Su nombre es Fluffy, y quizá sea el gato más afortunado del mundo, luego de que haya sido encontrado totalmente congelado (como muestra la imagen) y enterrado en la nieve el mes pasado, y a pesar de eso seguir con vida.

Sus propietarios lo encontraron fuera de casa en Kalispell, Montana, el 31 de enero, y de inmediato lo llevaron a una clínica de animales local. Todo parece indicar que lo rescataron a tiempo.

De acuerdo a los veterinarios, las temperatura corporal de Fluffy había descendido tanto que ni siquiera el termómetro podía registrar su temperatura. Cabe resaltar que la temperatura normal para un gato como Fluffy está en un rango entre 37 y 39 °C, y los termómetros tienen un mínimo de 32 °C.

Según Andrea Dutter, director ejecutivo de la Animal Clinic of Kalispell, se intentó por dos horas elevar la temperatura de Fluffy de muchas maneras: usando agua tibia, un secador de pelo y toallas calientes que rotaron.

Veterinarios usan una secadora de cabello para elevar la temperatura de Fluffy. Crédito: Animal Clinic of Kalispell / Facebook

«Luego de eso la pusieron en una perrera», dijo Dutter, según informa The Washington Post.

Al derretirse el hielo, los veterinarios hallaron signos de lesiones que creen fueron las que evitaron que Fluffy regrese a casa a pesar del frío extremo.

Increíblemente Fluffy reaccionó de buena manera y solo tuvo que estar una noche en la sala de emergencias de la clínica antes de regresar a su hogar. Ahora, luego de una semana, Fluffy está completamente recuperada y como si nada hubiera ocurrido.

El Dr. Devon Clark, que trabaja en la Animal Clinic of Kalispell, dijo a ABC News:

Nunca he visto algo así. Llevó trabajando 24 años y nunca había visto un caso así. El gato estaba cubierto de hielo y su temperatura era tan baja que ni el termómetro la leía”.

No hay duda de que Fluffy vivió una experiencia aterradora, al congelarse fuera de su casa sin poder moverse por estar atrapada en algún lugar.

Fluffy luce recuperada. Crédito: Animal Clinic of Kalispell / Facebook

De ahora en adelante, sus propietarios tendrán que pensarlo dos veces antes de dejarla salir, al menos hasta que el invierno haya pasado.