El astrofísico Avi Loeb presentó un análisis sobre el extraño comportamiento del objeto interestelar 3I/ATLAS, que pasó de exhibir una anti-cola dirigida hacia el Sol a formar una cola convencional orientada en sentido opuesto. Este cambio, observado entre julio y septiembre de 2025, ofrece una oportunidad excepcional para estudiar la composición, dinámica y evolución térmica de un cuerpo proveniente de otro sistema estelar.
El visitante interestelar 3I/ATLAS
El objeto 3I/ATLAS fue descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema de vigilancia ATLAS en Chile. Su trayectoria hiperbólica confirmó que provenía del espacio interestelar, convirtiéndose en el tercer visitante conocido de ese tipo, después de 1I/’Oumuamua y 2I/Borisov. Las observaciones iniciales revelaron una coma brillante y una estructura gaseosa activa, lo que indicaba sublimación de hielos a medida que el cuerpo se acercaba al Sol. Su perihelio, o punto de máxima aproximación, se situó alrededor de 1.3 unidades astronómicas, entre las órbitas de la Tierra y Marte.
Desde el inicio se sospechó que la composición de 3I/ATLAS era inusual. Las mediciones espectroscópicas del Telescopio Espacial James Webb mostraron que su emisión estaba dominada por dióxido de carbono, con proporciones aproximadas de 87 % CO₂, 9 % monóxido de carbono y apenas 4 % de agua. Esa mezcla sugiere que el objeto se formó en una región fría y alejada de su estrella original, donde los compuestos más volátiles pudieron condensarse. En palabras de Loeb, su composición se asemeja más a la de un cometa originado en las zonas externas de un sistema planetario que a los cometas típicos del Sistema Solar interior.
De la anti-cola a la cola
Durante el verano de 2025, los telescopios terrestres registraron una estructura inusual: en lugar de una cola que se extendiera lejos del Sol, 3I/ATLAS presentaba una anti-cola orientada hacia él. Este fenómeno, visible en julio y agosto, desconcertó a los astrónomos, ya que la mayoría de los cometas muestran la dirección opuesta debido a la presión del viento solar y de la radiación. Sin embargo, Loeb explicó que la anti-cola no es una emisión real hacia el Sol, sino una ilusión geométrica causada por el ángulo entre el observador, el objeto y el Sol, combinada con la distribución y tamaño de los granos de polvo y hielo expulsados.

Nuevas imágenes del Telescopio Óptico Nórdico, en las Islas Canarias, España. La evolución del resplandor alrededor de 3I/ATLAS muestra una transición desde una anticola hacia el Sol a una cola alejada del Sol. El píxel más brillante está marcado con un punto rojo. El Sol está al oeste y la distancia al Sol en cada fecha se expresa en unidades de separación Tierra-Sol (au). Crédito de imagen: Jewitt y Luu 2025
A medida que el objeto continuó su viaje, la estructura se transformó. En septiembre, las imágenes del Nordic Optical Telescope en Canarias mostraron que la anti-cola había desaparecido y una cola convencional comenzaba a desarrollarse en dirección contraria al Sol. Este cambio coincidió con el incremento de la tasa de sublimación al acercarse el objeto a su perihelio. Loeb propuso un modelo junto al astrofísico Eric Keto para describir la transición. En las mayores distancias solares, la sublimación es débil y predominan los fragmentos de hielo pequeños, que producen una fuerte dispersión de la luz solar visible en forma de anti-cola. Cuando el objeto se calienta más, la sublimación se intensifica, los fragmentos se destruyen rápidamente y son reemplazados por granos de polvo más grandes y resistentes, los cuales son empujados por la radiación solar en sentido opuesto, formando la cola típica.
Mecanismo físico y modelo de evolución
El modelo matemático desarrollado por Loeb y Keto considera que la tasa de pérdida de masa de 3I/ATLAS crece casi en proporción directa con el flujo de radiación solar recibido. A una distancia de 3.3 unidades astronómicas, el telescopio James Webb estimó que el objeto perdía alrededor de 150 kilogramos por segundo, cifra que aumentó exponencialmente a medida que se acercaba al Sol. Según el modelo, esta actividad generó un pico de dispersión óptica entre 3 y 4 unidades astronómicas, donde los fragmentos de hielo dominaban la reflexión de la luz solar. Más tarde, al intensificarse el calor, la sublimación destruyó rápidamente esos fragmentos y dejó como remanente los granos de polvo grandes que conformaron la cola.
El cálculo energético permitió a Loeb estimar que la masa total perdida entre julio y octubre de 2025 fue de aproximadamente dos millones de toneladas. Aunque parece una cantidad enorme, representa menos de una cienmilésima parte de la masa total estimada del objeto, superior a treinta mil millones de toneladas. Si se supone un diámetro cercano a cinco kilómetros, esa pérdida equivaldría a una erosión promedio de apenas cuatro centímetros de su superficie. Esto indica que la actividad observada afectó solo una delgada capa superficial, mientras que el interior del objeto permaneció prácticamente intacto.
Implicaciones para la ciencia de los cuerpos menores
La transición observada en 3I/ATLAS ofrece una valiosa oportunidad para estudiar los mecanismos de sublimación y dinámica de partículas en un cuerpo interestelar. La abundancia de CO₂ frente al agua sugiere que estos objetos se forman en zonas más frías que los cometas tradicionales del Sistema Solar, lo que amplía la comprensión de los entornos de formación planetaria en la galaxia. Además, la presencia de una anti-cola y su posterior desaparición ilustran cómo la geometría de observación y el equilibrio entre fragmentos de hielo y polvo influyen en la apariencia de un cometa.
Otro aspecto relevante es la demostración de que la actividad cometaria puede comenzar a grandes distancias del Sol, impulsada por gases más volátiles que el agua. En 3I/ATLAS, la sublimación de CO₂ actuó como principal motor incluso antes de alcanzar las tres unidades astronómicas. Este comportamiento difiere del de la mayoría de los cometas del Sistema Solar, cuya actividad significativa suele comenzar recién al superar las dos unidades astronómicas, cuando el agua se vaporiza con mayor facilidad.
Loeb también destacó que las observaciones del Mars Reconnaissance Orbiter podrían ofrecer una vista lateral única de la coma y la cola del objeto durante octubre de 2025, con una resolución estimada de 30 kilómetros por píxel. De confirmarse, estas imágenes permitirían estudiar la estructura tridimensional de la nube de gas y polvo, un paso importante para validar el modelo teórico propuesto.
Perspectivas futuras y preguntas abiertas
A pesar de la coherencia del modelo, persisten incertidumbres significativas. No se conoce con precisión la densidad del núcleo, su estructura interna ni la distribución de los granos emitidos. Se estima que los fragmentos dominantes podrían tener radios de alrededor de 0.1 milímetros y velocidades de eyección cercanas a 5 metros por segundo, pero esas cifras provienen de observaciones indirectas. Además, el cambio de orientación entre anti-cola y cola depende no solo de la composición del material, sino también de la interacción con el viento solar y de la geometría del observador, factores que pueden modificar drásticamente la apariencia visible.
El carácter interestelar del objeto plantea nuevas preguntas sobre su origen. Al provenir de fuera del Sistema Solar, es posible que se haya formado hace miles de millones de años en torno a otra estrella y que haya viajado durante un lapso prolongado por el espacio interestelar antes de ingresar a nuestra vecindad. Algunos análisis de su velocidad y dirección sugieren que podría pertenecer al disco grueso de la Vía Láctea, lo que implicaría una antigüedad considerable. Esto convierte a 3I/ATLAS en un testigo de las primeras etapas de formación de sistemas planetarios en la galaxia.
También resulta interesante la reflexión final de Loeb. El astrofísico mantiene una escala de clasificación que evalúa la probabilidad de que un objeto interestelar tenga origen artificial o natural. En el caso de 3I/ATLAS, las observaciones actuales confirman su comportamiento natural y coherente con un cometa, lo que reduce las posibilidades de un origen no natural. Sin embargo, Loeb subraya que la investigación científica se nutre precisamente de observar, medir y descartar hipótesis hasta construir una explicación sólida basada en evidencia.
Conclusión
El caso de 3I/ATLAS representa un laboratorio natural para explorar los límites de la astrofísica de cometas y la dinámica del polvo en entornos extremos. La transición de una anti-cola a una cola convencional demuestra la sensibilidad de estos objetos a la radiación solar y a la distancia heliocéntrica, así como la compleja interacción entre sublimación, fragmentación y dispersión de luz. Cada observación aporta datos sobre la manera en que los cuerpos interestelares liberan material, sobre su composición original y sobre cómo la radiación moldea su apariencia.
La investigación de Loeb no solo describe un fenómeno curioso, sino que amplía la comprensión de los procesos físicos que gobiernan la evolución de los cometas, sean locales o interestelares. 3I/ATLAS, con su mezcla de dióxido de carbono, polvo y misterio, se suma a la corta lista de viajeros que nos recuerdan que nuestro Sistema Solar no está aislado, sino inmerso en un vasto intercambio de materia con el resto de la galaxia. En esa interacción, cada objeto como este se convierte en un mensajero que trae consigo la historia química y dinámica de mundos lejanos.
Referencias: “The Anti-tail of 3I/ATLAS Turned to a Tail!”, Avi Loeb. (Fuente)
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Por: CodigoOculto.com
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