Los castillos han sido por mucho tiempo una de las representaciones más emblemáticas relacionadas con la Edad Media. Son unas estructuras grandes, fuertes y seguras que servían para ofrecer protección a sus habitantes.

Normalmente se construían con materiales de buena calidad que eran útiles como defensa ante el peligro de un ataque enemigo. Y esto hacía que a los atacantes se les dificultara penetrar al interior y hacer daño a las personas.

Ahora bien, en muchos casos se usaban máquinas de asedio que lograban agilizar el proceso. Es aquí donde la catapulta aparece, pues se volvió una de las armas más eficaces para las guerras en la era medieval.

El “asno salvaje” de los romanos

La catapulta es un instrumento bien elaborado que se describe como un “lanzador de piedras que consta de un solo brazo“. Los romanos fueron expertos en utilizar una herramienta parecida en sus guerras y encuentros con enemigos.

A sus máquinas les llamaban “onagro” que quiere decir “asno salvaje”. ¿Por qué le llamaban así? Quizás el tiro de las rocas se asemejaba a las piedras que se levantan cuando van varios cascos galopando con fuerza. Tal vez estos guerreros le asignaron dicho nombre pues compararon ambos movimientos.

Un onagro romano con honda (“Escorpión”). (Public domain)

Conclusiones sobre el onagro romano

Puede ser que al disparar las piedras el instrumento haya saltado. Por tanto, esta sería otra razón posible por la que se le asignó el nombre de onagro. Además, otra clase de catapultas creadas en Roma se les conocía como “escorpión” y poseían un cabestrillo.

Según algunos informes, este tipo de herramientas arrojaba las rocas haciendo un movimiento parecido al de la cola de este animal.

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Catapultas de origen chino fabricadas con tracción

Aunque los romanos se destacaron por el uso de estas máquinas, no fueron los únicos ni mucho menos. Muchos estudios y pruebas históricas confirman que en la antigua China también se emplearon las catapultas.

Durante los siglos VIII a VII antes de Cristo a principios de la primavera existió un instrumento llamado “hui”. Incluso, hay registros que indican que en el año 707 a. C se llevó a cabo una batalla sobresaliente. En esta guerra el rey Shou usó un ejemplar contra el duque Zeng.

Carro de catapulta móvil chino antiguo. (Wikimedia Commons)

Uso de las catapultas de origen chino

Existen menciones más claras en textos musulmanes de los siglos V-III antes de Cristo. En dichos informes se indica que anteriormente las catapultas tenían su propia palanca. Por esta razón, se conocían como instrumentos de tracción en esa parte del mundo.

Ahora bien, gracias a su versatilidad, eran herramientas que podían usarse tanto por el sitiado o por el atacante. Por ejemplo, las víctimas podían lanzar objetos para matar a las tropas del enemigo o interrumpir la batalla.

Al mismo tiempo, eran útiles para atacar directamente a las torres de asedio de los contrincantes.

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Las famosas catapultas de torsión

En la zona occidente, las catapultas no eran como las de origen chino, ya que no integraban palancas. Por el contrario se usaban con métodos de torsión y fueron famosas entre los romanos y los griegos.

Justo en la Edad Media se comenzó a desarrollar un ejemplar derivado del onagro romano pero con variaciones. Eran máquinas de guerra a las que llamaron mangonel, nombre que también hacía referencia a otras armas de asedio.

Detalle de una miniatura de un mangonel ideado por Nicholas Polo, su hermano y su hijo, para el asedio de Saianfu. (Public domain)

Diferencias principales

Una de los puntos que diferencian al onagro del mangonel es que la segunda opción lanza las piedras con un cuenco fijo. Como resultado, esta arma era ideal tanto para arrojar objetos de gran tamaño como rocas pequeñas y menos pesadas.

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Cuando la tracción y la torsión se unieron

Los ejércitos de Europa siguieron empleando sus armas de torsión que les daban buenos resultados en las batallas. Al mismo tiempo, la tecnología de origen chino seguía aumentando su popularidad. De hecho, comenzó a extenderse al oeste a lo largo del siglo VI antes de Cristo.

El primer ejército que usó un instrumento de tracción fue una tribu nómada y no un grupo musulmán. Se cree que los avaros se comunicaron con los chinos para aprender de sus técnicas.

Así que los encuentros europeos que integraron esta clase de armas surgieron después de la conquista de Iberia. No obstante, uno de los argumentos más sobresalientes indican que este método se adoptó durante las cruzadas.

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