Es una obra del remoto pasado que hasta nuestros días sigue despertando la curiosidad y el misterio. Se trata del Monolito de Tláloc, una escultura monolítica datada aproximadamente entre los años 200 d. C. y 1.000 d. C., perteneciente al arte precolombino y considerado el quinto monolito más grande del mundo.
Monolito de Tláloc
El hallazgo de esta enorme estructura artificial fue casual. A mediados del siglo XIX, mientras un campesino buscaba recolectar madera, desenterró parte del monolito. Tuvieron que pasar muchos años más para que sea totalmente descubierto.
En el año 1.903 el arqueólogo mexicano Leopoldo Batres, identificó al monolito como Tláloc.
Se ubica en la cañada de Santa Clara, en las cercanías de la localidad de San Miguel Coatlinchán en el municipio de Texcoco, en el estado de México.
Fue en el año 1.963 cuando el entonces presidente Adolfo López Mateos, manifestó la intención de trasladar el monolito desde la Barranca de Santa Clara hasta la entrada del nuevo Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.
El 16 de abril del año 1964 el monolito fue transportado desde la localidad de San Miguel de Coatlichán a la Ciudad de México.
Tláloc, el dios ancestral
Tláloc, el “dios de la lluvia”, era la deidad de los cerros, del agua y de la fertilidad. Según la cultura náhuatl, regía fenómenos meteorológicos como los relámpagos, los truenos, el granizo o las tormentas y, frecuentemente, se le asociaba a las cuevas.
Tláloc es, con mucho, uno de los antiguos más famosos de Mesoamérica. Él es esencialmente el principal dador de vida y sustento, la interpretación más cercana a nuestro Jesús moderno, por así decirlo.
La interpretación más impresionante de Tlaloc es la estatua megalítica de Coatlinchan, que fue hecha de basalto y esculpida por manos muy talentosas, ya que las tallas en ella aún se conservan bien hasta el día de hoy.
La estatua es tan pesada como una de las estatuas Moai en la Isla de Pascua y más allá.
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¿Representación de una nave espacial?
Para algunas personas, el monolito hace referencia a una nave espacial, lo que explicaría por qué hay tanta iconografía alrededor.
Esta estructura megalítica fue construida con basalto y fue erigida por manos expertas, pues cada detalle se encuentra muy bien conservado, aún en nuestros días.
Sin embargo, una de las cosas que más ha molestado a los expertos, no es su estructura complejamente elaborada, sino su peso. A pesar de ser una estatua relativamente pequeña en comparación a otras, es tan pesada como una de las estructuras Moai de la Isla de Pascua.
Cuando se analiza de cerca el monumento, queda bastante claro que esta no se trata de una estatua únicamente para venerar a la deidad.
La forma de nave espacial que tiene es un misterio que la arqueología no ha podido explicar. Sin embargo, muchos teóricos aseguran que esta es la razón del por qué hay tanta iconografía en el lugar.
¿Es esta evidencia de seres antiguos que nos visitaron en el pasado? ¿Puede tratarse de una representación de una “nave espacial” utilizada por antiguos astronautas? ¿O es solo una simple causalidad?
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No deja de maravillarme la omnipresente resistencia a aceptar que haya vida en otros planetas y que miembros de esas civilizaciones hayan estado visitando la Tierra por siglos.
Tal parece que ello nos hace parecer poco importantes o quizás insignificantes. Nadie quiere aceptar que haya otras especies o razas mas avanzadas