Científicos advierten al mundo que debemos prepararnos para el próximo brote de virus global ahora.
No hay duda de que el brote de coronavirus o COVID-19 es una grave crisis mundial, y debemos aprender de esa experiencia.
La comunidad internacional está tomando en serio este asunto, y más teniendo en cuenta que el número de muertes por la epidemia COVID-19 ya superó con creces a las causadas por el SARS a principios del 2000.
Hace algunas semanas la Organización Mundial de la Salud declaró el brote como una emergencia de salud pública de preocupación internacional, y ahora investigadores de todo el mundo están trabajando en vacunas contra el COVID-19.
Sin embargo, a pesar de que la respuesta internacional frente a la epidemia ha sido fuerte, puede considerarse que fue tardía, con el virus ya infectando a cientos de personas.
Un error que no puede repetirse
Lo notable de la situación actual es su previsibilidad. Era bastante previsible que el brote emanaría del contacto entre humanos y animales, y que los murciélagos podrían jugar un papel importante. Era también predecible que el epicentro sería una zona urbana y densamente poblada, y que la enfermedad se propagaría por medio de viajes aéreos.
Incluso era predecible que un virus desconocido aparecería para provocar una epidemia. Este fue el anterior caso del SARS, el Zika; en que el patógeno no había sido detectado hasta que comenzó a causar muertes en China y otros países.
Además, era predecible que un azote como el ocurrido, impactaría rápidamente en el ámbito de la salud, económico y social.
Luego de dos meses de epidemia, el sistema de salud en China prácticamente ha colapsado. Wuhan lucha por brindar atención a los pacientes con coronavirus, decenas de médicos han muertos, hay escasez de artículos necesarios, etc.
Y otro problema grave es que se están desplazando otras enfermedades por darle prioridad a la nueva epidemia, un factor que podría costar caro en el corto o largo plazo.
La interrupción del sistema industrial, fábricas, cadenas de suministro, ventas al menor, turismo, viajes y educación ya han causado un impacto económico fuerte en el país y podría llegar a un nivel crítico.
Los problemas sociales y políticos han surgido ante la epidemia: cuarentenas masivas, gente privada de su libertad, discriminación, información errónea, desconfianza del gobierno y tensión en las relaciones internacionales.
Todo esto deja ver que los costos totales que deja el coronavirus son realmente significativos y podrían empeorar mucho más.
Epidemias cada vez más inevitables
Los hechos actuales han dejado ver la inevitabilidad cada vez más pronunciada de los brotes o epidemias, incluso en grandes urbes.
No podemos decir con certeza dónde y cuándo ocurrirá una nueva epidemia, y cuál será el patógeno causante, pero sabemos que simplemente ocurrirá, siempre habrá otro virus al acecho. Ademas, tenemos razones para pensar en que la frecuencia de los brotes aumentará.
Un problema es representado por la expansión geográfica de algunos patógenos y portadores de enfermedades como los mosquitos, y esto ocurre principalmente debido al cambio climático.
Los humanos están «invadiendo hábitats de los animales», aumentando la probabilidad de propagación de enfermedades.
Ahora los viajes internacionales son más comunes, aumentando las probabilidades de que un brote en cualquier lugar del mundo se extienda en pocos días por todo el planeta.
Prepararse para lo peor
Es necesaria ahora una mayor financiación de nuevos tratamientos antimicrobianos y mejores diagnósticos. Además, el monitoreo constante de patógenos en humanos y animales es una prioridad urgente.
También es necesario un financiamiento para el desarrollo de nuevas vacunas para hacer frente a posibles brotes virales, y contar con la disponibilidad que asegure actuar rápidamente ante una nueva emergencia.
Lamentablemente los problemas existentes en los sistemas de salud en muchos países en desarrollo generan un riesgo bastante alto a la hora de hacer frente a una nueva enfermedad.
Se necesitan en muchas partes del mundo, recursos que permitan prevenir o mitigar un próximo brote y su impacto, ya sea coronavirus, fiebre hemorrágica, ébola, gripe pandémica o algún patógeno aún no descubierto.
Anticiparse con todas las medidas necesarias es muy costoso, pero será más costoso no tener los recursos para enfrentarnos a una futura amenaza. Es muy posible que el siguiente brote se encuentre a la vuelta de la esquina.
Fuente: The Conversation
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