El año termina con una noticia desastrosa, y es que Japón ha anunciado este miércoles que se retirará de la International Whaling Commission (IWC) (o Comisión Ballenera Internacional, en español) y reanudará la caza comercial de ballenas el próximo año, lo que sin duda alguna provocará la condena de otros gobiernos y grupos de conservación.

Según los funcionarios en Tokio, la IWC no ha cumplido con su doble mandato inicial en 1946 para encontrar un equilibrio entre la preservación de las poblaciones de ballenas y permitir el «desarrollo ordenado» de la industria ballenera.

Acción amenazante de Japón

Luego de no lograr un acuerdo en una conferencia global en Brasil en septiembre para reanudar la caza comercial de ballenas, Japón ahora está llevando a cabo una amenaza de retirarse por completo del organismo global.

Yoshihide Suga, jefe de gabinete en el gobierno japonés, dijo en un comunicado:

Lamentablemente, hemos llegado a la decisión de que en la IWC es imposible buscar la coexistencia de estados con diferentes puntos de vista”.

El funcionario dijo que la retirada entrará en vigencia en el mes de junio y que la caza comercial de ballenas se reanudará en julio.

Suga agregó:

La caza será reanudada en línea con la política básica de Japón de promover el uso sostenible de los recursos acuáticos basados ​​en evidencia científica.

Japón llevará a cabo la caza comercial de ballenas dentro del mar territorial de Japón y su zona económica exclusiva. La caza respetaría los límites de captura según los cálculos de IWC, para evitar un impacto negativo en los recursos de cetáceos”.

Suga también dijo que dejarán de tomar ballenas del Océano Antártico y del Hemisferio Sur, donde han estado matando ballenas aparentemente para investigación científica, y en cambio se llevará a cabo la caza comercial.

Reacción del mundo

El gobierno de Australia dijo que estaba «extremadamente decepcionado» por la decisión, mientras que Nueva Zelanda dijo que lamentaba la reanudación por parte de Japón de una «práctica obsoleta e innecesaria».

Los grupos conservacionistas también condenaron la decisión.

Kitty Block, presidente de Humane Society International, dijo en un comunicado:

Al abandonar la Comisión Ballenera Internacional para seguir matando ballenas comercialmente, Japón ahora se convierte en una nación ballenera pirata que mata a estos leviatanes oceánicos completamente fuera de los límites del derecho internacional”

Además, la organización también expresó su preocupación de que Japón pueda reclutar a otras naciones pro balleneras para que abandonen la IWC, «lo que llevará a un nuevo capítulo de la matanza renegada de ballenas con fines de lucro».

Caza indiscriminada

Lamentablemente Japón, Islandia y Noruega han seguido cazando ballenas. Japón ha justificado su caza anual de ballenas en la Antártida en nombre de la investigación científica, que dice que es necesario para evaluar las poblaciones mundiales de especies de ballenas.

Ese argumento fue rechazado en 2014 por la Corte Internacional de Justicia, que dictaminó que la caza antártica de Japón no tenía base científica. Japón se detuvo por un año, luego reanudó con un nuevo “programa de investigación” que, según afirmó, respondía a las preocupaciones del tribunal.

En un informe reciente, la Environmental Investigation Agency (EIA) y el Animal Welfare Institute dijeron que Japón, Noruega e Islandia han matado a 38.539 ballenas desde que la moratoria entró en vigor, con más de 22.000 muertes causadas por embarcaciones japonesas.

La carne de ballena era una fuente vital de proteínas en Japón, ya que se recuperó de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, pero es mucho menos popular en estos días. Sin embargo, el gobierno argumenta que es parte de la cultura tradicional de Japón, que se remonta a siglos.

El gobierno de Japón espera promover el consumo de carne de ballena, especialmente entre los jóvenes, dijo a los reporteros un funcionario que no estaba autorizado para hablar en el expediente.

Ante la degradación del planeta, Japón y otras naciones continúan depredando de forma totalmente irresponsable lo que queda de él. ¿A dónde vamos a llegar a ese ritmo desmedido de depredación e inexistencia de sensibilidad para con otras especies que habitan nuestros océanos?