¿Por qué algunos arqueólogos dicen sentir temor de abrir la tumba del Primer Emperador de China? ¿Acaso temen de ocurra nuevamente algo similar a la llamada “maldición” de Tutankamón? Quizá no solo sientan miedo de amenazas “sobrenaturales”, también de las posibles trampas que podrían haber colocado en el acceso a la tumba.
En 1974, en un campo de la provincia china de Shaanxi, unos agricultores tropezaron con uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de todos los tiempos. Durante las excavaciones, encontraron fragmentos de una figura humana hecha de arcilla.
Las excavaciones arqueológicas han demostrado que el campo estaba sobre varios fosos, atestados de miles de modelos de terracota de tamaño natural de soldados y caballos de guerra; es decir el llamado Ejército de Terracota que resguarda al Emperador.
Parece que la misión de este Ejército de Terracota era custodiar el cercano mausoleo de Qin Shi Huang, el formidable primer emperador de la dinastía Qin, que gobernó del 221 al 210 a. C.
Se exploró parte de la necrópolis que rodeaba el mausoleo, pero nunca se descubrió la tumba del emperador. Es posible que nadie haya mirado en el interior de esta tumba durante más de 2.000 años.
La principal razón de esta vacilación es que a los arqueólogos les preocupa que las excavaciones puedan dañar la tumba, con lo que se perdería importante información histórica. Actualmente, sólo se pueden utilizar métodos arqueológicos invasivos para entrar en la tumba, lo que conlleva un alto riesgo de causar daños irreparables.
Los científicos han propuesto la idea de utilizar ciertos métodos no invasivos para inspeccionar la tumba. Una idea es utilizar muones, el producto subatómico de la colisión de los rayos cósmicos con los átomos de la atmósfera terrestre, que pueden penetrar en las estructuras como los rayos X modernos. Sin embargo, parece que la mayoría de estas propuestas no tienen prisa por llevarse a la práctica.
Además, abrir la tumba puede entrañar peligros mucho más mortales. En un informe escrito por el antiguo historiador chino Sima Qian unos 100 años después de la muerte de Qin Shi Huang, explica que la tumba está equipada con trampas explosivas diseñadas para destruir a cualquier intruso.
Qian dijo en un comunicado:
“Se construyeron palacios y torres pintorescas para cientos de funcionarios, y la tumba se llenó de artefactos raros y tesoros maravillosos.
Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas listas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el Amarillo, y el gran mar, y se dispuso para que fluyera mecánicamente”.
Aunque fallara un arma de arco de 2.000 años de antigüedad, una inundación de mercurio líquido tóxico podría simplemente arrastrar a cualquiera. Puede parecer una amenaza vacía, pero los científicos estudiaron la concentración de mercurio alrededor de la tumba y encontraron niveles significativamente más altos de lo que cabría esperar en un terreno típico.
Actualmente, la tumba de Qin Shi Huang permanece sellada, pero no olvidada. Cuando llegue el momento, tal vez debido al desarrollo de la tecnología, los arqueólogos podrán penetrar en los secretos de la tumba, que tiene unos 2.200 años de antigüedad.
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