Los incendios forestales del Verano Negro de Australia no solo devastaron enormes extensiones de bosques y acabaron con la vida de millones de animales, también causaron una preocupante “anomalía térmica” en la estratósfera.

Un equipo de investigadores han podido determinar cómo parte de esta biomasa quemada ha contribuido al mayor calentamiento de la estratosfera en tres décadas y ha afectado al agujero de ozono de la Antártida.

Combinando los datos de los satélites con las observaciones en superficie del comportamiento de los aerosoles en los modelos informáticos, Lilly Damany-Pearce, la experta en estadística de la Universidad de Exeter y sus colegas pudieron detectar el humo mientras flotaba en la atmósfera de nuestro planeta.

Fue una tragedia ambiental

Los incendios consumieron más de 5.8 millones de hectáreas de vida y fueron de una furia tan intensa que formaron sus propios sistemas meteorológicos, incluyendo tormentas eléctricas infundidas por el humo (pirocumulonimbos) que duraron días y días.

Imagen de un pirocumulonimbo. Crédito: NASA

Tal y como explican los investigadores, estos sistemas y sus vórtices bombeaban el humo a alturas sorprendentes, y los rayos del Sol calentaban las partículas oscuras y las hacían subir aún más, en un proceso llamado auto-elevación.

El primer vórtice, detectado el 31 de diciembre de 2019, alcanzó una altitud de 16 kilómetros. Luego, otro penacho del 12 de enero de 2020 se detectó finalmente hasta 35 km en el cielo -en la estratosfera- y persistió hasta 2 meses.

Los investigadores escribieron en su investigación:

“Durante el período de un mes, la pluma de aerosol se desplazó a través del Pacífico Sur y fue claramente detectada en la estratosfera por [el instrumento de la NASA] CALIOP, así como por lidares basados en la superficie y fotómetros solares que operan desde el extremo sur de América del Sur”.

Durante ese tiempo se produjo un repunte brusco de la temperatura media global en la estratosfera de 0.7 °C (1.8° F).

Causaron temperaturas anómalas

Las temperaturas anómalas persistieron durante cuatro meses, y la modelización climática de los investigadores demostró que las temperaturas no podían explicarse sin la inyección de 0.81 teragramos de partículas de humo que los satélites detectaron en la estratosfera.

Este fue el mayor pico de temperatura en la estratosfera de la Tierra desde la erupción del volcán Pinatubo en 1991, señalan Damany-Pearce y su equipo.

Mientras que la superficie del planeta se enfrió alrededor de medio grado centígrado gracias a las nubes difusas de partículas que bloquean la luz solar, la absorción de la radiación infrarroja por parte de las partículas de la estratosfera hizo que esa capa de la atmósfera se calentara considerablemente.

Incendio forestal. Crédito: Matt Palmer / Unsplash

También se sabe que los aerosoles de los volcanes liberados a la atmósfera por erupciones como ésta agotan la capa de ozono, y estudios recientes han demostrado que las partículas de los incendios forestales también pueden hacerlo.

Las reacciones químicas que tienen lugar en la superficie de las partículas de humo consumen moléculas de ozono. Por ello, los investigadores trazaron un mapa de la distribución vertical del ozono en el hemisferio sur en 2020 y encontraron más pruebas de este agotamiento del ozono inducido por el humo.

Las partículas de humo acabaron aumentando la duración del agujero de ozono sobre la Antártida y perturbaron el vórtice polar antártico, que suele empezar a romperse hacia el final de la primavera.

Damany-Pearce y sus colegas explican en su artículo:

“El agotamiento del ozono sirve para aumentar la fuerza del vórtice polar, a través de la reducción del calentamiento estratosférico y el equilibrio del viento térmico, proporcionando una retroalimentación positiva que parece retrasar la ruptura del vórtice polar.

Esto, a su vez, contribuyó al prolongado agujero de ozono que se observó en 2020″.

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Capa de ozono al límite

Agujero de la capa de ozono en la Antártida. (Public domain)

El agujero de ozono de la Antártida alcanzó niveles casi récord en 2020 y ahora sabemos por qué. La nueva investigación reveló cómo estos cambios inducidos por el humo también impactaron en las temperaturas al fortalecer el vórtice polar. Esto condujo a una primavera inusualmente fría en el hemisferio sur en 2020.

Mientras tanto, más cerca de la superficie de la Tierra, más partículas de humo problemáticas flotaron sobre el océano y cayeron en el mar, estimulando al plancton en un frenesí de alimentación y reproducción que creó una floración sofocante de estos microorganismos más grandes que el continente de origen del humo.

Casi tres años y varios enormes incendios después, es más preocupante que nunca ver las ramificaciones asombrosamente grandes, variadas y de gran alcance que pueden tener los gigantes penachos de humo de los incendios forestales.

Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Science Advances.

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