Una nueva propuesta científica sugiere que la conciencia podría ser el cimiento primordial del universo, anterior incluso al espacio, al tiempo y a toda forma de materia tal como la conocemos.
La hipótesis, desarrollada por la investigadora y física Maria Strømme y presentada en un estudio reciente, plantea que aquello que denominamos “realidad física” no sería el punto de partida del cosmos, sino una consecuencia de un campo fundamental de conciencia presente en todo lo existente. Esta idea, ambiciosa y profundamente disruptiva, intenta ofrecer un marco teórico que unifique conceptos de física, matemáticas y filosofía para repensar la naturaleza misma del universo.

Maria Strømme, física e investigadora. Crédito de imagen: NTNU – Norwegian University of Science and Technology – Maria Strømme
Un cambio de perspectiva sobre los fundamentos del cosmos
El enfoque parte de una pregunta radical: ¿y si la conciencia no emergiera de la materia, sino que la materia emergiera de la conciencia? Según el modelo propuesto, el universo estaría sostenido por un campo subyacente, universal y omnipresente de conciencia, similar en espíritu —aunque no en esencia— a los campos fundamentales que describe la física de partículas. En este escenario, el espacio-tiempo no sería un escenario preexistente, sino una estructura secundaria creada por fluctuaciones dentro de ese campo consciente.
Esta línea de pensamiento se vincula con corrientes filosóficas como el panpsiquismo, pero intenta ir un paso más allá al dotar la idea de un lenguaje matemático formal y de una arquitectura conceptual inspirada en la teoría cuántica. La autora articula este modelo en torno a tres principios: “mente universal“, “conciencia universal” y “pensamiento universal“. Cada uno representa un nivel distinto de organización dentro del supuesto campo consciente, desde el potencial creativo más básico hasta la generación de experiencias específicas.
Un universo donde la materia sería un patrón de conciencia
En esta visión, las partículas, los cuerpos celestes y los organismos vivos no serían entidades independientes, sino configuraciones locales dentro del campo universal. Así, un electrón o un cerebro humano serían, esencialmente, expresiones organizadas de la misma sustancia mental subyacente. La separación entre sujeto y mundo, entre individuo y entorno, surgiría de la manera en que estas configuraciones se diferencian, no de una división ontológica real.
Para ilustrarlo, el modelo sugiere que la experiencia subjetiva no dependería únicamente del funcionamiento del cerebro, sino de la interacción entre este y el campo universal. De esta forma, la conciencia individual sería una manifestación temporal y localizada de una conciencia más amplia. Esta perspectiva abre la puerta a considerar fenómenos que suelen quedar al margen de la ciencia tradicional —como ciertas experiencias transpersonales o estados alterados de percepción— dentro de un marco teórico más amplio.

Ilustración que representa la integración de la mente, la conciencia y el pensamiento basada en los conceptos de la mecánica cuántica descritos en el artículo. La mente representa la inteligencia creativa universal, la fuente de toda creación. La conciencia representa la percepción universal que permite percibir el espacio, el tiempo y la materia. Actúa como sustrato, dando estructura y forma al potencial informe de la mente y tendiendo un puente entre lo infinito y lo físico. El pensamiento representa el mecanismo creativo que convierte el potencial infinito de la mente y la percepción universal de la conciencia en realidades individualizadas y estructuradas. Crédito de imagen: AIP Advances
Implicaciones para la ciencia y los fenómenos de la mente
Uno de los aspectos más provocadores del modelo es que intenta reinterpretar experiencias humanas intensas, desde la sensación de unidad con el entorno hasta episodios cercanos a la muerte, como posibles correlaciones dentro del campo universal. Aunque la propuesta no afirma que estos fenómenos constituyan evidencia de vida más allá del cuerpo ni de realidades sobrenaturales, sí sugiere que podrían entenderse como manifestaciones naturales de una conciencia subyacente que trasciende lo puramente material.
Este enfoque también abre interrogantes sobre la naturaleza del pensamiento, la percepción y la memoria. Bajo este paradigma, un pensamiento no sería únicamente un proceso neuronal, sino una modulación específica del campo universal. La creatividad, la intuición y ciertos procesos mentales complejos podrían interpretarse como interacciones entre la configuración cerebral y dinámicas más amplias del campo consciente.
Los límites, desafíos y oportunidades del nuevo modelo
La teoría enfrenta retos importantes. La ciencia contemporánea demanda evidencia empírica y modelos matemáticos verificables, y por ahora la propuesta se encuentra en un estado conceptual temprano. Integrar un campo de conciencia en el marco de la física requiere no solo formalización rigurosa, sino también la capacidad de generar predicciones comprobables. Sin ello, permanecerá como una hipótesis sugerente pero especulativa.
Sin embargo, la propuesta tiene un valor significativo: abre una vía distinta de reflexión en un momento en que la física y la neurociencia todavía luchan por explicar la naturaleza profunda de la conciencia. Dado que los modelos materialistas no han logrado resolver el llamado “problema difícil” —cómo surge la experiencia subjetiva a partir de procesos físicos—, explorar perspectivas alternativas podría ofrecer pistas valiosas para futuras investigaciones.

Ilustración del marco propuesto y sus implicaciones para los seres sensibles. El campo de conciencia universal (Φ) existe más allá del espacio-tiempo en un estado indiferenciado. A través de la diferenciación, da lugar a excitaciones localizadas, que se manifiestan como estructuras físicas o conciencia individual. Tras el Big Bang, Φ evoluciona, generando sistemas complejos capaces de tener conciencia: seres sensibles con conciencia individual (ψ) localizados en el espacio-tiempo. Una vez diferenciados, los pensamientos personales (τ) dan forma a la conciencia y la percepción individuales, produciendo interpretaciones subjetivas de la realidad ψ que evolucionan con el tiempo. Este proceso crea la ilusión de separación, aunque todas las conciencias individuales permanecen intrínsecamente conectadas dentro del campo de conciencia universal. Crédito de imagen: AIP Advances
Una invitación a replantear la realidad
Aunque es pronto para determinar si esta teoría podrá integrarse en el corpus científico, su impacto conceptual ya es notable. Invita a imaginar un universo donde la conciencia no es un efecto secundario de la evolución biológica, sino la fuente primordial de toda existencia. Un universo donde cada átomo, cada estrella y cada vida serían expresiones de un mismo tejido mental fundamental.
Esa posibilidad, tan audaz como desafiante, recuerda que la ciencia avanza cuestionando sus propias bases. Y quizá, como sugiere este nuevo modelo, el mayor misterio no esté en las partículas o en las galaxias, sino en aquello que permite que podamos experimentarlas.
Los hallazgos de la investigación titulada “Universal consciousness as foundational field: A theoretical bridge between quantum physics and non-dual philosophy featured” han sido publicados en AIP Advances.
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Por: CodigoOculto.com










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