Un grupo de estudiosos de la Universidad de Stony Brook (estado de Nueva York, EE.UU.) ha determinado hasta qué punto el suelo lunar es dañino para los tejidos humanos y de otros mamíferos: cerca de 90 % de las células pulmonares humanas y neuronas de ratón de laboratorio utilizadas en su experimento murieron al ser expuestas al contacto con partículas que forman la capa de polvo de la Luna.
Para estos experimentos, realizados el año pasado en la Tierra, no se utilizaron muestras de roca lunar traídas por las misiones Apolo de la NASA, sino suelos simulados, compuestos de las mismas partículas que los originales. No obstante, incluso en pequeñas cantidades, el polvo lunar es tóxico y potencialmente mortífero, reveló el estudio, cuyos resultados recoge un artículo publicado en la revista GeoHealth.
La Luna no tiene atmósfera, recuerdan los científicos. Por eso su suelo es constantemente bombardeado por partículas cargadas, provenientes de las capas superiores del Sol, que proporcionan a la corteza lunar una potente carga electrostática. Y una de las consecuencias es que el polvo abunda en radicales libres.
Peor que inhalar cenizas
Investigaciones previas han demostrado que aspirar cenizas volcánicas, polvo de tormentas o de minas de carbón, puede causar bronquitis, sibilancias, irritación ocular y cicatrización del tejido pulmonar. Además, las partículas se acumulan en las vías respiratorias y las más pequeñas de ellas se infiltran en los alvéolos de los pulmones. El polvo puede dañar el ADN de las células, causar mutaciones y provocar cáncer.
Todos esos efectos conocidos han sido sometidos a prueba y medidos en este nuevo estudio. El polvo, lo suficientemente fino como para inhalarlo, mató las células cultivadas de los pulmones humanos con tanta «eficacia» que los investigadores ni siquiera pudieron estimar el daño para el ADN. Entre tanto, las neuronas de ratón no solo morían en masa, sino que también sufrían cambios genéticos significativos.
De fiebre a mutaciones
Los investigadores no están seguros de qué manera el suelo lunar simulado mata las células, pero sospechan que la culpa es de la respuesta inflamatoria que provoca dentro de ellas, o de los radicales libres que despojan los electrones de las moléculas e impiden que la célula funcione correctamente.
La autora principal del estudio, la genetista Rachel Caston, comentó al sitio web universitario que las futuras misiones tripuladas para explorar la Luna y «más allá» implican peligros para la salud de los astronautas, que son aún más graves «que los riesgos inmediatos del espacio en sí». Serían de la misma naturaleza que los experimentados por los tripulantes de la misión Apolo 17.
Después de inhalar el fino polvo durante su viaje a la Luna en 1972, el astronauta Harrison Schmitt catalogó la reacción de su organismo como «fiebre del heno lunar»: tenía estornudos, ojos llorosos y dolor de garganta. Los síntomas de aquella tripulación fueron efímeros, pero los investigadores admiten que el polvo lunar podría afectar la salud a largo plazo, incluyendo mutaciones genéticas.
El estudio científico ha sido publicado en la revista GeoHealth.
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