Diversas costumbres de Fin de Año vienen de tradiciones antiguas, de la mitología griega y romana y de creencias esotéricas.
La celebración de Fin de Año que tenemos en la actualidad en realidad se podría considerar como un culto al dios Jano de la mitología romana, ya que enero fue nombrado en honor a esta deidad (viene del latín Ianuarius). Jano es el dios de las puertas y los portales, y se describe como un dios de dos caras, una viendo hacia el pasado y otra hacia el futuro (Año Viejo y Año Nuevo). Así que la fiesta de Fin de Año ¡sería como neopaganismo!
En muchas ciudades se organizan reuniones multitudinarias en lugares emblemáticos o monumentos. En Inglaterra, por ejemplo, hay una gran celebración alrededor de la torre del Big Ben. Otro ejemplo sería en el Times Square de Nueva York o en el Zócalo de Ciudad de México.
Según el esoterismo, estas reuniones multitudinarias generan una acumulación de energía espiritual, que en Fin de Año es liberada en frente de estos monumentos simbólicos. De hecho, varias de estas edificaciones y plazas emblemáticas han sido analizadas y se ha concluido que contienen simbología Illuminati, como la torre del Big Ben y el Times Square. Si seguimos la idea de la conspiración ocultista Illuminati (¡sí, hasta en esto estarían!), estas reuniones del 31 de diciembre podrían ser utilizadas como ¡una invocación pública al dios Jano!
Rituales y supersticiones para recibir el Año Nuevo
Algo en común que tienen todas las culturas del mundo es «hacer ruido» en las fiestas de Nochevieja, desde cornos de fiestas, vuvuzelas, fuegos artificiales hasta campanas de iglesias. Sabemos que las campanas se utilizan en rituales de diversas religiones, su cualidad resonante tiene un poder de relajación en las personas y también se ha pensado que funcionan para alejar espíritus malignos.
También se han utilizado las armas para alejar espíritus malignos, con disparos al aire a la medianoche para despejar el cielo de energías negativas. En la antigua Tailandia, por ejemplo, se disparaba al aire para ahuyentar demonios. En EE. UU. todavía se sigue esta tradición en varios estados (aunque en menor medida). Fueron los inmigrantes alemanes del siglo XVII los que llevaron esa costumbre nacida de los pueblos germánicos antiguos.
En Latinoamérica uno de los rituales más destacados es la Quema del Año Viejo, en la que un muñeco de trapo es incinerado para simbolizar la «purga» de todo lo malo ocurrido en el Año Viejo, y así recibir el Año Nuevo con una limpieza de todo lo negativo. Se piensa que el origen está en la tradición navideña del Olentzero en el País Vasco y Navarra en España, y que podría haber surgido de la quema de efigies de pueblos antiguos como los Celtas o en las fiestas de las Saturnales de Roma. Otra teoría dice que los indígenas americanos podrían haber empezado con la Quema del Año Viejo, como una burla a los españoles.
Hay otros rituales y supersticiones de Nochevieja bastante populares, por ejemplo:
- Barrer la casa en su totalidad, para despejarla de energías negativas «atrapadas»;
- Lanzar baldes con agua hacia afuera de la casa, hacia la calle, para ahuyentar espíritus malignos y purificar la entrada de la casa;
- Comer 12 uvas a la medianoche para atraer la prosperidad;
- Dar portazos a la medianoche, otra vez, el estruendo despeja las energías.
El rito de las 12 uvas de la suerte surgió en España, pero sus orígenes podrían remontarse al culto al dios Dioniso, de la Antigua Grecia, o especialmente su contraparte romana, Baco, que era el dios de la cosecha de uvas, el vino, del placer y la alegría.
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