No es la primera vez que las fast radio bursts (FRB) (o, ráfagas de radio rápidas, en español) han sido detectadas. Estas señales provenientes del espacio exterior son potentes emisiones, bastante breves y únicas. Se tratan de ondas de radio que llegan desde otras galaxias, y hasta ahora su origen sigue siendo desconocido.
Debido a que son eventos fugaces, son difíciles de detectar y estudiar. Sin embargo, ahora un equipo de científicos han logrado casi duplicar el número de detecciones de ráfagas.
En esta nueva observación se han agregado 20 eventos más a la lista, e incluye el FRB más cercano y energético jamás detectado. Ninguno de los estallidos se repitió, a diferencia del anterior FRB 121102, lo que dificulta a los investigadores encontrar su origen.
Además, esta nueva observación tiene una ventaja con respecto a otras, fue realizada con un solo observatorio, lo que facilitó la comparación entre ellas. Con esto, el equipo pudo hallar sutiles relaciones entre las emisiones, confirmando que su procedencia es muy, muy lejana.
El Dr. Ryan Shannon, de la Swinburne University of Technology y el OzGrav ARC Centre of Excellence y autor principal del estudio, dijo en un comunicado:
Hemos encontrado 20 ráfagas en un año, casi el doble del número detectado en todo el mundo desde que se descubrieron en 2007. Al utilizar la nueva tecnología de Australia Square Kilometer Array Pathfinder (ASKAP), también hemos demostrado que las ráfagas de radio rápidas provienen del otro lado del Universo y no de nuestro propio vecindario galáctico”.
La luz emitida por los FRB atraviesa el universo e interactúa con las nubes de gas presentes en el espacio intergaláctico. Las luz de las emisiones posee diferentes longitudes de onda y se desaceleran en diferentes cantidades. Esto permite determinar la cantidad de materia que existe entre nosotros y la fuente, para estimar el posible origen de los FRB.
Aunque no se trata de un enfoque tan preciso, nos brinda una idea general. Así se ha estimado que uno de los FRB, el más cercano, se originó aproximadamente a 425 millones de años luz de distancia, aunque en función de dónde está el cielo, es probable que sean 685 millones de años luz de distancia. Esto es una gran diferencia, por lo que el equipo ahora espera mejorar de forma significativa la ubicación de la fuente.
El Dr. Shannon agregó:
Podremos localizar las ráfagas a más de una milésima de grado. Eso es aproximadamente el ancho de un cabello humano visto a diez metros, y lo suficientemente bueno como para atar cada ráfaga a una galaxia en particular”.
Cuando los investigadores determinen con mejor precisión de dónde vienen los FRB, podrán revelar el misterio de sus orígenes.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature.
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