Hoy se la conoce como «Ava», una mujer joven, de entre 19 y 22 años, que vivió hace 3.700 años. Pero no fue descubierta hasta 1987, en el yacimiento de Achavanich, en Caithness, Escocia.
Su cráneo tenía una forma anormal, como si de pequeña le hubieran vendado la cabeza para darle una apariencia más redondeada. Mas tarde sería enterrada en una tumba excavada en la roca.
Intrigada por entender por qué la mujer fue enterrada en la roca y no en el suelo, con diferencia lo más habitual en ese periodo, la arqueóloga Maya Hoole se dedicó a estudiar la historia de los huesos. Tal como dijo en BBC.com, quería tratar de averiguar si era una mujer especial, y por qué se habían esmerado tanto en decorar su tumba. Además, aún quedaba por resolver el misterio del cráneo redondeado. Este tipo de forma era común entre la «cultura del vaso campaniforme», pero el cráneo de «Ava» era aún más exagerado, en opinión de Hoole.
Recientemente una técnica de reconstrucción facial forense ha permitido ponerle rostro a «Ava», una mujer de la Edad de Bronce. La tecnología ha permitido así acercarnos un poco más a este misterio, brindando a los investigadores la posibilidad de realizar a una reconstrucción facial hecha por el artista forense Hew Morrison, de la Universidad de Dundee, Escocia. Ahora los investigadores pueden hacerse una idea de cómo era el rostro de «Ava».
El especialista usó una fórmula antropológica para estimar el tamaño de la mandíbula inferior de Ava, que no se encontró en el yacimiento, y la profundidad de la piel. Usando una tabla contemporánea como referencia, Morrison trató de reconstruir las capas de músculo y tejido sobre la cara, tal como ha explicado en BBC.com.
En algunos puntos, resultó más complicado. Por ejemplo, para reconstruir la boca hay que tener varias cosas en cuenta: «El tamaño de los labios puede ser determinado al medir la longitud del esmalte de los dientes y el ancho de la boca desde la posición de los dientes», ha dicho Hew Morrison.
Una gran base de datos con imágenes en alta resolución de rasgos faciales ha servido para hacer la recreación. Esos rasgos se ajustaron con la estructura estimada de los músculos, y fueron unidos mediante una técnica conocida como «morphing».
Pero la técnica tiene sus límites. Aunque, según los arqueólogos, la mujer tenía entre 19 y 22 años y era caucásica, hoy en día es imposible saber cómo era su color de pelo, su peinado o su tono de piel. Por ello, Morrison ha reconocido, en BBC.com: «Hacer una reconstrucción facial de restos arqueológicos te permite tomarte grandes licencias artísticas».
Parece ser que la cultura del vaso campaniforme se caracterizaba por tener cráneos pequeños y redondeados. Pero Maya Hoole está convencida de que «Ava» era una persona excepcional. «Ha habido mucho debate durante décadas sobre este peculiar rasgo. Algunos sostienen que es una característica hereditaria, mientras que otros creen que se vendaban la cabeza para crear esa apariencia», explicó la investigadora. «Puede que sea polémico, pero quiero que la gente recuerde que esto no es solo una acumulación de huesos, sino que ella fue una vez un ser humano, con un nombre, una identidad y un lugar en una comunidad perdida hace mucho tiempo».
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