El observatorio SOFIA de la NASA, emplazado en un avión «jumbo» adaptado, ha confirmado la presencia de un sistema planetario con una arquitectura parecida a la del nuestro a 10,5 años luz.
Situada a 10,5 años luz de distancia en el hemisferio sur de la constelación de Eridanus, la estrella era Epsilon Eridani, que recuerda mucho a nuestro Sol cuando era joven. Puede que a alguien le suene por ser la ubicación elegida para la gigantesca estación espacial Babylon 5 de la serie de ficción del mismo nombre, pero más allá de las invenciones de los guionistas, el sistema que rige tiene un gran interés científico, mayor aún del que se creía hasta ahora. Según un equipo de investigadores estadounidenses, se parece mucho a nuestro Sistema Solar en sus inicios, en los tiempos en los que sufrió una serie de eventos catastróficos que pudieron llevar, por ejemplo, a que la Tierra recibiera el agua de sus océanos y la Luna formara sus cráteres.
Estudios previos indicaban que Epsilon Eridani tiene un disco de escombros, el material sobrante que sigue orbitando una estrella después de que la construcción planetaria se haya completado. Los escombros pueden tomar la forma de gas y polvo, o de pequeños cuerpos rocosos y helados. Además, medidas cuidadosas del movimiento de Epsilon Eridani sugerían que un planeta con casi la misma masa que Júpiter rodeaba la estrella a una distancia comparable a la que hay entre el propio Júpiter y el Sol.
Las nuevas y mejores imágenes de Epsilon Eridani tomadas por SOFIA han venido a arrojar luz sobre algunas de las sospechas. Gracias a estos datos, los investigadores creen que el material del sistema se distribuye en dos estrechos anillos de escombros, los cuales corresponderían respectivamente a las posiciones del cinturón de asteroides y la órbita de Urano en nuestro propio sistema. Usando este modelo, los teóricos indican que el planeta más grande en un sistema planetario normalmente podría estar relacionado con un cinturón de escombros adyacente. «Realmente, es impresionante cómo Epsilon Eridani, una versión mucho más joven de nuestro sistema solar, se armó como el nuestro», dice Kate Su, responsable del estudio, que se publica en la revista Astronomical Journal.
«La alta resolución espacial de SOFIA combinada con la exclusiva cobertura de longitud de onda y el impresionante rango dinámico de la cámara FORCAST nos permitió resolver la emisión de calor alrededor de Eps Eri, confirmando el modelo que localizaba el material caliente cerca de la órbita del planeta Joviano», agregó Su en un comunicado.
«Esta estrella alberga un sistema planetario que actualmente se encuentra en los mismos procesos catastróficos que ocurrieron en el Sistema Solar en su juventud, en el momento en el que la Luna ganó la mayor parte de sus cráteres, la Tierra adquirió el agua en sus océanos, y las condiciones favorables para la vida se establecieron en nuestro planeta», explica Massimo Marengo, científico de la Universidad Estatal de Iowa que ha participado en el estudio. A su juicio, los hallazgos son importantes porque confirman que Epsilon Eridani es un buen modelo de los primeros días de nuestro Sistema Solar y pueden proporcionar datos sobre cómo evolucionó.
Posibles planetas
Marengo apunta que existe una brecha de separación entre los cinturones interior y exteriores de la estrella, «muy probablemente creada por planetas. No los hemos detectado todavía, pero me sorprendería si no están allí. Verlos requerirá el uso de la instrumentación de última generación, quizás el telescopio espacial James Webb de 6,5 metros de la NASA», cuyo lanzamiento está programado para octubre de 2018». «El premio al final de este camino es entender la verdadera estructura del disco de Epsilon Eridani y sus interacciones con la probable cohorte de planetas que habita en su sistema», puntualiza.
En efecto, estas observaciones fueron posibles porque SOFIA tiene un telescopio con un diámetro más grande aún que el del espacial Spitzer, 2,5 metros en comparación con 0,85 metros, lo que permitió el equipo discernir detalles que son tres veces más pequeños que lo que podría ser visto antes. Además, la potente cámara de infrarrojo medio de SOFIA llamada Forcast facilitó el estudio de la emisión infrarroja más fuerte a partir del material caliente alrededor de la estrella, en longitudes de onda entre 25-40 micras, que son indetectables por observatorios terrestres. En palabras de Marengo, «SOFIA, por su capacidad única de capturar la luz infrarroja en el cielo estratosférico seco, es lo más cercano que tenemos a una máquina del tiempo, revelando una visión del pasado antiguo de la Tierra mediante la observación del presente de una joven estrella cercana».
El estudio ha sido publicado en Astronomical Journal.
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