Uno de los misterios más grandes de nuestro universo podría yacer en el corazón de la galaxia que nos acoge, la Vía Láctea. Sagitario A*, el agujero negro en el centro de la galaxia, sigue parpadeando al azar todos los días. Un equipo de astrónomos han mapeado 15 años de ráfagas de radiación para tratar de averiguar por qué ocurre esto.
El agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, Sagitario A*, sigue liberando ráfagas aleatorias de radiación a diario y nadie puede averiguar qué lo está causando. Ahora, un equipo internacional de investigadores recopiló 15 años de datos para tratar de resolver el misterio.
El equipo, dirigido por un estudiante de posgrado llamado Alexis Andrés, cartografió una década y media de estallidos de rayos gamma de Sagitario A* utilizando el Neil Gehrels Swift Observatory de la NASA.
Estos estallidos fueron de decenas a cientos de veces más brillantes que las señales normales enviadas por el agujero negro supermasivo en el corazón de nuestra galaxia, pero no parecen seguir un patrón perceptible.
Alta actividad de rayos gamma
Los datos de 2006 a 2008 muestran altos niveles de actividad de rayos gamma, seguidos de una rápida caída de cuatro años, después de lo cual la actividad se disparó nuevamente a partir de 2012.
Podría haber varias razones para la irregularidad en las ráfagas, incluidas las nubes gaseosas o las estrellas que pasan entre nosotros y Sagitario A* que bloquean parcialmente la radiación.
El equipo de investigación espera que los datos de los próximos años puedan ayudar a reducir la lista de sospechosos astronómicos e incluso revelar la causa última de estos misteriosos estallidos.
El Dr. Jakob van den Eijnden de la Oxford University y uno de los coautores de la investigación, dijo en un comunicado:
“Todavía no está claro cómo ocurren exactamente las erupciones. Anteriormente se pensaba que seguían más llamaradas después de que las nubes gaseosas o las estrellas pasaran por el agujero negro, pero aún no hay evidencia de eso. Y aún no podemos confirmar la hipótesis de que las propiedades magnéticas del gas circundante tampoco juegan un papel”.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
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