Científicos creen que han descubierto lo que podría ser la raíz del autismo, y según su estudio no se trata de las vacunas. Según un nuevo estudio, podría ser causado por tener demasiadas conexiones cerebrales llamadas sinapsis.
«Un mayor número de sinapsis crea falta de comunicación entre las neuronas en el cerebro en desarrollo que se correlaciona con deficiencias en el aprendizaje, aunque no sabemos cómo», dijo el autor principal Azad Bonni, jefe del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, en un comunicado.
El Autism spectrum disorder (ASD) o Trastorno del espectro autista (TEA) es una afección común del neurodesarrollo que afecta a una de cada 68 personas en los Estados Unidos. En general, se entiende que hay un aspecto genético para el ASD (a menudo se presenta en familias), aunque los desencadenantes ambientales también pueden desempeñar un papel.
Varios genes han sido relacionados con personas con autismo. Seis de estos se denominan ubiquitin ligasas y son responsables de la unión de etiquetas moleculares llamadas ubiquitinas a las proteínas. Piense en estos genes como gerentes, diciéndoles a sus empleados (el resto de la célula) cómo manejar las proteínas marcadas. ¿Deberían ser descartados? ¿Deberían ser llevados a otra parte de la célula?
Algunos expertos creen que las personas con autismo tienen una mutación genética que impide que una de sus ubiquitin ligasas funcione correctamente. Para descubrir cómo y por qué podría ocurrir esto, los científicos de la Universidad de Washington eliminaron RNF8 (un gen de ubiquitina) en neuronas en el cerebelo (un área del cerebro afectada por el autismo) de ratones jóvenes. Los ratones que carecían del gen desarrollaron un exceso de sinapsis, lo que a su vez afectó su capacidad de aprendizaje.
Esos ratones tenían un 50 por ciento más de sinapsis que sus pares, que tenían su gen RNF8 intacto. Luego, los científicos midieron la señal eléctrica en las neuronas y descubrieron que era dos veces más fuerte en comparación con las que tenían una célula que funcionaba normalmente.
El ASD afecta el lenguaje, la atención y el movimiento; habilidades en las que el cerebelo realiza un papel esencial. Para ver si los ratones de prueba tenían habilidades motoras inferiores (un síntoma común en personas con autismo), los investigadores entrenaron a los ratones para asociar una bocanada de aire al ojo con una luz parpadeante. Una semana más tarde, el grupo de control evitó la irritación causada por la bocanada de aire al cerrar los ojos el 75 por ciento del tiempo. El grupo de prueba solo lo hizo un tercio del tiempo.
Los científicos señalaron que un ratón que no cierra los ojos cuando está entrenado no equivale exactamente a un humano con autismo (después de todo, el cableado de los cerebros autistas está muy individualizado), y se necesita más trabajo para verificar la hipótesis. Pero revela una asociación interesante entre las sinapsis y el comportamiento que algún día podría conducir a tratamientos.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature.
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