Investigadores del CSIC descubren un anillo de hielo y roca alrededor de este cuerpo del tamaño de Plutón
Los sistemas de anillos son uno de los espectáculos más fascinantes del firmamento. Desde hace ya tiempo se conoce que rodean a los planetas gigantes del Sistema Solar -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno-, y desde hace pocos años, también a un pequeño asteroide de 250 km de diámetro, Cariclo, el único confirmado hasta el momento con esa particularidad. Ahora, la lista se ha ampliado.
Utilizando los telescopios de diez observatorios europeos, un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que Haumea, un misterioso planeta enano con forma de balón de rugby situado más allá de Neptuno, también posee su propio anillo. Es la primera vez que se detecta algo semejante en un mundo de ese tamaño y tan lejano.
«Este descubrimiento nos muestra que la presencia de anillos es más común de lo que se creía», explica a ABC Jose-Luis Ortiz, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) y autor principal del estudio publicado este miércoles en la revista Nature. El único que se ve en Haumea (aunque podrían ser dos unidos) está formado probablemente por fragmentos de roca y hielo. Los científicos no saben con certeza cuál es su origen, pero «quizás la hipótesis más plausible es una colisión con otro cuerpo que liberó una gran cantidad de materia a gran velocidad», apunta el investigador. «Parte de la materia eyectada pudo quedarse en una órbita cercana, dentro del llamado límite de Roche, y formar el anillo», continúa. Si hubiera estado más lejos, podría haberse acumulado formando una luna. De hecho, Haumea tiene dos: Hi’iaka y Namaka. El anillo está en el mismo plano que la órbita del satélite más grande.
Mientras los anillos de Saturno son muy brillantes -reflejan hasta el 70% de la luz-, el de Haumea es bastante más oscuro -solo refleja el 10%-, posiblemente porque «tiene menos cantidad de hielo de agua y más de roca y materia orgánica», señala Ortiz. Está situado a unos 2.287 km de longitud del centro del pequeño mundo y tiene 70 km de ancho. Una nave espacial que supuestamente atravesara una brecha en él, se encontraría con partículas de diferentes tamaños, desde fragmentos milimétricos a otros de varios metros, pero no auténticas «montañas», como ocurre en los de Saturno.
Más grande y oscuro
Los científicos ya sabían que Haumea es un mundo realmente singular, pero la nueva investigación ha servido para conocer la verdadera naturaleza del quinto planeta enano que gira alrededor del Sol. Así como el degradado Plutón es el más conocido del grupo y diferentes telescopios y sondas espaciales han ido revelando los secretos de Eris, Makemake y del único que está en el cinturón de asteroides, Ceres, Haumea se las había arreglado para permanecer en las sombras.
No es extraño, ya que estudiar estos planetas enanos es especialmente difícil. Son muy pequeños, brillan poco y están a una distancia enorme de la Tierra. Por ese motivo, los científicos utilizaron un complejo método que consiste en observar al objeto cuando pasa por delante de las estrellas de fondo, de manera que produce un pequeño eclipse. «Predijimos que Haumea pasaría delante de una estrella el 21 de enero del 2017, y doce telescopios de diez observatorios europeos observaron el fenómeno», indica Ortiz.
De esa forma, el equipo pudo reconstruir «con mucha precisión» la forma y el tamaño del planeta enano, «con el sorprendente resultado de que es bastante más grande y menos reflectante de lo que se pensaba. También es mucho menos denso de lo que se creía». Haumea mide unos 2.320 kilómetros en su lado más largo, casi igual que Plutón, pero carece de una atmósfera global similar.
Además, los investigadores han podido confirmar que Haumea gira muy rápido (su día dura 4 horas) y está compuesto en gran parte por agua helada. Es precisamente su velocidad de rotación -más rápida que cualquier otro cuerpo de más de 100 kilómetros de todo el sistema Sistema Solar- lo que hace que el planeta se deforme y adquiera su particular silueta. Su órbita alrededor del Sol dura 284 años y actualmente se encuentra a unas 50 veces la distancia que existe entre la Tierra y el Sol.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Nature.
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