Desde que el hombre comenzó a evolucionar, mira a las estrellas. En un principio, maravillado por esas luces esparcidas en el firmamento, luego, encontró formas, animales, objetos, que, en principio, lo ayudaron a ubicarse («si sigo la dirección de esas estrellas que parecen un carnero, llego a tal lugar» se decía), luego, entendió sus movimientos y más tarde, esas mismas estrellas, además de marcar rumbos, marcaban destinos… pero no quedo allí, la relación con las estrellas. En algún momento, el hombre se preguntó si estaba solo en esta inmensidad que veía cada noche, y se preguntó que eran esas estrellas brillantes. De ahí, a preguntarse si en esas estrellas había más seres, y seres inteligentes, solo un paso.
La búsqueda de vida extraterrestre en los confines del espacio no sólo es antigua, sino vigente.
Actualmente, existe el SETI (search for extra terrestrial intelligence – búsqueda de inteligencia extraterrestre). Y muchos emprendimientos que se encuentran en búsqueda activa de «nuestros hermanos extraterrestres». Y esta búsqueda no se lleva a cabo con telescopios o radio telescopios, no. También se lleva a cabo e investigaciones y pesquisas acerca del pasado de la tierra y otros planetas, como Venus y Marte.
Precisamente, en estos planetas, se ha fijado Jason T. Wright, profesor de Astronomía y Astrofísica en Penn State y miembro del Centro para Exoplanetas y Mundos Habitables.
En 2017, Wright escribió un artículo – «Especies Tecnológicas Nativas Previas»– donde postula que la mejor manera de buscar y encontrar evidencias de habitantes antiguos en Marte y Venus, es mediante la búsqueda de rastros tecnológicos en esos planetas.
Este trabajo tecno-arqueológico debe ser realizado para la búsqueda de muestras que no sean piedras o tierras, sino cualquier cosa que no pertenezca al lugar, es decir, objetos artificiales, no orgánicos. Esto es algo que se hace también aquí en la tierra, ya que, para entender a una civilización o poblado antiguo, buscamos objetos que utilizaran en la vida diaria, como vasijas, utensilios, etc., que duran más al paso de los años que los huesos y carne de los que estamos hechos.
Para el astrofísico, nuestros vecinos cercanos son los que más posibilidades tienen, ya que se ha encontrado agua o la existencia antigua de ella en estos planetas. Una teoría como ésta, no me parece tan descabellada.
¿Porque?
Desde hace años que, como teórico de los antiguos astronautas, la teoría de que Venus y Marte eran habitables no me es esquiva. Hay cientos de historias que cuentan que los antiguos seres humanos, llegaron de Marte o Venus, de acuerdo a cual historia lees.
En febrero de 2009, el diario online ABC.es publicaba un artículo sobre la posibilidad de que el hombre proviene de Marte. H. Jay Melosh, profesor de Ciencias Planetarias de la Universidad de Arizona y una eminencia en el estudio de impactos de meteoritos contra la Tierra, sostiene la hipótesis de que la vida podría haberse originado en Marte, para viajar después hasta aquí a bordo de meteoritos. Si bien Melosh habla, más que nada de vida unicelular que prospero cuando llego «montando» esos meteoritos, no es descabellado pensar, según las teorías de los Antiguos Astronautas, que, ante un cataclismo devastador, los habitantes del Marte antiguo, tomaron cartas en el asunto y construyeron naves para llegar al vecino cercano que contenía agua: La Tierra.
Pero volviendo a la búsqueda científica en Marte y Venus, según un científico de la NASA, las pruebas están aquí hace casi 50 años…
Buscando allá, lo que esta acá
El ingeniero Gilbert Levin, ha sido el investigador principal del experimento LR (Labeled Release) y asegura que ha encontrado algo integrante. Sostiene que las sondas Vikings, que llegaron a Marte en 1976 (La Viking Orbiter 1 alcanzó la órbita marciana el 19 de junio de 1976 –y aterrizó o «amartizó» un día después- , mientras que la Viking II, aterrizó en Marte el 3 de septiembre de 1976). Días después de aterrizar, comenzaron a enviar imágenes y tomar muestras de suelo y rocas.
Levin, quien ya había mencionado su teoría anteriormente, escribió un artículo para la revista Scientific American argumentando en detalle por qué los resultados del experimento LR mostraron indicios de vida en Marte.
«El 30 de julio de 1976, el LR envió sus resultados iniciales desde Marte. Increíblemente, eran positivos», señaló Levin.
«A medida que el experimento progresó, se obtuvieron en total cuatro resultados positivos», que indicaban, según el ingeniero, la detección de respiración microbiana. «Parecíamos haber hallado la respuesta a la pregunta fundamental».
¿Que debían hacer las Vikings?
Básicamente, cada viking estaba compuesta, a su vez, por dos componentes, una sonda de aterrizaje y una sonda orbital. La sonsa orbital se encargaba de tomar fotografías de la superficie marciana y las enviaba directamente a la NASA, mientras que la sonda de aterrizaje tomaba muestras del suelo marciano y mezclaban nutrientes a base de hidrogeno, con esas muestras tomadas del suelo marciano. El resultado, en pocas palabras, es el siguiente. Al mezclar las muestras con los nutrientes, estos mostraron marcadores radiactivos. Esto querría decir que en épocas antiguas había nutrientes en Marte y que los restos de estos tendrían componentes radiactivos, cosa que es lo que ocurrió. Por eso, los científicos estaban tan contentos, al encontrar estos componentes radiactivos, concluyeron que en algún momento, hubo vida microbiana en Marte. (Perdón por la zona nerd). Estos resultados, hay que decirlo, fueron recibidos en ambas Vikings, que se encontraban separadas por 6.400 km. Y los resultados fueron idénticos.
Estos resultados, como dijimos, fueron conseguidos en 1976, es decir, hace casi 45 años.
¿Qué dice la NASA de esto? Que otros experimentos no lograron constatar la presencia de material orgánico, por lo que la NASA atribuyó las señales positivas a reacciones químicas no explicadas en lugar de pruebas de vida extraterrestre…
O sea, lamentablemente se han perdido esas pruebas… Pero no se pierden las esperanzas.
La nasa ha enviado un nuevo Rover –el Perseverance– que lleva la cámara de mejor definición, por lo que tomará fotografías geniales de la superficie marciana.
Pero no solo eso: durante un año marciano (unos 687 días de la Tierra) buscara lo que se conoce como «firmas biológicas», es decir, patrones, sustancias y/o texturas que requieran la influencia de la vida para formarse, es decir, señales de la existencia (antigua o actual) de vida.
También, se va a estudiar la geología marciana, de cara a intentar crear Oxigeno desde el CO2. ¿Terraformar Marte? No suena tan descabellado…
También, se tomaran fotos desde un dron. Una especie de helicóptero, llamado Ingenuity, que tomará fotos de alta definición (unos 13 megapixeles) de la superficie marciana en el llamado Crater Jezero. El Perseverance fue lanzado el 30 de julio de 2020 y en unos días, más precisamente el 18 de febrero de este año, llegará a su destino.
Para muchos, esta misión intentara demostrar lo que ya se sabe desde 1976: que existió vida en Marte.
Solo falta encontrar vasijas, objetos y utensilios (o resabios de estos) para demostrar que la vida en Marte, era inteligente.
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En cuanto a Venus…
Hace no más de 6 meses, fuimos sorprendidos con una notica acerca de Venus: se encontró un componente que es asociado con la vida. Hablamos de la Fosfina.
Aquí en la tierra, la Fosfina es un componente que se encuentra en los organismos que viven en las entrañas de animales como los pingüinos, o en pantanos, que son pobres en oxígeno. También, por supuesto, puede ser producido a nivel industrial.
Si entendemos que en Venus no hay pantanos, ni pingüinos y no hay manera de producir la fosfina, entonces debemos suponer que la fosfina está allí por otra razón: vida.
Aquí en la tierra, como dijimos, la fosfina es sinónimo de vida. La noticia de que en venus haya fosfina ha puesto emoción a la vida de científicos, entusiastas y, también, a los teóricos de los antiguos astronautas que creen que de venus llegamos a la tierra en épocas antiguas.
Pero debemos acallar las voces que afirman esto. Es un primer ensayo y aun no hay resultados definitivos.
Pero es una de las maneras que tenemos de investigar Venus y probar a ciencia cierta si venimos o no de ese planeta. Si miramos los dos planetas de los que habla este artículo, la manera es parecida: buscar restos de existencia de vida en los planetas, si estos restos, además, demuestran que esta vida era inteligente, mejor.
Cabe aclarar que nuevos estudios de la fosfina venusina, podrían ser negativos.
Según estudios de la Universidad de Washington, la fosfina podría no ser fosfina, sino azufre.
«En lugar de fosfina en las nubes de Venus, los datos son consistentes con una hipótesis alternativa: estaban detectando dióxido de azufre», dijo en un comunicado Victoria Meadows, profesora de astronomía de la Universidad de Washington. «El dióxido de azufre es el tercer compuesto químico más común en la atmósfera de Venus y no se considera un signo de vida».
Según el equipo de la universidad, han logrado replicar la atmosfera de Venus y negar la existencia de la fosfina, reinterpretando esta como dióxido de azufre. Además, no han detectado fosfina en absoluto.
¿Por qué se pudo confundir fosfina con dióxido de azufre?
La respuesta es sencilla: En 2017, utilizando el telescopio James Clerk Maxwell, o JCMT, el equipo liderado por el Reino Unido descubrió una característica en las emisiones de radio de Venus a 266,94 gigahercios. Tanto la fosfina como el dióxido de azufre absorben ondas de radio cercanas a esa frecuencia. Para diferenciar entre los dos, en 2019 el mismo equipo obtuvo observaciones de seguimiento de Venus utilizando el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, (la gran matriz milimétrica / submilimétrica de Atacama) o ALMA. Su análisis de las observaciones de ALMA a frecuencias en las que solo absorbe dióxido de azufre llevó al equipo a concluir que los niveles de dióxido de azufre en Venus eran demasiado bajos para dar cuenta de la señal de 266.94 gigahercios, y que en cambio debía provenir de la fosfina. La señal, en realidad, llego a una altura de 75 km, A esa altitud, los productos químicos agresivos y la radiación ultravioleta triturarían las moléculas de fosfina en segundos. Ergo, solo podría ser Dióxido de azufre.
Así las cosas, sólo podemos seguir esperando a que algún equipo logre encontrar algún resto de vida, aunque sea microbiana, en Marte o Venus. ¿Lo lograremos? ¿Conseguiremos demostrar que allí hubo vida? Lo importante es que, de ser así, llegado el momento, podríamos probar que nosotros, los terrícolas, somos en realidad venusinos o marcianos.
Cada día estamos más cerca de la verdad…
Artículo escrito por: Darío Fernández, colaborador de CodigoOculto.com
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