Un equipo de investigadores han utilizado un radiotelescopio de alta potencia para estudiar el cometa interestelar ‘Oumuamua en un intento por descubrir si se trata de una nave alienígena.
Científicos de SETI en un intento por responder a la controvertida reclamación de los investigadores de Harvard que utilizaron el Allen Telescope Array (ATA) se lanzaron a ‘Oumuamua cuando estaba a unos 273 millones de kilómetros, o un poco menos del diámetro de la órbita terrestre. Sin embargo no se encontraron indicios que digan que se trata de una nave alienígena.
Los investigadores dijeron que si se hubieran encontrado transmisiones de radio artificiales, eso habría sido una «fuerte evidencia» de que el objeto misterioso no es simplemente una roca lanzada al espacio por una interacción aleatoria de honda gravitatoria que ocurrió en su sistema estelar natal.
Gerry Harp, autor principal del estudio, dijo en un comunicado:
“Buscábamos una señal que probara que este objeto incorpora alguna tecnología, que era de origen artificial. No encontramos tales emisiones, a pesar de una búsqueda bastante sensible. Si bien nuestras observaciones no descartan de manera concluyente un origen no natural para ‘Oumuamua, constituyen datos importantes para acceder a su posible composición”
Tras su descubrimiento en octubre de 2017, Oumuamua fue objeto de una especulación popular sobre un posible origen no natural. Su forma altamente alargada y debido a que no poseía las características comunes de un asteroide o cometa, incrementaron aún más la creencia.
Observación de ‘Oumuamua
Las observaciones fueron realizadas entre el 23 de noviembre y el 5 de diciembre de 2017. No se encontraron señales a un nivel que sería producido por un transmisor omnidireccional a bordo del objeto de potencia de 30 a 300 milivatios.
En partes del espectro de radio que normalmente están saturadas por la telemetría artificial por satélite, el umbral para la detección fue de hasta 10 vatios.
En todos los casos, estos límites a las potencias que podrían detectarse son bastante modestos, comparables a los de los teléfonos celulares o las radios de banda ciudadana.
Si bien no se encontraron señales provenientes de ‘Oumuamua, los tipos de observaciones informadas por los científicos de SETI pueden ser útiles para restringir la naturaleza de cualquier objeto interestelar detectado en el futuro, o incluso los objetos pequeños y bien conocidos en nuestro propio Sistema Solar.
Durante mucho tiempo se ha planteado la hipótesis de que algunas de estas últimas podrían ser sondas interestelares, y las observaciones de radio ofrecen una forma de abordar esta idea imaginativa, pero de ninguna manera imposible.
Un nuevo estudio de la NASA utiliza el hecho de que el objeto era demasiado pequeño para que el telescopio Spitzer infrarrojo lo detectara y estimara su tamaño.
Los investigadores ahora dicen que la forma de cigarro de ‘Oumuamua posee probablemente menos de 800 metros en su dimensión más larga.
Un objeto muy reflexivo
El nuevo estudio también sugiere que ‘Oumuamua puede ser hasta 10 veces más reflexivo que los cometas que residen en nuestro sistema solar, un resultado sorprendente, según los autores del artículo.
‘Oumuamua puede haber renovado su superficie a través de «desgasificación» cuando hizo un acercamiento extremadamente cercano a nuestro Sol, un poco más de cinco semanas antes de que fuera descubierto.
El objeto es inusual con seguridad, pero peculiar no es un sinónimo de ser artificial. Si tenemos en cuenta la posibilidad de que se trate de un objeto de origen artificial y que fue enviado por una inteligencia ajena al Sistema Solar, ¿cuál es su propósito? Si está recopilando datos, ¿por qué no los está transmitiendo? Si tuviéramos que enviar una misión a otra estrella, ¿terminaría pareciéndose a esto?
Entre las cosas que aún no están claras sobre ‘Oumuamua, hay algo que hemos podido medir y esa es su velocidad. Es rápido, se mueve a 26.33 kilómetros por segundo. Pero no es lo suficientemente rápido cuando se trata de distancias interestelares, por el contrario es bastante lento. Llevaría 49.000 años llegar a nuestra estrella más cercana.
Quizás a las civilizaciones alienígenas no les importe tener resultados inmediatos, pero tener que esperar millones de años para alcanzar otra estrella parece ser un nivel poco realista de paciencia.
El estudio científico será publicado en febrero de 2019 en Acta Astronautica.
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