un disparate. En un nuevo estudio, Karst y dos colegas cuestionan tres creencias muy extendidas sobre las capacidades de unos hongos subterráneos llamados “common mycorrhizal networks” (CMN) (“redes micorrícicas comunes”) que conectan las raíces de distintas plantas.
Karst afirma:
“Es estupendo que la investigación de las CMN haya despertado el interés por los hongos del bosque, pero es importante que el público entienda que muchas ideas populares van por delante de la ciencia”.
Datos obtenidos
La ciencia ha demostrado que las CMN existen, pero los investigadores afirman que no hay pruebas suficientes para demostrar que estas redes sean adecuadas para los árboles y sus plántulas. Karst y los coautores Melanie Jones, de la University of British Columbia Okanagan, y Jason Hoeksema, de la University of Mississippi, analizaron datos de estudios de campo anteriores para comprobar si las creencias generalizadas eran ciertas.
Por ejemplo, una de las afirmaciones de que las CMN son comunes en los bosques no estaba respaldada por suficientes pruebas científicas. Otra afirmación, la de que los árboles más viejos utilizan las CMN para proporcionar a las plántulas recursos como nutrientes y que esto les ayuda a sobrevivir y crecer, tampoco se desprendía de estudios anteriores.
Una revisión de 26 estudios descubrió que, aunque los árboles pueden mover recursos bajo tierra, los CMN sólo facilitan ese flujo en algunas ocasiones, y las plántulas no suelen beneficiarse del acceso a los CMN. En general, su análisis demostró que había casi tantas pruebas de que conectarse a un CMN ayudaría o perjudicaría a las plántulas como de que no tendría ningún efecto.
Karst y sus coautores afirman que no hay ni un solo estudio de campo revisado y publicado que respalde la tercera afirmación, según la cual los árboles adultos prefieren enviar recursos o “señales de advertencia” de daños por insectos a los árboles jóvenes a través de las CMN.
Los investigadores afirman que la información exagerada puede cambiar y distorsionar la forma de hablar sobre los CMN, lo que podría afectar a la gestión de los bosques.
Karst afirma:
“Distorsionar la ciencia sobre las CMN en los bosques es un problema porque una ciencia sólida es fundamental para decidir cómo se gestionan los bosques. Es prematuro basar las prácticas y políticas forestales en los CMN per se sin disponer de más pruebas. Y no detectar la información errónea puede erosionar la confianza pública en la ciencia”.
Los hallazgos del estudio han sido publicados en la revista Nature Ecology and Evolution.
Crédito imagen de portada: depositphotos.com
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