Un grupo de arqueólogos ha encontrado indicios de que, de hecho, este tipo de incidente ya ha ocurrido una vez.
El universo es un lugar inquietante donde los meteoritos y el ser humano no son la única amenaza a la que se enfrenta el frágil ecosistema de la Tierra. Un brote de alta energía como el de una Supernova podría tener consecuencias muy serias para la vida en el planeta. Un grupo de arqueólogos ha encontrado indicios de que, de hecho, este tipo de incidente ya ha ocurrido una vez.
Esos indicios se llaman átomos de Hierro-60, y han aparecido en rocas fósiles extraídas del fondo del océano pacífico. El Hierro-60 es un isótopo de hierro levemente radioactivo y muy poco común en la naturaleza, pero que se genera de forma masiva cuando una estrella explota en una supernova.
Al analizar sedimentos fósiles de magnetita, los investigadores han descubierto concentraciones inusuales de Hierro-60 en cristales generados por bacterias que vivieron hace alrededor de dos millones de años. Shawn Bishop es astrofísico en el Instituto Técnico de Munich y uno de los autores del estudio. Bishop explica que las concentraciones de este isótopo son demasiado altas como para que se deban a procesos conocidos en la Tierra. La hipótesis es que una supernova cercana (a unos 325 años luz de nuestro planeta) bombardeo la Tierra con isótopos de Hierro-60 durante un período de alrededor de 800.000 años.
El pico de este bombardeo tuvo lugar hace 2,2 millones de años y coincide con una extinción masiva de moluscos y pequeños microorganismos marinos a la que siguió un período de enfriamiento del planeta.
El hallazgo está lejos de probar nada de manera fehaciente, pero hace ganar peso a la hipótesis que relaciona los brotes de rayos gamma y las Supernovas con algunos eventos de extinciones masivas hace millones de años. Bishop confía en que la sensibilidad de las nuevas mediciones de fósiles acaben por confirmar (o descartar) esta hipótesis muy pronto.
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